ASÍ SUENA | Bailando hasta el apagón

Artículo de opinión de Humberto del Horno

Así suena / Humberto del Horno

   A veces no soy yo,    

   busco un disfraz mejor    

   bailando hasta el apagón…    

   Disculpad mi osadía        

                                 Valiente / Vetusta Morla            

   En este país estamos ya de sobra acostumbrados a esa insípida obligación de tener que tomar partido siempre y porque sí, no valen los grises. Con el concepto de equidistancia más denostado que nunca, formarse (o conformarse) con una opinión, cualquiera, la que sea, es en ocasiones una cuestión de supervivencia para todo aquél que habite cualquiera de las trincheras que nos contemplan.

   Es ésta la era (política) del ‘Una de las dos Españas’ 2.0 que se acentúa cada vez más, en esas estamos, qué disparate. Y en este punto de oposición que oposita y gobierno que gobierna, los dos como si oyeran llover, se fue la luz.

   El que manda lo hace o lo dice hacer por el bien común y el que oposita dice opositar porque sabe mandar mejor, un cruce de caminos en el que se antoja complicado la aspiración de algunos de llegar a grandes acuerdos que vengan a dar estabilidad a un país que se ha acostumbrado a no quererla ni tenerla.

   Se bajaron los plomos pocos minutos antes de que el que no manda acusara al gobierno de pisar el cable, para qué esperar a ver si era verdad cuando la verdad es cada vez menos monetizable en términos electorales. Ese partido que criticó los sucesivos Estados de Alarma de cuando se moría la gente en las residencias, el mismo que gobernaba en la Comunidad Valenciana cuando el agua no dejó de caer sin valorar si quiera la idea de pedir ayuda, se apresuraba este lunes a apretar el botón rojo y solicitar, esta vez sí, que el Estado se hiciera cargo de la situación.

   El arte de la política, o del politiqueo, vive de distorsionar el espejo del adversario a costa de lo que sea, una pandemia, una nevada, el beso de Rubiales o un cable pelado, usted ya sabe.

   En el caso de Castilla-La Mancha, las chispas comenzaron a entrar por fin a media tarde por la comarca da La Jara toledana, y poco a poco fue encendiendo las bombillas de toda la región cuando la situación era, todavía, de mucha incertidumbre en gran parte del mapa. Albacete o Cuenca no soplaron las velas hasta la madrugada, mientras que desde el Alcázar de Toledo ya atardeció con el Alcázar alumbrando al Tajo.

   Fue en el turno de tarde cuando el Gobierno de Castilla-La Mancha decidió mantener cerrados los centros educativos en sesión matutina del martes en un movimiento prudente, paternalista y precipitado a cuotas de a 33%. Una decisión en la que se quedó solo contra viento y Marlaska.

   Y del mismo modo que el PP, con una Cuca Gamarra como ariete que no esperó a que empezaran a descongelarse los guisantes de la nevera de su casa para ir de caza mayor con Pedro Sánchez en el punto de mira, en nuestra tierra, los genoveses castellanomanchegos se pusieron a trabajar con un mandato claro: abrir la puerta de cualquier escuela infantil municipal a cargo de un Gobierno ‘popular’, la atalaya perfecta para confrontar y a ver qué pasa. 

   Lo que ocurrió en Talavera, Albacete, Ciudad Real, Toledo y Guadalajara, PP mediante, no ocurrió en Cuenca, única capital socialista, que se alineó con el mandato de Fuensalida y no levantó levantó la persiana de los centros educativos que gestiona. No me digan que por casualidad.

   Vuelva ahora el lector a esa segunda línea de esta reflexión semanal, esa en la que les hablaba de la equidistancia. Sin ser meritorio, voy a ejercerla ahora a diestro y a siniestro: ni los del bastón de mando estuvieron del todo finos en cuanto a transparencia y comunicación cuando todo un país lo merecía, ni los aspirantes postularon a sorpaso por soflamar críticas al peso.

   Con el tacticismo político detrás de cada decisión y de cada crítica, a los demás solo nos queda ir a buscar velas cuando se va la luz. No queda otra. Y si fue usted de los que se aprovisionó con palas tras Filomena o de papel higiénico cuando el toque de queda, dése prisa, compre pilas y transistores. Y guarde dinero en efectivo en el fondo de algún cajón para el próximo fin del mundo.

Humberto del Horno

El Digital de Albacete

Diario digital líder en Albacete con toda la información de la capital y provincia
Botón volver arriba