Juan Dávila es uno de los humoristas del momento y conseguir entradas para sus shows es tarea prácticamente imposible, pues es tal la demanda que existe, que los tickets se agotan en apenas unos minutos nada más salir a la venta. Pero no siempre fue así y Dávila se forjó en el barro, especialmente en Albacete, algo que nunca olvidará y de lo que hace gala en la actualidad ante miles de personas mostrando recuerdos en forma de fotos del mes que recorrió 51 pueblos de Albacete sin que casi nadie le hiciera caso.
Con su especial y ácido humor, Dávila va de ‘sold out’ en ‘sold out’ y vive ahora sin dudarlo el mejor momento de su carrera. Pero no siempre fue oro todo lo que reluce, sino que los comienzos fueron muy difíciles y en esos comienzos, en el más puro barro, Albacete guarda un lugar muy especial en la memoria de Juan Dávila, quien reconoce que, en cierto modo, mucho de lo que su forma de hacer humor se compone actualmente se forjó en Albacete, en actuaciones en las que nadie asistió como público o donde la gente lo miraba como un bicho raro mientras pasaba por su lado sin hacerle ni el más mínimo caso. O mientras unos niños se pusieron a jugar al fútbol sin pudor alguno sobre el escenario donde él estaba actuando…
Las fotos de Albacete, siempre en los shows de Juan Dávila
Marcó Albacete tanto su carrera que a día de hoy, ante miles de espectadores, en sus shows siempre muestra unas fotos tomadas durante aquella época en nuestro territorio provincial, para mostrar al público que no olvida de donde viene y que actualmente disfruta como si fuera el último cada minuto que pasa sobre un escenario en un recinto abarrotado hasta la bandera.
En El Digital de Albacete hemos hablado con Juan Dávila sobre su carrera, el momento que vive a día de hoy profesionalmente y esos inicios en los que Albacete guarda un lugar especial a partir de que un día decide dejar de ser Policía Local en Alcobendas y cambia la gorra, la esposas y la porra por los escenarios.
51 pueblos de Albacete en 30 días
“Hace ya varios años de esto, pero en Albacete recorrí 51 pueblos de su provincia en un mes. Todavía recuerdo muchos nombres de estos pueblos, como por ejemplo, Alpera, Motilleja, Corral Rubio, Bonete, La Gineta, Villavaliente, Ontur, Fuente Álamo, Chinchilla, Villa de Ves… los recuerdo muy bien porque esas actuaciones iban dentro de un circuito en el que se promovía el reciclaje a través del humor con monólogos”, comienza diciendo Juan Dávila en esta entrevista con El Digital de Albacete.
Ahora, de teatro lleno en teatro lleno, puede parecer que Dávila atravesó un camino de rosas hasta llegar hasta ahí, pero nada más lejano de la realidad, pues en sus inicios, cuando tuvo que recorrerse de punta punta la provincia de Albacete sin ser para nada conocido, ni nada que se le pareciera, se tuvo que enfrentar a un público “al que a las cinco de la tarde en agosto se le colaba un tío a hablar del reciclaje en cualquier sitio”, reconociendo el artista que “era una situación dura”.
Dice el refrán que lo que no te mata te hace más fuerte y por esa vía fue por la que decidió Dávila transitar mientras recorría Albacete, pues lejos de hundirse “empecé a aprender a defenderme”, recordando como “en algunos de esos pueblos no había ni siquiera escenario y en otro, por ejemplo, detrás de mí, sin hacerme ni el más mínimo caso, varios chavales jugaban al fútbol sobre el escenario mientras yo estaba actuando pasando prácticamente desapercibido para todo el mundo”.
Para entender mejor esos comienzos, quizá haya que dar ahora un salto atrás y retroceder unos cuantos años, concretamente al día en el que Juan Dávila decidió salir de su zona de comfort y dejar un trabajo fijo de Policía Local en Alcobendas para apostar todo a la carta del humor a través de la improvisación y a la interpretación, “en mi caso, cuando aposté por el humor, no tenía claro que la decisión fuese a ser la acertada, obviamente. No tenía nada, pero decidí apostar. En la vida hay que arriesgar y yo arriesgué, porque dejé mi trabajo de policía cuando todavía estaba en la escuela de interpretación”, recuerda Juan Dávila a El Digital de Albacete.
Actuó ante nadie en un pueblo de Albacete obligado por el alcalde
Tras ello, su primera oportunidad le llegó en forma de monólogos sobre el reciclaje y recorriendo 51 pueblos de Albacete, donde ya Juan Dávila mostraba el humor canalla que le ha llevado ahora a la cumbre del éxito porque “esa siempre ha sido mi esencia”, pasando en apenas unos años de actuar ante nadie en un pueblo de Albacete “porque el alcalde me dijo que estaba en el programa de festejos y que aunque no hubiera nadie tenía que actuar”, a hacerlo durante varios días seguidos en el BEC de Bilbao ante 12.000 personas por actuación.
Llegados a este punto, ¿qué impone más? ¿12.000 personas en el BEC de Bilbao o actuar ante casi nadie en un pequeño pueblo de Albacete?. Juan Dávila lo tiene claro y argumenta que lo de Albacete no fue nada fácil, ya que llegó a actuar “hasta poniendo un altavoz en el cruce de dos calles”, donde reconoce que “la gente me miraba con cara de ‘este tío está medio loco’; algunos se paraban unos minutos y luego se iban. Ni se quedaban”.
Juan Dávila lo tiene claro y afirma que “Albacete ha sido lo más duro que yo he vivido profesionalmente, sin duda, mis duros inicios. Hice también 41 pueblos de Toledo antes, pero fueron en institutos y no se podían ir a mitad de un monólogo. Albacete me ha forjado mucho a ser lo que soy, y ahora, cada vez que vuelvo, es una maravilla”.
El cómico basa gran parte de sus actuaciones en la improvisación y en la interacción con el público, que juega un papel muy importante en los shows de Dávila, y al que ofrece espectáculos innovadores y arriesgados. En sus shows, Dávila realiza -junto con el público- un viaje profundizado hacia los sentimientos y las emociones, y en ese campo el público de Albacete, en palabras del propio Dávila, “tiene esencia propia, muy diferente a la del resto de España, muy característica”, algo que “riega al show con un color fantástico. El público de Albacete siempre te sorprende y no sabes por dónde te va a salir, y eso que yo estoy acostumbrado a muchos sitios, pero el público de Albacete nunca sabes por donde te va a salir. Siempre te sorprende, y aunque a mí me lo ponen más difícil, hacen que me divierta más y, por consiguiente, el público también”.
El mismo loco que aquel día en Albacete
Volviendo a aquel día que un alcalde obligó a Juan Dávila a actuar ante nadie en un pueblo de Albacete “porque estaba en el programa de festejos” y “por si acaso alguien se acercaba”, el cómico recuerda como “de repente pasaron por allí dos personas y comencé a interactuar con ellas, pero se fueron corriendo… Me miraban con cara de que estaba loco, pero en el fondo a día de hoy sigo siendo el mismo loco que aquel día, sólo que ahora a la gente le hace gracia lo que hago. Mi esencia sigue siendo la misma, pero sí que estoy más curtido y no hay que olvidarse del factor suerte, ya que no fue hasta hace un par de años cuando la gente comenzó a reclamar lo que yo llevaba haciendo más de una década. Siempre confié en mí y en mi ‘producto’, siempre he hecho lo que hago ahora, improvisación y meter al público, pero aunque parezca que es una moda, es mi esencia. Y se ha puesto de moda, pero esa es mi esencia. Si por ejemplo ahora se pusiera de moda hacer globitos en el escenario, por muy de moda que estuviera, yo no lo haría porque esa no es mi esencia. Mi esencia es la que es y siempre ha sido la misma”.
Nadie olvida la pandemia que en el 2020 frenó en seco al mundo entero, sin embargo, esa misma pandemia que hizo que todo se parara, dio un empujón enorme al humor y la comedia porque durante la misma y tras ella, si algo necesitaba la gente era reírse. “Sin duda. Yo creé en esa época un espectáculo que se llamó ‘La capital del pecado’, y tuve muy claro que ese espectáculo debía ser el lugar donde la gente se desreprimiese y donde la gente viniese a jugar, a volverse loca y a hacer cosas que no podía hacer en el día a día. Esa fue la premisa principal del espectáculo, no sabía ni lo que iba a hacer, pero lo tenía claro. Este show y la pandemia, hicieron que mi carrera tirara para arriba desde ese momento”.
Los ‘policías del humor’
Como contábamos líneas atrás, Juan Dávila era policía y, jugando con las palabras y su profesión, había que cuestionar al cómico si a día de hoy hay mucho ‘policía del humor’, aquellos que te dicen de qué te puedes reír y de qué no, o con qué puedes hacer comedia o con qué no. “A mí me han censurado poco” indica al respecto Juan Dávila, añadiendo que quizá esa poca censura hacia su manera de hacer humor haya sido porque lo que hace “es de una esencia muy mía y no queda forzado. Yo reconozco que los temas que toco son muy delicados, la verdad, pero el hacerlo desde el prisma en el que lo hago e impregnado totalmente de mi esencia, pues ahí hay pocos detractores”.
Con un calendario en 2025 repleto de actuaciones y con todas las entradas vendidas para todo el año desde hace meses, por desgracia para sus fans de Albacete la capital manchega no está entre sus citas del año que está a punto de comenzar, pero Dávila reconoce que tiene muchas ganas de volver y que quizá en 2026 sí que se suba de nuevo a un escenario en Albacete capital, ciudad donde vivió un mes “por la Circunvalación, en la zona de la salida hacia Valencia” mientras duraba su periplo por los citados anteriormente 51 pueblos de la provincia, periodo que aprovechó para disfrutar de la gastronomía de la zona y para “ir a la piscina del Parador por las mañanas antes de, por la tarde, salir en ruta de pueblo en pueblo y hacer 51 actuaciones en 30 días. Ahí es nada”.
Para finalizar, y a modo currículum, decir que Dávila se formó como actor en el Estudio Juan Carlos Corazza, ampliando sus conocimientos con maestros como John Strasberg, Manuel Morón o Ana Gracia entre muchos otros. Tras tres años en una escuela de interpretación sin entender bien el método, ya que «cuando me reía, la gente lloraba; y cuando lloraba, la gente se reía», supo que su lugar estaba entre un grupo de excéntricos que, a través de la comedia, intentan hacer reír a la gente cada vez que se suben a un escenario.
/ Fotografías cedidas por Juan Dávil y Fina La Filla a El Digital de Albacete /