Tabú y silencio: Mujeres de Albacete frente a su aborto

Mujeres albaceteñas comparten sus diferentes testimonios y derrotan el tabú sobre el aborto

Castilla-La Mancha ha registrado un total de 3.678 abortos en 2023, de los cuales, 664 han sido en la provincia de Albacete. Detrás de estos números hay 3.678 castellano-manchegas y 664 mujeres de Albacete que han pasado por esta delicada situación, que afecta tanto físicamente como psicológicamente. Detrás de estas cifras hay cientos de historias personales, que han vivido un proceso diferente, y en muchas ocasiones, solitario y silencioso.

Las pérdidas gestacionales continúan siendo un tema tabú en la sociedad actual, algo de lo que en muchas ocasiones no se habla y por el contrario, se silencia. Los juicios externos, la culpa o el miedo a exteriorizarlo son algunos de los factores que influyen en este aspecto, aunque cada caso es diferente.

Embarazo / Foto: Pixabay

Algunas mujeres han decidido compartir su historia y su caso personal con El Digital de Albacete para poner sobre la mesa sus realidades, y la de muchas otras mujeres. Es el caso de Ana, nombre ficticio, quien ha pasado por este proceso hace tan solo unos meses y se ha encontrado con varias complicaciones y un trato “deshumanizado”, como ella misma indica. Por otro lado, María, también nombre ficticio, pasó por este proceso hace más de tres décadas, y desde entonces, no se había atrevido a verbalizarlo hasta ahora. También encontramos el caso de una de las componentes de Talitha, asociación de Albacete que ofrece ayuda en el proceso de duelo, que tras acercarse a la asociación descubrió que todavía no había transitado por el duelo de una pérdida gestacional. En la actualidad, y debido a su labor como auxiliar de enfermería en un hospital, esta mujer ayuda a otras personas a pasar por este duelo y ofrece una mano tendida a quienes la necesitan en los momentos más complicados.

Diferentes vidas, testimonios y personas, aunque todas ellas tienen algo en común: el silencio.

“El hecho de tomar esta decisión no significa que sea fácil”

A sus 39 años de edad, Ana decidió interrumpir su embarazo y acudió al hospital, desde donde la derivaron a una clínica en Albacete, y ahí “empezó mi calvario”, como indica ella misma a El Digital de Albacete. Años atrás, “en 2001, aborté en una clínica privada porque era muy joven y no se daban las circunstancias de madurez. Fue una experiencia que viví con naturalidad, no fue algo frío y me sentí acompañada por los profesionales”, recuerda. Sin embargo, este último proceso no ha sido así y ha supuesto “una experiencia traumática» para esta albaceteña, como ella misma asegura.

Durante este pasado verano, esta mujer se quedó embarazada y decidió interrumpir la gestación por decisión propia. “Me sentí perdida, fui a la matrona y me dijo que ella me escuchaba pero que no necesitaba ningún tipo de explicación. Agradecí su profesionalidad porque sientes la necesidad de justificarte continuamente”, recuerda, y explica que “de ahí me remitió a una clínica”.  “Cogí cita y aquí empezó mi calvario”, asegura la mujer, que añade que “el hecho de tomar esta decisión no significa que sea fácil ni que no me de pena”. 

Informe / Foto: Pixabay

“Llamé afectada y la mujer que me atendió lo hizo entre risas. No fue profesional en ningún momento, incluso hablaba con otras personas mientras me atendía”, señala, y explica que “me citaron para revisión y ver las opciones. Me preocupaba mucho el método porque no quería someterme a una intervención quirúrgica”. Además, “había leído que la clínica era un lugar ‘viejo y sucio’ y efectivamente, cuando llegué no me imaginaba un sitio tan lúgubre, sin ventilación y sin privacidad. No se cierran ni las puertas de la consulta”, indica, y manifiesta que “finalmente elegí hacerlo por el método farmacológico. Recibí un trato frío, me sentí insegura a pesar de ir acompañada y el trato fue totalmente deshumanizado”.

Ecografía / Foto: Pixabay

“Lo traumático y desgarrador del proceso ha sido el trato totalmente deshumanizado”

Tras esta primera toma de contacto, Ana acudió al día siguiente. “Me atendió una mujer que ni siquiera se identificó, me pasó a un despacho donde no había absolutamente nada y me dio la pastilla y un vaso de plástico”, recuerda, y manifiesta que “una a una pasamos las mujeres que estábamos allí. Fue de película de terror”. “Lo duro vino después. Lo pasé fatal, tenía fiebre, malestar y mucho dolor”, indica, y añade que “fui a revisión y me hicieron una ecografía. El médico dijo que el ecógrafo tenía un margen de error de entre una semana y 10 días, algo que me llamó la atención”, manifiesta, y explica que “me dijeron que había restos embrionarios y que me tenía que tomar más pastillas. Fui a una segunda revisión tras tomármelas y me dijeron lo mismo, y que si no conseguía expulsarlo, me tenían que hacer un legrado”.

Esta situación llevó a Ana a pedir una segunda opinión en una clínica diferente. “Me hicieron una ecografía 4D y me dijeron que no eran restos, sino una acumulación de sangre en el útero, una especie de hematoma”, explica, y señala que “el ginecólogo me hizo una revisión exhaustiva. Fue un trato humano, hablando mirándome a los ojos y llamándome por mi nombre”. “No volví a la primera clínica, pero tampoco me llamaron. El seguimiento se quedó abierto. No entiendo que lo último que tengan en el informe es que había restos embrionarios y desatiendan el proceso sin preguntar”, explica, y subraya que “lo traumático y desgarrador del proceso ha sido el trato totalmente deshumanizado”.

Hospital / Foto: Pixabay

“En ese momento el aborto estaba penado con cárcel”

María interrumpió su embarazo voluntariamente en 1990. Hasta hoy, más de tres décadas después, no ha vuelto a hablar de ello. “Creo que hablarlo y contarlo puede ser terapéutico”, explica a El Digital de Albacete, y recuerda que “me quede embarazada con 18 años, llevaba poco tiempo con mi pareja y decidimos interrumpirlo”. En aquel momento, “no había clínicas de este tipo en Albacete, así que tuvimos que costearnos el viaje a Valencia”, indica.

Aunque apenas hace 30 años de este momento, el contexto social y político de la época era diferente. “Había tres supuestos a los que te podías acoger: violación, malformación o enfermedad (física o psicológica)”, explica, y añade que “recuerdo el miedo. En ese momento el aborto estaba penado con cárcel y hacían una especie de inspecciones en las clínicas, y si te pillaban podía acarrear una multa, incluso cárcel”. “No era ilegal del todo, pero no dejaba de ser algo clandestino”, asegura a El Digital de Albacete.

Docto / Foto: Pixabay

De la historia de Ana a la de María han pasado casi 3 décadas, pero ambas coinciden en que fue “traumático”. En el caso de María, “recuerdo que me dolía todo, sangraba mucho y no podías ir al médico porque si ibas a la Seguridad Social podían saber que habías abortado”, e indica que “en mi caso me recuperé y fue bien, pero recuerdo el miedo”. Además, “a veces hacían como una especie de ‘redadas’ en las clínicas y miraban expedientes. Había denuncias y hasta cárcel, la ley recogía entre 6 meses y 1 año de prisión”, apunta.

“Sigue siendo un tema tabú”

Un tema que “nunca había contado, incluso con la gente de más confianza no se ha vuelto a sacar, ni con mi pareja, que sigue siendo la misma”, explica, y señala que “me muevo en un contexto muy abierto en este aspecto, pero nunca he sido capaz de contarlo ni a los más allegados. Sigue siendo un tema tabú”. “Me da rabia porque muchas veces la mejor forma de defender las cosas es contando las experiencias en primera persona”, comparte con El Digital de Albacete.

Sobre el contexto en los años 90, María apunta a que “en los entornos rurales era complicado tener acceso a un ginecólogo y no podías ir al médico del pueblo, que conocía a toda tu familia. Lo mismo ocurría para conseguir anticonceptivos, además que la educación sexual no era la de hoy”. En aquel momento, no había clínicas en Albacete, y esta mujer se desplazó hasta Valencia, lo que también supuso un coste económico. “No recuerdo exactamente cuánto fue, pero lo equivalente al sueldo de un mes en el momento. No todo el mundo lo podía afrontar”, subraya.

“Cuando escucho que hay personas que van a rezar a una clínica en Albacete me espanto”, explica, y manifiesta que “solo le falta a una mujer que está pasando por un proceso traumático pasar por eso también. Puede ser una decisión propia, pero también hay un duelo y es traumático, una cosa no quita la otra y hay un sentimiento de culpa también”.

Pastillas / Foto: Pixabay

“La falta de sensibilidad te traumatiza muchísimo”

Paqui contactó con la asociación Talitha porque estaba atravesando un duelo. Tras trabajar en terapia, cogió consciencia de que necesitaba “trabajar mi duelo por mi pérdida gestacional, hace casi 30 años”, explica. Desde entonces, compagina su trabajo como Auxiliar de Enfermería con la colaboración en la asociación, puesto que “por motivos laborales, estoy muy involucrada en duelos perinatales y neonatales”, señala.

“Tuve una pérdida gestacional hace 26 años, y ese duelo lo he podido trabajar ahora porque era algo que tenía enquistado, no hablaba de eso y me ayudó mucho”, explica, y añade que “la mayoría de gente piensa que un aborto no es nada, pero en ese momento sentí que había perdido un hijo”. Sobre el proceso, la mujer recuerda que “me pusieron en la misma sala con 5 personas, 3 estaban dando a luz y 2 abortando. Esa falta de sensibilidad te traumatiza muchísimo”. Como sanitaria, Paqui también está actualmente en la otra parte e indica que “intento hacerlo siempre lo mejor posible, tener en cuenta estos factores y apoyar y escuchar a las personas”.

Hospital / Foto: PixabaY

“Las interrupciones voluntarias también tienen sentimiento de culpa, y hay que trabajarla”

“A veces las abrazo, y luego inicio el protocolo”, explica, y manifiesta que “muchas mujeres van solas y es complicado, incluso algunas de ellas van a revisión y se encuentran con casos como malformaciones o que el bebé no tiene latido y tienen que abortar”. “Es una situación que está invisibilizada, incluso hay gente que dice la típica frase de ‘ya tendrás más hijos’, como si nada”, señala, y añade que “en mi caso, perdí a mi hijo y me puse un DIU, los médicos me decían que cuanto antes, pero necesitaba estar preparada porque sabía que serían 9 meses angustiosos”.

La enfermera de Albacete indica que “sientes un vacío, incluso las mujeres que lo deciden por voluntad propia también, al final es una situación delicada”, y añade que “las interrupciones voluntarias también tienen sentimiento de culpa, y hay que trabajarla”.

Hospital / Foto: Pixabay

Como sanitaria, Paqui explica que “hay muchísimos casos y son muy complicados”, y subraya que “los abortos terapéuticos son delicados. Se producen cuando has superado el ecuador del embarazo y aparece una malformación muy grande, y tienes que tomar una decisión”. Este tipo de procesos se llevan a cabo “en Madrid”, como señala la experta, que apunta que “estas personas no quieren abortar pero tienen que pasar por este proceso y es complicado”. Otro de los casos más difíciles de gestionar, según la enfermera, son “los bebés que nacen fallecidos. En ese caso hay un protocolo y hay que dar a luz. Eso es difícil de gestionar a todos los niveles, son muchas horas de parto y dolor de todo tipo”, explica.

Mariposas azules

En esos procesos es vital que los profesionales estén adecuadamente formados para acompañar a las personas, más allá del plano estrictamente sanitario. “Personalmente, les doy mi número de teléfono porque trabajo con Talitha y estoy a su disposición”, señala la enfermera. “Es un proceso, hay que asimilarlo y tiene sus etapas. Como profesionales, a veces nos ocurre a diario, pero estamos sensibilizados y es importante”, asegura.

Paqui explica que en su hospital, cuando se produce una pérdida de este tipo “se coloca una mariposa azul, un símbolo que significa que las personas de esta habitación están pasando por un duelo y así el personal lo puede reconocer”, y añade que “intentamos siempre alejarlas de donde hay llantos de niños. Son pequeños detalles que hay que tener en cuenta”. “Hay pérdidas que requieren un día de ingreso, pero algunas requieren varios y es importante tener en cuenta que hay que tener tacto”, subraya.

664 mujeres interrumpieron la gestación en la provincia Albacete en 2023. Detrás de esta cifra, hay más de 600 historias, procesos, duelos, y casos diferentes. Eso sí, cabe destacar que muchas de ellas tienen en común el silencio. Unos testimonios que en muchos casos han estado silenciados durante décadas y un tema que todavía sigue siendo tabú en la sociedad actual.

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Noelia López

Natural de Albacete, Graduada en Periodismo por la Universidad Miguel Hernández. Experiencia en medios de comunicación como VIsión6, Es Radio y Telemadrid
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