Francisco Díaz, de 88 años de edad, ha cumplido el sueño de exponer sus maquetas en Villarrobledo, su pueblo natal. Unas maquetas con las que recuerda su etapa como agricultor. La exposición, que se puede visitar en el Claustro del Ayuntamiento, lleva el nombre de ‘Transporte y agricultura en la antigüedad de nuestro Villarrobledo’, y está enmarcada dentro de las actividades de la ‘Fiesta de la Vendimia’ que se están celebrando en la localidad.
Toda una vida trabajando en el campo
Francisco tuvo que empezar muy temprano a trabajar en el campo, hasta que, con 39 años, emigró a Valencia en busca de mejores condiciones laborales, trabajando allí como conductor de camiones, donde permaneció hasta su jubilación. Cuando estaba a punto de llegar a la edad de jubilación, comenzó a hacer maquetas a mano con la temática del transporte y la agricultura en la antigüedad, recordando así su juventud en el pueblo y sus trabajos en el campo. Un trabajo que, con el tiempo, se convirtió en su pasión. “He estado con las mulas desde que tengo uso de razón. He sido labrador toda mi vida, porque me ha gustado mucho el campo. A los 7 años empecé a trillar, a los 9 a garabatear en la siembra con el garabato y una mula, a los 12 labraba con un par de mulas, y a los 13 ya tenía trabajo fijo como agricultor en la aldea ‘Los Andreos’, donde permanecí unos cuantos años”, indica Francisco.
Cuando tenía 17 años conoció a Isabel, la que unos años más tarde sería su esposa. Isabel Ruiz recuerda que, por aquel entonces, entró de niñera en una casa en la que “Francisco trabajaba en labores del campo, y una moza me dijo que se estaba fijando en mí. Yo no me había percatado, pero al decírmelo empecé a fijarme en él, y me di cuenta de que no estaba nada mal el chico. Entonces me tiró los tejos, comenzamos a salir, y a partir de ahí estuvimos 10 años de novios. Luego nos casamos y nos fuimos juntos a la aldea ‘La Mueda’, a trabajar en el campo”.
Maquetas para recordar
En 1975, Francisco e Isabel se fueron a Valencia en busca de oportunidades, pero nunca olvidaron sus raíces. Isabel señala que “Francisco se ha criado trabajando en el campo, y, aunque nos fuimos a vivir a Valencia, siempre tuvo muy presente su etapa como agricultor. Así que comenzó a hacer maquetas, y esta afición le servía para recordar aquellos tiempos tan felices en su pueblo. Algunos días llegué a pensar que ya no tenía marido, porque se metía en su taller horas y horas y ya no salía para nada. De hecho, si quería verlo tenía que ir yo al taller. Una cosa que no entiendo, es cómo ha podido hacer estas maquetas con todo lujo de detalles, con los dedos tan recios que tiene. Me parece un verdadero logro”.
Francisco e Isabel formaron una familia junto a sus tres hijos varones. El pequeño de los tres hermanos, José Ángel Díaz, nos cuenta que “aunque nos trasladamos a Valencia, mis padres nunca han olvidado sus raíces. Yo tenía 4 meses en ese momento, por lo que me he criado en Valencia, pero siempre me han transmitido esas raíces manchegas, y el amor por Villarrobledo. Mi padre siempre ha añorado su pueblo, y todo lo que vivió en sus tiempos mozos, así que comenzó a darle forma a esos recuerdos haciendo maquetas. Lo curioso es que no miraba fotos para fabricarlas, sino que plasmaba con sus manos los recuerdos que tenía en su cabeza. Pasaba muchas horas en su taller, porque era algo que le apasionaba. Comenzó a hacer maquetas un poco antes de la jubilación, y cuando se jubiló y tenía más tiempo, más tiempo le dedicaba. Nosotros no pensábamos que iba a hacer tantas, pero poco a poco se fue haciendo con una buena colección. Un día estábamos comiendo en casa, y comentó que su ilusión era exponer su trabajo en el pueblo, para que todos sus paisanos, amigos, familia y vecinos pudieran verlo, y fue entonces cuando me puse en marcha. Contacté con el ayuntamiento de Villarrobledo, y con las asociaciones, y al final se ha cumplido el sueño. Toda la familia estamos muy orgullosos de él, y muy contentos de verlo tan feliz”.
Una exposición muy peculiar
Juan José Calero, Concejal de Agricultura del Ayuntamiento de Villarrobledo, refleja que “Francisco ha traído esta exposición desde la tierra donde tuvo que emigrar hace muchos años en busca de trabajo, y lo ha hecho con todo el amor del mundo. Es una exposición muy peculiar, porque no se ve algo así todos los días, salvo a través de fotografías de época. Es una muestra en la que podemos ver nuestras raíces a través del trabajo en el campo. Tenerla en Villarrobledo es toda una suerte, porque está teniendo mucha aceptación entre los vecinos. La gente mayor recuerda su juventud, la gente de mediana edad recuerda su niñez, y los más jóvenes descubren algo que no han vivido. Además, de esta manera se ha cumplido el sueño de Francisco, y merece la pena solo por ver sus ojos llenos de emoción y satisfacción por su trabajo”, concluye. Francisco Díaz recuerda su vida de agricultor a través de la elaboración de unas maquetas que, durante estos días, pueden visitarse en el Claustro del Ayuntamiento de Villarrobledo. Para Francisco, y toda su familia, un sueño hecho realidad.