Pasear entre las salas del Museo de Albacete supone un viaje a través de la historia, pero también disfrutar de las especiales creaciones de diversos artistas. Obras y piezas que son una auténtica joya y que pueden disfrutar quienes decidan sumergirse en este importante espacio cultural.
Pero además, el Museo de Albacete custodia un valioso tesoro que no está, a priori, a la vista de todos los visitantes. Hablamos de las salas de reserva en las que se encuentran almacenadas las cientos de miles de piezas y obras que atesora y cuidan con especial mimo los responsables de esta institución museística.
Sala de reserva del Museo de Albacete
Se trata de grandes espacios en los que permanecen guardadas todas las piezas que no ve la gente expuestas, y es que “si tuviéramos que exhibir todo, no habría espacio suficiente”, trasladaba la directora del Museo de Albacete, Blanca Gamo. Al respecto, puntualizaba que en las salas de reserva “se conservan todos los bienes que van ingresando y que forman parte de la colección del museo”.
El Museo de Albacete es una institución museística de titularidad estatal gestionada por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Representa el devenir histórico y cultural de la provincia de Albacete, como parte del patrimonio histórico-artístico y cultural de la región. Pero además, es un valioso archivo para la arqueología provincial, con proyección nacional por la calidad de muchos de los hallazgos producidos.
Su sede se encuentra arropada por uno de los espacios verdes más representativos de la ciudad de Albacete, localizándose en el interior del Parque Abelardo Sánchez. Además, el Museo de Albacete tiene como misión contribuir al conocimiento de los pueblos a través de la difusión del importante patrimonio cultural que conserva.
Un importante trabajo para conservar el pasado, presente y futuro de la historia de Albacete
Con el objetivo de cumplir con esta importante misión el Museo de Albacete custodia los bienes culturales en salas de reserva o almacenes acondicionados para la adecuada conservación y para la visita parcial de los mismos. Utiliza modernos sistemas de almacenamiento para garantizar la correcta conservación de estas joyas que forman parte de la historia pasada, presente y futura de Albacete.
Uno de estos espacios está dedicado a la custodia de obras de bellas artes “donde se guardan cuadros, esculturas, grabados o dibujos”, explicaba la directora del Museo de Albacete. Para que todas estas obras de arte no sufran ningún daño durante su conservación “los cuadros se organizan en peines. Hay varios paneles para las cosas que tienen que estar en horizontal y estanterías para guardar esculturas y otras piezas”, desgranaba.
Además de este espacio, el Museo de Albacete cuenta con otros tres almacenes dedicados a la arqueología. Al respecto, destacaba Blanca Gamo que “la colección arqueológica es la que más crece”, aclarando que “por ley, todos los bienes arqueológicos que salen de las excavaciones que se realizan en la provincia vienen al Museo de Albacete, institución encargada de la custodia de todas estas piezas. Igualmente, puntualizaba que “no siempre salen piezas completas y no todo lo que se exhibe es todo lo que hay en el museo”.
Para los estudios arqueológicos un fragmento de una pieza puede proporcionar innumerable información. En este punto, concretaba la actual directora del Museo de Albacete que estos fragmentos “nos aportan los datos que nos hacen falta para nuestros estudios”. De modo que, el Museo de Albacete custodia piezas completas, pero también numerosos fragmentos de una parte por el todo que aún puede permanecer oculta, y lo hace en tres almacenes debidamente organizados con estanterías y armarios compactos, guardando todo este importante material arqueológico en cajas de PH neutro.
Especiales condiciones para que estas joyas no sufran ningún daño
“Lo ideal es que las piezas tengan siempre una estabilidad tanto de humedad relativa como de temperatura”, desgranaba Blanca Gamo en relación a la conservación de las piezas que se almacenan y custodian en el corazón del Museo de Albacete. De este modo, cabe recordar que el proceso y necesidades de conservación pueden variar dependiendo de la naturaleza de los bienes.
En este caso, especificaba la directora del Museo de Albacete que “por ejemplo, los trajes de manchega se confeccionan con unos tejidos muy delicados y si tienen una humedad muy alta pueden sufrir”, añadiendo que “si tienen una iluminación excesiva los tejidos también se decoloran”. Algo parecido ocurre también con la pintura, y es que “con cambios bruscos de temperatura los lienzos se destensan y la pintura se empieza craquelar”, explicaba.
Pero además, la madera que enmarca estas pinturas o que forma parte de otros de los bienes que custodia el Museo de Albacete también es especialmente delicada. En este caso, Blanca Gamo recordaba que la madera “es muy sensible, si se moja la madera se hincha, pero si se seca se resquebraja”. Al respecto, ponía de relieve que “los materiales orgánicos son muy delicados y tienen que tener unas condiciones de estabilidad” que garanticen su conservación, apuntando que “en algunos casos es más importante mantener la humedad y en otros la temperatura”.
Humedad, temperatura o luz son algunas de las condiciones que desde el Museo de Albacete miden con exactitud para la correcta preservación de todas las obras que se custodian en su imponente almacén. Pero además, vigilan muy de cerca a unos pequeños seres que pueden poner en peligro estos bienes: los insectos. En este punto, concretaba Blanca Gamo que “los insectos también son un problema”, especificando que pueden afectar especialmente a “tejidos y maderas”.
Cerca de 20.000 piezas registradas en el Museo de Albacete
Más allá del tipo de material con el que estén hechas cada una de las piezas que custodia el Museo de Albacete, ponía de relieve su directora que “todas tienen que tener una buena limpieza y una buena ordenación porque si no es imposible localizarlas”. Y es que la salas de reserva del Museo de Albacete custodian “cerca de 20.000 piezas registradas”, desvelaba Blanca Gamo, pero incidía en que “seguramente, unidades contantes tendremos el triple”.
Al respecto, explicaba que el Museo de Albacete cuenta con un libro de registro en el que aparecen numeradas todas las piezas que atesora el museo. “Solo se da un número de inventario a las piezas que nos dan una información total”, detallaba Blanca Gamo. Sin embargo, concretaba que “a veces el número de inventario es para un conjunto de botones de una casaca”, detallando que “a lo mejor le damos un número a cada botón o a todo el conjunto de botones”. En este punto, concretaba que esto «depende de varias casuísticas”.
Tomando prestadas las palabras de la anterior directora del Museo de Albacete, Rubí Sanz, apuntaba que “si tienes 10 fragmentos de una pieza y se te cae al suelo, tienes 20 fragmentos, pero en realidad tienes solo una pieza”. Una reflexión que refleja la filosofía de los números de inventariado de los bienes que se custodian en la sala de reserva del Museo de Albacete.
“Si nosotros no tuviéramos las colecciones bien colocadas, bien topografiadas, bien fijada su ubicación, sería imposible trabajar y encontrar nada”, reflexionaba Blanca Gamo sobre la importancia de catalogar de forma adecuada cada una de las piezas del Museo de Albacete para su correcta conservación.
Labor que facilita el trabajo a los investigadores
Pero además, se trata de un importante trabajo que también facilita la labor de los investigadores del propio museo y de los estudiosos que se acercan a Albacete para estudiar alguna de las piezas que atesora este espacio. Y es que son muchos los investigadores que se acercan hasta el Museo de Albacete “para trabajar sobre las colecciones y sobre los fondos”, subrayaba su directora.
Al respecto, detallaba que desde el Museo de Albacete deben proporcionar y sacar a estos investigadores aquellas piezas que necesiten. Por este motivo, incidía en la importancia de su correcta catalogación, ya que “para sacar estas piezas, tenemos que saber dónde están guardadas”.
Consideraba Blanca Gamo que los almacenes “son el alma del museo”, poniendo de relieve la importancia que tienen estos espacios. Se trata del verdadero corazón del Museo de Albacete, un espacio que su directora definía como “la memoria y la custodia”. De este modo, concretaba que “lo que está expuesto en las salas es fundamental porque es lo más significativo, lo más bello, lo más completo o lo más identitario, pero lo que está en los almacenes del Museo es el grueso de la realidad”.
Para poner en valor la importancia de este espacio trasladaba que “en las salas de exposición hay unas cinco cerámicas del siglo IX, pero en la sala de reserva habrá cerca de 500 cerámicas”. Además, destacaba que “estas piezas son las que permiten hacer los estudios”, y gracias a su correcta conservación permiten hacer importantes descubrimientos pese al paso del tiempo.
De este modo ponía como ejemplo el caso del yacimiento de El Acequión, apuntando que “muchas muestras de fauna de El Acequión se guardan en las salas de reserva del Museo de Albacete”, apuntando que “ahora con nuevas técnicas y con nuevos estudios e intereses” se puede descubrir mucho más sobre el pasado de Albacete. Y es que “los restos hablan dependiendo de lo que les preguntemos”, manifestaba Blanca Gamo.
Gracias a que todas estas muestras de fauna estaban guardadas en el Museo de Albacete desde los años 80 se han podido volver a revisar y a estudiar, adelantando que “se están sacando muchos datos nuevos sobre domesticación y sobre cosas que a lo mejor en los años 80 importaban menos”. Por todo ello, ponía de relieve la directora del Museo de Albacete “la importancia de tener almacenes, siendo necesario contar todas las piezas y guardarlas”.
Sobre la importante información que pueden proporcionar estas piezas localizadas en diversas excavaciones arqueológicas en la provincia detallaba la directora del Museo de Albacete que “en las cerámicas no se podían hacer las analíticas que hacemos ahora”. Al respecto, desvelaba que con las nuevas técnicas desarrolladas “podemos saber qué se ha comido o qué restos contenía”, algo que antaño no se podía conocer.
Pero además, en la actualidad “también se pueden realizar un montón de técnicas que nos permiten rastrear en esqueletos humanos no solo los orígenes y parentesco, sino incluso dietas”, matizaba Blanca Gamo. De modo que, si el Museo de Albacete no hubiera guardado todos estos restos sería imposible conocer esta relevante información del pasado que nos ayuda a comprender el presente y “por eso es tan importante que se custodie todo”, reconocía.
Visita a la sala de reserva del Museo de Albacete
Un importante espacio que es el corazón del Museo de Albacete, pero que parece estar escondido de la vista de quienes lo visitan. Sin embargo, las salas de reserva del Museo de Albacete no están cerradas al público y si se solicita de forma previa pueden visitarse para descubrir más de cerca cómo late el corazón del Museo de Albacete.
De este modo, trasladaba Blanca Gamo que “de vez en cuando se organizan visitas guiadas para acompañar a algún colectivo o a los alumnos de la Escuela de Arte”, especificando que “periódicamente hacemos este tipo de visitas cuando algún colectivo o grupo tiene especial interés y nos hacen una solicitud para organizar la visita”. Estas visitas a la sala de reserva del Museo de Albacete no se realizan a diario, pero se llevan a cabo visitas guiadas cuando se solicitan.
Ampliación del personal para evitar que estas piezas se deterioren
Concretaba la directora del Museo de Albacete que “la parte de la custodia y la conservación e las piezas es muy importante”. Ponía de relieve que en este apartado cuentan “con unos talleres de restauración muy buenos y preparados”, pero trasladaba que “tenemos una importante escasez de personal que debería mejorarse en un futuro”.
Un déficit de personal y presupuestario que supone que “no tengamos restauradores y conservadores en las plantillas de los museos de Castilla-la Mancha”, apuntaba. De este modo, ponía de relieve que “una de las principales labores de los museos es la de conservar”, destacado las necesarias conservaciones preventivas.
En concreto, exponía que “cuando una cosa se ha dañado viene un restaurador, pero esa labor de conservación preventiva la realiza un especialista para garantizar que las condiciones sean siempre las óptimas para que las colecciones no se deterioren”. De este modo, consideraba la directora del Museo de Albacete que “si tuviéramos unas plantillas mayores se podrían hacer muchas cosas”.