En 1974 abrió en Albacete el restaurante ‘Dolomiti’, convirtiéndose en la primera pizzería de la ciudad. Desde entonces elaboran sus pizzas de forma artesanal, siendo ahora la segunda generación la que se ocupa de continuar la tradición.
Mónica Corredor, actual gerente de ‘Dolomiti’, nos cuenta que “el artífice de que ‘Dolomiti’ se pusiera en marcha fue Vicenzo Ferina. La historia comenzó cuando mi padre, Andrés Corredor, se fue a trabajar a Alemania siendo muy joven. Mi tía Paquita, su hermana, fue un día a verlo y conoció a Vicenzo, un apuesto italiano que también estaba allí por trabajo. A los pocos días, mi tía Paquita tenía que volver a Albacete, y Vicenzo decidió venirse con ella, convirtiéndose al poco tiempo en mi tío. Ya en Albacete, en 1974, Vicenzo decidió abrir un café-bar al que llamó ‘Dolomiti’, tomando el nombre de un conjunto de macizos montañosos situados en los Alpes italianos. Mi tío Vicenzo enseguida supo diferenciarse del resto, porque se hizo con un pequeño horno, en el que, de manera eventual, elaboraba pizzas que ofrecía a los clientes en forma de tapa. Por aquel entonces, en Albacete no había ningún sitio que hiciera pizzas, así que, poco a poco, la gente las fue probando y se fue enamorando de ellas”.
La primera pizzería de Albacete
Viendo que la cosa funcionaba, Vicenzo decidió realizar una reforma en 1981. “Mi tío ya no daba abasto con el hornillo que tenía, así que compró un par de hornos grandes, e hizo una reforma para darle un giro al local y convertirlo en una auténtica pizzería. En esta reforma entró mi padre, cuñado de Vicenzo, como socio del negocio, creando juntos la primera pizzería de Albacete. Comenzaron con 7 tipos de pizzas, las más básicas, pero tuvieron tanto éxito que enseguida fueron ampliando la carta. Durante algunos años, las de ‘Dolomiti’ eran las únicas pizzas que se podían encontrar en la ciudad”, aclara.
Alrededor de 1987, comenzaron a aparecer más establecimientos de este tipo. “Empezaron a abrir otras pizzerías en Albacete, e incluso alguna franquicia que introdujo el reparto a domicilio, algo que enseguida se puso de moda. Por aquel entonces mis hermanas y yo teníamos un ‘Vespino’, y mi padre le puso un cajón y lo destinó a reparto a domicilio del restaurante. Esta nueva forma de negocio funcionó muy bien, y poco a poco fueron comprando más ‘Vespinos’. Un año más tarde, en 1988, cuando tenía 18 años, entré a trabajar en ‘Dolomiti’ los fines de semana para coger el teléfono y atender los pedidos. Dos años después, cuando cumplí 20 años, me hicieron el contrato de jornada completa para cubrir más áreas del trabajo”, indica.
Cuando llegó el boom de las pizzerías a la ciudad, aunque “se notó un pequeño bajón, el negoció siguió funcionando muy bien. Hay que tener en cuenta que ya no estábamos solos, había más oferta, y era la novedad, pero poco a poco los clientes fueron volviendo a nuestra pizza tradicional. Así que a principios de los 90 compraron un par de hornos más grandes, que se sumaron a los dos que ya había, y que son los 4 que siguen horneando nuestras pizzas a día de hoy”, revela.
La nueva generación de ‘Dolomiti’
Vicenzo Ferina y Andrés Corredor siguieron al frente de ‘Dolomiti’ hasta que les llegó la edad de jubilación, siendo Mónica, segunda generación del negocio familiar, la que se ocupó de continuar la tradición. “Yo cojo las riendas de la pizzería en 2008, cuando tenía 38 años, y sigo elaborando las pizzas con la receta familiar. Las pizzas no se hacen igual en todos los lados, y yo quería seguir con la tradición, la de amasar todos los días para elaborar las mejores pizzas, dedicando el tiempo necesario en la fermentación, amasado y cocción para conseguir el sabor tan especial que tienen nuestras pizzas artesanas. He querido mantener la esencia, seleccionando y utilizando los mejores productos frescos, traídos directamente desde la Lonja Municipal. Pero también, he creído renovar y adaptar la carta a las nuevas realidades, incorporando opciones tanto vegetarianas como veganas, o la masa elaborada con harina de espelta integral”, puntualiza.
A lo largo de los 50 años de andadura, la pizzería ‘Dolomiti’ ha conseguido una clientela fiel que asegura que las del ‘Dolomiti’, son las mejores pizzas de la zona. “Han venido las distintas generaciones. Primero venían los abuelos, luego los padres, y ahora los hijos, porque ‘Dolomiti’ es un local muy familiar enfocado a reuniones familiares, en la que existe mucho afecto, no a reuniones frías de empresa. No es una cadena, ni un súper restaurante, en realidad es una trattoria, donde el ambiente es informal y relajado. Un local con buenos precios, y una clientela fija y estable. Siempre ha sido un sitio pequeño y acogedor, donde ir con la familia, o amigos, a comer unas pizzas, a reír un rato y estar a gusto, y eso es lo que estoy intentando respetar. El local está intacto desde su reforma en 1981, y un montón de veces he pensado en ampliar, o reformar, pero es que si lo hago ya no sería ‘Dolomiti’, y no quiero que se pierda la esencia”, concluye. Para disfrutar de la auténtica pizza no es necesario coger un avión a Nápoles, porque en la calle Alarcón de Albacete se encuentra la pizzería ‘Dolomiti’, en donde elaboran la pizza de forma artesanal desde 1974.