La basura electrónica es uno de los temas candentes en la sociedad. En un mundo cada vez más conectado, muchas de las acciones cotidianas conllevan el uso de aparatos electrónicos: desde poner una lavadora, hasta usar el móvil o preparar un café. Al dañarse, o quedarse obsoletos, todos estos objetos pueden terminar en la basura o, en el peor de los casos, en la naturaleza. Los productos electrónicos contienen elementos como el plástico, el litio o metales pesados, que deterioran el medio ambiente y estropean el paisaje. Al no ser biodegradables, muchos de ellos pueden permanecer durante décadas o incluso cientos de años sin descomponerse. A esto se le llama basura electrónica y se genera una tonelada cada año según el Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil).
La basura electrónica pone en peligro la naturaleza y degrada el medio ambiente. Para entender mejor esta situación, Jesús Garrido, portavoz de Ecologistas en Acción de Castilla-La Mancha, repasa las claves del impacto de la basura electrónica en una entrevista concedida a El Digital de Albacete. “Algunos componentes son bastante dañinos, sobre todo las baterías, que complican el reciclaje y degradan el medio ambiente”, comenta Jesús Garrido. Las baterías son uno de los elementos que se incluyen en casi todos los aparatos modernos. Sus materiales pueden dañar el medio ambiente, ya que contienen litio, capaz de contaminar el suelo, el agua y los humedales. Respecto a la basura electrónica comenta que “lo mejor es no generarla” y, para poner un ejemplo, explica que “se utiliza ácido sulfúrico para retirar el oro de las placas. A veces, es peor el remedio que la enfermedad”.
Una vez ha terminado la vida útil de un producto, el consumidor se plantea qué hacer con lo que ya no funciona. Esto puede suponer un auténtico quebradero de cabeza. No se puede tirar al contenedor amarillo, ni al azul, tampoco al verde y, por supuesto, no deben acabar en el de residuos orgánicos. Además, existe el problema de que el proceso de reciclado puede generar contaminación. Entonces, ¿qué pueden hacer los albaceteños con los aparatos que ya no funcionan? La primera solución se encuentra en la reparación.
La reparación de un producto que ha dejado de funcionar cuenta con grandes ventajas. Darle una segunda vida a un dispositivo antiguo reduce significativamente el impacto de este en la naturaleza. Con este objetivo en mente, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha ha puesto en marcha el programa Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEECLM), para reparar, reutilizar y reciclar los productos de los castellano-manchegos. Según la información facilitada a El Digital de Albacete por la Consejería de Desarrollo Sostenible del Gobierno de Castilla-La Mancha, este programa realiza actividades de sensibilización y formación, en coordinación con los Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP), organizaciones que representan a los fabricantes y tienen la obligación de gestionar la basura electrónica generada en el proceso.
El derecho a reparar
En el año 2021, entró en vigor en la UE y el Reino Unido el llamado ‘Derecho a reparar’, una normativa aprobada en noviembre de 2020 por el Parlamento Europeo, que obliga a los fabricantes de neveras, lavadoras, televisores y otros productos de electrónica a contar con piezas de reparación de repuesto por un período mínimo de 10 años. La normativa europea pretende hacer frente a la obsolescencia programada. Esta práctica, llevada a cabo por algunas empresas tecnológicas, supone la producción de bienes pensados para quedarse obsoletos en un tiempo determinado. Esto obliga a los usuarios a gastar más dinero en nuevos modelos y tirar los antiguos. Jesús Garrido también es informático y explica que “hay muchos productos que está demostrado estadísticamente que fallan el mismo día” y que él reparaba impresoras que, aunque no funcionaran cuando las recibía, su reparación era tan sencilla como cambiar un simple chip cuya programación provocaba que dejaran de funcionar de un día para otro.
Sin embargo, ante los elevados costes de reparación de algunos productos, los consumidores pueden verse tentados a utilizar ese dinero en adquirir nuevos modelos. “Siempre hay un margen de reparación que no contemplamos”, explica Garrido, haciendo referencia al dilema que se encuentra el consumidor cuando, por ejemplo, comprar un ordenador nuevo le cuesta poco más que reparar uno antiguo.
Los ciudadanos también generan basura electrónica innecesaria cuando compran algo por capricho. “Queremos estar a la última. La presión social nos lleva a tener el último modelo de ordenador o teléfono, aunque no lo necesitemos”, explica el ecologista Jesús Garrido. De todas formas, añade que “todos nos queremos dar un capricho, pero una cosa es darnos un capricho y otra ir con todo a la última”. Esta es otra de las claves de este asunto. Muchas veces, las personas se deshacen de aparatos plenamente funcionales, generando más basura electrónica.
Para facilitarle el acceso a la reparación a los castellano-manchegos, en RAEECLM cuentan con el programa de la taller itinerante, una furgoneta que se desplaza por los pueblos para ofrecer la reparación de los electrodomésticos y aparatos electrónicos. Este taller-furgoneta hizo su aparición por primera vez en marzo de 2023 en Albacete y ha visitado un total de 147 municipios y 28 comarcas de toda Castilla-La Mancha. No obstante, dependen de las posibilidades de reparación y la disponibilidad de los repuestos. El taller siempre intentará arreglar el aparato, procediendo a retirarlo cuando no quede otra opción. También se ha tenido en cuenta la optimización de las rutas: el taller recorre Castilla-La Mancha en recorridos que no superan los 100 kilómetros diarios.
La economía circular supone aprovechar los recursos al máximo y se basa en las ‘tres R’: reducir, reutilizar y reciclar. Todos los programas ecológicos enfocados a la gestión de desperdicios se basan en este procedimiento. RAEECLM no es una excepción, reduce la contaminación mediante la reparación de los dispositivos. Asimismo, pusieron en marcha una campaña itinerante de comunicación y educación ambiental en materia de reparación de aparatos eléctricos y electrónicos, concienciando a la población sobre la necesidad de reparar y alargar la vida útil de los aparatos eléctricos y electrónicos, y recomendando un consumo responsable y de productos energéticamente eficientes.
La importancia de los puntos limpios
Pero no siempre es posible la reparación y, en ocasiones, por más que se quiera reparar o reutilizar algo, no queda más remedio que deshacerse de ello. Entonces, ¿existen lugares para tirar estos productos sin dañar el medio ambiente? Lo cierto es que sí. Ahora mismo, en Albacete existen dos opciones: ir al punto limpio en las afueras de la ciudad (el conocido como Ecoparque La Dehesa) o esperar a que el punto limpio móvil pase por tu barrio. El punto limpio móvil se trata de un contenedor que, como su nombre indica, realiza un trayecto a través de Albacete recogiendo todo tipo de residuos que no se deben tirar en los contenedores convencionales. En su la página web del ecoparque, se indica en cuál de las 18 ubicaciones se encuentra, estando disponible de martes a jueves.
Teniendo en cuenta los hechos anteriormente mencionados, la solución lógica sería pedir la reparación al fabricante. En caso de que no fuera posible, siempre queda la opción de acudir al ecoparque o esperar al punto limpio móvil. El problema aparece cuando los ciudadanos no quieren, o no pueden, aguantar tanto tiempo o desplazarse tan lejos. Para solventar esta situación, conviene preguntarse si la Administración debería poner a disposición de los ciudadanos nuevos contenedores enfocados a la retirada de la basura electrónica para separarla del resto de residuos. “Se debería hacer una red de recogida, al igual que se hace con los desechos orgánicos”, argumenta Jesús Garrido. De esta manera, se incentivaría el reciclaje entre los albaceteños y se pondría punto final a este problema, evitando el gasto de combustible para desplazarse al punto limpio y la contaminación que ello conlleva.
/Fotos: Pixabay y RAEECLM/