Lo hemos podido ver en series de televisión como ‘La que se avecina’ o ‘Cuéntame cómo pasó’, también en la gran pantalla, en películas como ‘Voy a pasármelo bien’, o ‘Tenemos que hablar’, y en el teatro, en obras como ‘Buena gente’ o ‘Rebota, rebota, y en tu cara explota’. Y es que, el albaceteño José Luis Marín ha conseguido hacerse un hueco en el mundo de la interpretación gracias a su esfuerzo y gran pasión.
Disney, y los culebrones de la abuela
Cuando cumplió la mayoría de edad, José Luis Marín, se fue a Madrid a perseguir su sueño, pero la historia comenzó mucho antes. El artista nos cuenta que “cuando tenía 5 años veía con mi abuela las películas de Disney y los culebrones, y eso, al parecer, me hizo meya. Hace poco encontré por casa un diario de aquella época de infancia, en el que expresaba que, cuando fuera mayor, quería escribir novelas como las que veía con mi abuela y mi tía Ana. De este modo, he descubierto que con esa edad, ya iba haciendo mis cábalas, aunque aún no supiera ni por donde iban los tiros”.

José Luis Marín es natural de Elche de la Sierra, pero la familia por parte de madre es de Molinicos, por lo que creció entre estos dos pueblos serranos. Su primer encuentro con el teatro fue cuando su abuela organizó una función de teatro aficionado en Molinicos. Marín recuerda que “con tan solo 5 años, ver todo aquel tramado de mentira que había montado detrás del escenario me maravilló. Por aquel entonces no había tanto avance técnico, así que tenían un aparato que al darle a un botón, sonaba un teléfono ficticio o una sirena de policía. A mí aquello me llamó mucho la atención, quizá porque era pequeño y para mí era como un juego. Fernando Fernán Gómez decía que de pequeños todos jugamos a ser otra cosa, y a pesar de lo raro de nuestra profesión, lo que no entendía era por qué, a determinada edad, los demás dejasen de tener ganas de jugar a eso. A mí me pasó algo así”.
Los viajes a Albacete para ir al teatro
José Luis nació el día de San José, Patrón de los carpinteros, que casualmente es la profesión de su padre, por lo que creció en una carpintería. El artista indica que “San José también es el Patrón de Molinicos, el pueblo de mi madre, y la gente dice que llegué a interrumpir la verbena para ver qué era eso. Vivimos encima de la carpintería, por lo que yo estaba siempre por ahí enredando. Todos los viernes, los viajantes de la madera hacían un recorrido por la zona, y mi casa era su última parada, para luego volver a Albacete. De algún modo, esa fue mi manera de ir acercándome poco a poco a mi sueño, porque me sirvió de transporte para ir a ver las obras que se programaban en el Teatro Circo, y luego volvía en la requenense o como fuera”.
Todo comenzó un día lluvioso en Elche de la Sierra. “Estaba con un grupo de amigos, empezó a llover y nos fuimos a la biblioteca del pueblo a refugiarnos. Por aquel entonces, con tan solo 15 años, mientras mis amigos estaban interesados en cosas de adolescentes, yo ya me había convertido en un cultureta pesado, y estaba muy puesto en el cine. En la biblioteca encontré una revista en la que vi que la compañía ‘Animalario’ estrenaba al día siguiente la obra ‘Hamelin’, en el Teatro Circo de Albacete. Cuando vi el elenco de actores que la interpretaban estaba convencido de que tenía que ir como fuese”, narra.

La compañía ‘Animalario’ le cautivó
Gracias a uno de los viajantes que pasaban por la carpintería, finalmente pudo ir a Albacete a ver ‘Hamelin’, por la compañía ‘Animalario’. “La obra me encantó. Hasta entonces no había visto nunca en directo a nadie que saliera en la tele, y mi sensación era que esa gente vivía en otro mundo. Así que cuando terminó la función, me esperé detrás porque quería ver a los actores y hacerme algunas fotos con ellos. Cuando llevaba ya un rato esperando, salió alguien del teatro y me preguntó qué hacía allí, y se lo expliqué. Les debió parecer curioso que un ‘mengajo’ de Albacete fuera solo a ver teatro, porque me dejaron pasar”, celebra.
Lo de ver en directo las caras de actores a los que admiraba por sus trayectorias en el cine, como Alberto San Juan, Guillermo Toledo o Roberto Álamo, y poder sentarse a charlar con ellos, fue una experiencia que “jamás olvidaré”, reconoce el artista, añadiendo que “en aquella época ya hablaba por los codos, pero esa noche no abrí la boca de lo nervioso que estaba. A partir de entonces seguí haciendo viajes a Albacete, hasta el punto de que ya me conocían en el teatro. En mi casa nunca me pusieron pegas, porque mis padres sabían que era muy responsable. Era buen estudiante, y además siempre estaba para trabajar en la carpintería, así que si tenía luego algún títere, ya no me podían decir nada. De hecho, también había algunas obras de teatro entre semana, y pude convencer a mi madre para que, de vez en cuando, me llevara. Me fui dando cuenta de que ese podía ser mi camino, y en mi casa siempre me apoyaron”, subraya.

Viajó a Madrid en busca de su sueño
Gracias a los viajes a Albacete, cuando llegó a Madrid con 18 años, ya había visto mucho teatro. “Con 17 años estudiaba por la mañana, y por las tardes trabajaba en la carpintería, y un día vi un anuncio de un curso de interpretación en Madrid de dos semanas, y ni lo dudé. El curso era los fines de semana, y entre semana aprovechaba para ir a ver todas las obras que pudiera en Madrid. Con este curso, y todo el teatro que había visto, me envalentoné, y el siguiente verano le dije a mi padre que no iba a ir a la carpintería una semana, porque iba a escribir una función para estrenarla en Molinicos. Así que colgué el cartel anunciador un lunes, incluso antes de escribir la obra. Ahora lo pienso y me doy cuenta de que fue una burrada, pero el caso es que tire para adelante, la escribí en tres días, y el viernes estaba presentando ‘Escaparate’. Una obra que además de escribirla, la dirigí, la interpreté, me encargué de la escenografía, de los efectos especiales, y hasta de las proyecciones. Fue entonces cuando me di cuenta de que eso era lo mío, y al día siguiente me fui a vivir a Madrid”, revela.
Llegó a Madrid en verano, momento en el que muchas escuelas de interpretación hacían seminarios, algo que “me vino muy bien, porque quería probar. En un principio estaba un poco perdido, y no sabía muy bien por donde tirar. Quería ser actor porque me encantaba el teatro, pero también me gustaba escribir y dirigir. Ante la duda, empecé en tres escuelas diferentes en plan burro, pero es que todo me sabía a poco. Empecé interpretación en la Escuela ‘Cristina Rota’, una Formación regular en la Escuela de Artes Escénicas ‘La Lavandería’, y una de Interpretación ante la Cámara con Carmelo Gómez e Imanol Uribe. Mientras, los fines de semana acosaba a los profesionales para que me dejaran participar en sus proyectos”, confiesa.

En 2013, el director de Animalario, Andrés Lima, organizó el Taller de investigación “Capitalismo”, que “para mí era lo máximo, pero estaba dirigido a profesionales, y gente con una trayectoria en el sector. Pero quería entrar, y me puse tan pesado que al final me dijeron que podía ir de oyente. Aunque solo tenía 20 años por aquel entonces, Andrés Lima no sabía si yo iba de oyente, porque eso venía desde la administración, así que el primer día, cuando dijo que había que hacer un círculo entre todos, allí que me fui, y me puse en el círculo como uno más. Los primeros años en Madrid fueron así, sin parar de lunes a domingo. Entre semana desde que salía el sol hasta la madrugada. Salía corriendo de una escuela, me comía un bocadillo en el metro, y llegaba a la siguiente escuela cuando ya había empezado la clase, y me ponía a hacer expresión corporal con el bocadillo recién comido. Luego los fines de semana hacíamos las funciones de la escuela. Además de interpretación, también lo fui compaginándolo con cursos y talleres de audiovisuales, porque no se me iba el títere de escribir y dirigir”, señala.
De la ‘Guerrilla’ al Teatro Lara
Siendo muy joven, en poco tiempo ya tenía un buen curriculum, y “ya me tomaban en serio para otros cursos, al dar por sentado que tenía buena formación. Cuando llevaba en Madrid unos años, me enteré de que David Serrano de la Peña, director de películas como ‘Días de Futbol’, o ‘El otro lado de la cama’, al que admiraba mucho, impartía cursos de interpretación a cámara, así que dejé las demás cosas y me centré en eso. De ahí salió el montaje de ‘Humanadas’, momento en el que me di cuenta de que por fin está pasando algo. A partir de ahí empecé a hacer mucho teatro de ‘guerrilla’. En esta función éramos 13 personas, y nos movíamos mucho para dar visibilidad a lo que hacíamos. Tanto que, después de pasar por varios pequeños teatros alternativos, acabamos en el Teatro Lara”, desvela.
A raíz de esta obra, y respaldado por el director David Serrano de la Peña, le surgió la oportunidad de participar, junto al actor Antonio Meléndez Peso, en ‘De garrulos y gays’. El intérprete pone de relieve que “esta también era una obra de ‘guerrilla’, que acabó en el Teatro Lara. A partir de esa obra me empezaron a salir muchos castings, y llegué a participar en ‘Tenemos que hablar’ una película dirigida también por David Serrano de la Peña, en donde participé en una escena junto a Hugo Silva. Entre medias hice la misma de antaño, y presenté en el teatro de mi pueblo ‘Lady Turbio’, una obra que escribí en unos días, que me hizo darme cuenta de que ese texto ya tenía algo más de peso, y una dimensión mayor de todo. Con el tiempo, esa obra que era tipo monólogo, conseguí llevarla a Madrid”.

Pasado, presente y futuro
El actor reconoce que conocer a David Serrano de la Peña fue algo muy relevante en su trayectoria, porque “la primera vez de muchas cosas han sido con él. Lo de ‘Humanadas’ lo hice con él, lo de participar en la obra ‘Garrulos y gays’ fue por su recomendación, la primera vez que aparecí en la gran pantalla fue en su película ‘Tenemos que hablar’, y la primera vez que me fui de gira con un teatro a nivel profesional, fue con su obra ‘Buena gente’, protagonizada por la gran Verónica Forqué”.
Además de la formación como actor, estudió la Diplomatura de Dirección de Cine, en el Instituto del Cine de Madrid. “Era algo que me rondaba siempre, y al final me animé y lo compaginé con lo que me iba saliendo, y con la gira de la obra ‘Buena gente’. Descubrí que quería dirigir cosas mías, y de ahí salió ‘Arrea’, un cortometraje que rodé en Molinicos, y que se nos fue de las manos. Después he ido haciendo papeles muy interesantes, en películas como ‘Voy a pasármelo bien’, o series, como ‘Vergüenza’, ‘Vota Juan’, ‘Hit’, o ‘Cristo rey’. Ya en 2023, he participado en series como ‘Cuéntame cómo pasó’, o ‘La que se avecina’, con algunos personajes episódicos”, refleja.
Mientras sigue trabajando, con 32 años, José Luis Marín se encuentra en un buen momento profesional. “Como actor tengo por delante proyectos muy interesantes que están por venir, y mientras tanto, estoy muy centrado en mis aspiraciones personales. Entre ellas, acabo de terminar de escribir una película que quiero rodar en Elche de la Sierra y Molinicos, y estoy muy ilusionado”, concluye. José Luis Marín, un actor, director, y guionista de nuestra tierra, que con las ganas y la pasión que le pone a su profesión, seguro que va a llegar a lo más alto.