Si echamos la vista atrás, la historia de muchos de nuestros antepasados está marcada por la miseria y el hambre, pero también por los conflictos históricos. La guerra y la pobreza eran algunas de las razones principales por las que la gente decidía cambiar de rumbo y empezar una vida nueva lejos de su tierra y de todo lo que conocían.
Alberto Dávila, un hombre cubano que ha echado raíces en Albacete, cuenta a El Digital de Albacete la triste historia de su abuelo, José María Franco, que tuvo que huir para evitar que lo mandaran fuera de la península, a la contienda en la que estaba involucrada España en aquella época, cuando era solo un niño.
José María nació en Orbazay, un pueblo de Lugo, pero con tan solo 14 años tuvo que emigrar muy lejos de lo que era su hogar. Hogar al que siempre quiso volver, pero nunca pudo regresar.

“Se fue solo en el barco y llegó sin conocer a nadie en Cuba”
La vida de José María y su madre no fue fácil, ya que su padre nunca lo reconoció como hijo y en aquella época esto marcó a la familia. En 1912, José María, se fue de su tierra natal para huir de la guerra en la que España se encontraba inmersa. El temor de una madre por el posible destino de su hijo, la llevó a meter a un chico de apenas 14 años en un barco como polizonte rumbo a Cuba.
“Se fue solo en el barco y llegó sin conocer a nadie en Cuba”, relata Alberto. La madre de José María prefirió que se marchara al otro lado del mundo antes que tener que ver como su hijo se marchaba a lo que era la guerra por aquella época, una muerte segura. “No se sabe cómo fue ese viaje porque él se mostraba reacio al hablar sobre este tema. Llegó a una provincia que se llama Sancti Spíritus y allí empezó a trabajar como jornalero”, cuenta.

José María rehizo su vida en Cuba y formó su propia familia. “Después de muchos años conoció a mi abuela y construyeron una casita en la tierra de un hacendado y allí nacieron sus 5 hijos”. Alberto cuenta que su abuelo siempre tenía presente sus orígenes y que tenía la intención de regresar a España junto a dos de sus hijas, una de ellas era la madre de Alberto. “Su intención era volver algún día, incluso quería que mi mamá y mi tía lo acompañasen el día de mañana”, explica su nieto.

La madre de José María se casó con otro hombre y llegó a tener siete hermanos más, Ángel, Eduardo, Josefa, Rosa, Inés, Esperanza y Estrella. “Él mantenía contacto con sus familiares de España mediante cartas”, relata. José María siempre habló de regresar algún día a sus orígenes y especialmente de reencontrarse con su madre. El abuelo de Alberto se carteaba con sus familiares de España, sobre todo con su hermano menor, Eduardo. Alberto conserva una lista con los nombres de los hermanos de su abuelo y otros parientes por si el día de mañana pudiese encontrar a alguno de ellos o a sus descendientes. La situación cambió cuando falleció la madre y el hermano mayor de José María, “quedó un poco afectado, y no volvió a ponerse en contacto”, explica Alberto.

José María se ganó el cariño de la gente que conoció en Cuba y también el aprecio permanente de sus familiares. Su nieto lo define como “una persona muy humilde y un hombre muy honesto. Siempre crió a sus hijos como un padre amoroso y recibió mucho cariño y respeto de todos sus nietos, hijos y biznietos. Esto le ayudó un poco a vivir separado de la familia que había dejado en España. Él era muy cooperativo con la gente por eso lo quisieron tanto, y por eso la familia de mi abuela lo aceptó como uno más”, relata Alberto.

“Un español de pura cepa”
Además, recuerda que “fue un español de pura cepa. Te puedo decir que mi abuelo murió siendo un ciudadano español, nunca se hizo ciudadano cubano. Mi abuelo falleció en el año 1997, estuvo casi 80 años viviendo en Cuba y murió como extranjero residente en Cuba”, recalca Alberto.
Cuando José María murió, Alberto y su madre se quedaron con las ganas de cumplir con su deseo, ir juntos a conocer sus raíces en España, pero desgraciadamente no llegaron a tiempo. La madre de Alberto murió “meses antes de que le concedieran la nacionalidad española y nunca llegó a conocer la tierra donde nació su padre”, cuenta Alberto muy emocionado.
“Los dos quisieron venir y nunca pudieron y aquí estoy yo para eso”, relata muy conmovido.

Cómo llegó Alberto desde Cuba a Albacete
Alberto Dávila llegó a Albacete hace cinco años y no ha olvidado el deseo de su abuelo y de su madre de querer conocer el pueblo del que proviene su familia. Alberto conoció Albacete por unos amigos cubanos que le comentaron que era muy bonita y acogedora, ideal para empezar una nueva vida. Alberto tiene una tienda en calle La Feria y su pareja tiene una taller de costura llamado Doña Bibiana, ubicado en la calle Arquitecto Vandelvira.

Alberto cuenta que dos de sus hijos que viven en Estados Unidos visitaron España el año pasado e hicieron un poco de turismo por el país y conocieron lugares muy bellos, pero se sigue quedando con Albacete. “Yo me siento muy a gusto y he conocido otros lugares de España, como Valencia o Barcelona, pero como decimos allá yo me ‘aplatané’ en Albacete y aquí me quedo. Mi abuelo dejó sus huesos allá y yo los dejaré en Albacete. Aquí me siento bien y ya he echado mis raíces aquí. Aquí estaré el resto de mi vida”, concluye Alberto.

El deseo de Alberto, conocer el pueblo del que proviene su familia
“Yo tengo modestamente mis negocios aquí y yo solo quiero conocer aquello, hacer lo que mi mamá y mi abuelo no pudieron hacer. Espero que si las cosas funcionan un poco pueda hacer este viaje que llevo queriendo hacer mucho tiempo”, desea el nieto de José María.
“No se ni qué encontrar, yo lo que quiero es conocerlo”, concluye.
La única intención de Alberto es cumplir el deseo que ni su abuelo ni su madre pudieron llevar a cabo, regresar al pequeño pueblo de Lugo de donde José María se tuvo que marchar para no tener que ir a la guerra.
/Foto de portada: José María Franco junto a su biznieta. (Cedida por Alberto Dávila)/