Los albaceteños Demetrio Parra y Anastasia Martínez viajaron en 1913 desde Villapalacios (Albacete) hasta Argentina junto a sus 8 hijos, para evitar que los seis varones murieran en la guerra de Marruecos. 110 años después, Álvaro Parra, bisnieto de la pareja de emigrantes, ha vuelto a Villapalacios para recuperar sus raíces.
El villapalacense José Ángel Montañés, historiador y periodista, nos cuenta que “este matrimonio de Villapacios y sus ocho hijos, fueron protagonistas de una historia increíble que muestra, de entrada, el amor que pueden sentir unos padres por sus hijos, que los lleva a abandonar el lugar donde habían nacido y vivido toda su vida, dejando atrás al resto de la familia, y emprender un viaje lleno de incertidumbres y peligros, del que nunca regresaron”.
Un mensaje muy especial
José Ángel Montañés ha vivido muy de cerca esta historia, y gracias a él, hoy podemos conocerla. “Todo comenzó en septiembre de 2022, cuando recibí un mensaje privado por Facebook, en el que Álvaro Parra, un chico argentino, me contaba que estaba buscando datos sobre su abuelo, nacido en Villapalacios en 1908. Me contó que su abuelo tuvo que huir de España, junto a sus padres y hermanos, debido a la guerra. Son muchas las personas que escriben al perfil de Facebook de Historia de Villapalacios pidiendo información sobre personas o hechos del pasado de esta localidad, pensando que se trata de una página oficial. Siempre contesto y les ayudo en lo que puedo, porque me gusta, y porque además me ayuda a llegar a historias que de otra manera sería imposible. Pero en esta ocasión, me di cuenta enseguida de que iba a ser muy especial”, revela.
Con este mensaje, José Ángel dio comienzo una búsqueda de datos y fechas en publicaciones de la época y libros de actas del Ayuntamiento de Villapalacios, con los que fue reconstruyendo poco a poco esta historia familiar. “A partir de ese día, fui intercambiado con Álvaro Parra innumerables mensajes por Facebook y WhatsApp, en los que compartíamos todos los avances. Los mejores mensajes eran los audios que me reenviaba de su padre y sus dos tíos, hijos de Demetrio y Anastasia, que iban añadiendo a la historia, todos los datos que iban recordando”, apunta.
Huyendo de la guerra, con ocho hijos
La guerra que llevó a abandonar el país a los Parra Martínez en 1913 fue la de Marruecos, en concreto el conflicto en la región del norte de Marruecos del Rif, que estaba en aquel momento en plena efervescencia. Esta guerra había ocasionado la muerte de muchos soldados españoles, hasta tal punto de que las familias pagaban para que sus hijos no fueran a la guerra. El historiador pone de relieve que “Demetrio y Anastasia seguramente no podían pagar, y no estaban dispuestos a mandar a una muerte segura a ninguno de sus seis hijos varones, así que decidieron salir del país y dejar el pueblo los había visto nacer”.
De este modo, en octubre de 1913, Demetrio y Anastasia cogieron a sus 8 hijos, recogieron las pertenencias que pudieron, y tras despedirse de la familia, salieron de España. Montañés indica que “viajaron sin saber muy bien a donde iban, ni como irían. Tuvo que ser duro, porque, posiblemente, ni Demetrio ni Anastasia habían salido nunca de Villapalacios. El caso es que no dudaron en dejarlo todo, y salir hacia un lugar del que difícilmente tendrían noticias. La idea era viajar a Nueva York, pero al llegar al puerto de salida en Almería, el barco estaba completo. Se les informó que con esos billetes podían viajar a Argentina al día siguiente, y ni se lo pensaron. En realidad no había ningún plan, el único plan era irse”.
Un duro viaje
Pero antes de zarpar tuvieron que superar la primera prueba. El periodista señala que “sus dos hijos mayores no podían viajar, ya que, para poder salir del país, tenían la obligación de haber cumplido con el servicio militar o encontrarse exentos. Por eso, mostrando una actitud tan decidida como arriesgada, vistieron a sus dos hijos con ropa de mujer para poder pasar los controles y embarcar, y lo consiguieron. El viaje fue un auténtico calvario en el que sin duda tuvieron que aguantar todo tipo de penalidades, pero la dura travesía les guardaba un trago mucho más doloroso que todo eso”.
Montañés explica que, según cuentan los descendientes de la pareja, “durante las tres semanas aproximadamente que duraba el viaje, la hija más pequeña, llamada Tomasa, cayó enferma y falleció. Imagino lo qué tuvieron que pasar Demetrio y Anastasia cuando, por salvar a sus hijos varones, perdían a una de sus dos hijas. La niña fue arrojada al mar, y Demetrio y Anastasia recibieron un documento de manos del capitán del barco en el que figuraba la hora, la latitud y la longitud exacta en el que su pequeña había sido ‘enterrada’ en alta mar. Un papel que conservaron el resto de sus vidas, como recuerdan sus nietos”.
Llegada a Argentina
Cuando llegaron a Buenos Aires, las calamidades no terminaron. “Pese a lo sucedido con Tomasa, el resto de la familia estaba bien de salud. En caso contrario, se les habría impedido desembarcar y habrían sido repatriados. Tras bajar del barco fueron alojados en el llamado ‘Hotel de Inmigrantes’, en el que todos los que llegaban sin un contrato de trabajo, eran alojados y mantenidos cinco días gratis por las autoridades argentinas. También se hacían cargo del traslado a los lugares donde tenían trabajo. Cuando les preguntaron qué sabían hacer, declararon que en su pueblo de origen trabajaban en el campo, como agricultores. Así que Demetrio y sus tres hijos mayores, viajaron al sur de Argentina decididos a ganarse la vida cultivando las enormes tierras del país, aunque regresaron pronto porque hacía mucho frío. Fue entonces cuando la familia se trasladó al norte, a la localidad de Campo Santo”, narra.
Una vez en Campo Santo, se instalaron en el ingenio de San Isidro, uno de los pilares de la industria azucarera argentina de la época, para trabajar en la molienda y procesamiento de la caña de azúcar. Un sitio en el que “Anastasia trabajó como ama de llaves”, puntualiza Montañés, añadiendo que “allí pasaron varios años, hasta que decidieron trasladarse a Tartagal, otra ciudad dentro de la misma provincia de Salta. La familia fue prosperando a nivel económico, y también siguió creciendo, ya que Demetrio y Anastasia tuvieron dos hijos más tras su llegada a Argentina”.
Demetrio y Anastasia arriesgaron y apostaron fuerte saliendo de Villapalacios rumbo a un lugar desconocido. Pero la jugada les salió bien, porque en Argentina prosperaron, y también sus hijos. “Cuando se instalaron en la ciudad de Tartagal, la pareja abrió un negocio que se llamaba ‘Casa Parra’. Allí vendían artículos como planchas, ropa de vestir y de cama, lámparas a gasolina, o pequeños electrodomésticos. Los hijos también siguieron abriéndose el camino en el mundo laboral, y en el de los negocios”, destaca.
Los hermanos Parra declarados prófugos
Aunque en los libros de actas del Ayuntamiento de Villapalacios, donde están registrados los mozos que eran llamados a alistarse para cumplir con el servicio militar, no aparece el rastro de los hermanos Parra Martínez, la marcha a Argentina de esta familia de Villapalacios si quedó reflejada en publicaciones del Boletín Oficial de la Provincia de Albacete. “Ha sido muy bonito ir encontrando cosas. En este caso fueron apareciendo documentos en donde declaran prófugos a los hijos de Demetrio y Anastasia, al no presentarse a filas una vez cumplida la edad de ir al servicio militar”, aclara.
Vuelta a sus orígenes
Ni los padres ni sus ocho hijos nacidos en Villapalacios regresaron jamás al pueblo que los vio nacer. Aunque estuvieron a punto de hacerlo, hace unos 60 o 65 años. “Miguel Ángel Parra, padre de Álvaro, recuerda que cuando era pequeño se hablaba sobre los bienes que habían dejado en España. Se trataba de la casa de la calle Currucote, y de algunas de las tierras que tenían Demetrio y Anastasia. Pensaron reunir dinero para que fuera uno de ellos, pero al final hicieron un poder entre todos, cediendo los derechos a la familia que quedaba en España. De hecho, la casa situada en el número 3 de la calle Currucote, donde vivieron Demetrio y Anastasia con sus hijos, seguía figurando a su nombre 12 años después de que se marcharan del pueblo”, subraya.
110 años después, Alvaro Parra, bisnieto de Demetrio y Anastasia, visitó el pasado mes de septiembre Villapalacios. José Ángel resalta que “Álvaro estaba empeñado en saber si quedaba algún familiar suyo en Villapalacios, así que fui elaborando el árbol genealógico de la familia, y poco a poco fuimos descubriendo juntos su historia. Desgraciadamente, no queda familia directa en el pueblo, pero aun así decidió visitarlo, volviendo así a sus orígenes. Quería venir a España, y conocer Villapalacios, así que viajo con su mujer, su hijo de 10 meses, y su suegra. Estuvieron 4 días y, aunque no encontró ningún familiar cercano, encontró el calor y la hospitalidad de todos los vecinos del pueblo, que tras conocer la historia, se volcaron con sus paisanos venidos desde argentina, a los que paraban por la calle, y les ofrecían sus casas. También localizamos la casa donde vivieron sus bisabuelos, hablamos con sus actuales dueños, y tuvimos la suerte de poder cenar con ellos allí. Mi mayor satisfacción ha sido ver como los vecinos del pueblo han vivido esta historia, y como la han hecho suya. Ha sido todo muy emocionante”.
La importancia de las redes sociales
Esta historia con final feliz, ha sido gracias a las redes sociales que, según José Ángel “están muy denostadas, y mucha gente dice que no sirven para nada. Pero en realidad, ha sido una red social, en este caso Facebook, la que ha servido para que una familia recupere sus raíces. Esta ha sido una de las historias más bonitas que he vivido, y lo mejor de todo es que continúa. Álvaro ha recuperado sus raíces, y nosotros hemos recuperado la historia de una familia que no conocíamos, por lo tanto, ha enriquecido también la historia de nuestro pueblo”, concluye.
Cuando Álvaro Parra escribió su mensaje en Facebook, lo hizo por conocer sus raíces a través de la historia de su abuelo, pero lo que no sabía es nos iba a regalar, gracias a José Ángel Montañés, esta impresionante historia de Villapalacios.