El hellinero Julián Fernández, apasionado fotógrafo de naturaleza, está destacando por su talento en los últimos años. Y es que, sus cautivadoras imágenes han sido reconocidas en prestigiosos certámenes internacionales, consolidando así, su reputación como gran fotógrafo de este género.
Entre sus logros, ha sido el ganador absoluto en el concurso ‘Emotion ailes’ de Bélgica, también medalla de bronce del concurso más importante del mundo de fotografía de aves, el ‘Bird Photographer of the Year’ de Inglaterra, en el que se presentaron más de 23.000 fotografías. Ganador en dos categorías en el festival internacional ‘Nature Namur’ de Bélgica, y en el ‘Naturajazz’ de Tenerife, donde fue ganador absoluto con el proyecto titulado ‘Luz, color y naturaleza’. También ha sido ganador en la categoría de aves del concurso de fotografía de naturaleza ‘Fotonoja 2023’ de Cantabria, y finalista en la ‘Fioextremadura’ de Extremadura, además de finalista en el concurso ‘Photo Motier’ de Francia. Gracias a todos estos premios, el fotógrafo albaceteño ha aparecido en medios de comunicación de todo el mundo.
Su afición por la naturaleza
Julián Fernández ha sido, desde que era muy pequeño, un gran apasionado de la naturaleza. Una pasión que comenzó en el colegio, gracias a su profesor de Educación Física, el naturalista, fotógrafo y escritor albaceteño Antonio Manzanares Palarea. Fernández nos cuenta que “fue un auténtico referente, pero no solo para mí, sino para todos los fotógrafos y escritores de naturaleza de aquella época. Era un gran aventurero que recorrió todo el mundo, compartió la ‘Ruta Quetzal’ con Miguel de la Quadra-Salcedo, y trabajó mano a mano con Félix Rodríguez de la Fuente. También era cetrero, y algunas veces aparecía en el colegio con halcones, azores u otras aves de presa en su coche, y nosotros flipábamos. A mí todo eso me despertó mucha curiosidad, y empecé a ir al campo a interesarme por la naturaleza y disfrutar de ella”.
Fiel observador
Poco a poco se fue convirtiendo en un fiel observador, al que no le importaba pasar horas y horas contemplando la naturaleza. “Me considero más amante de la naturaleza, que fotógrafo. Lo que pasa es que al estar siempre rodeado de aves, bichos, y animales en general, empecé a conocer una gran variedad de especies y sus costumbres. Me gusta mucho observar y pasar horas viendo lo que hacen los animales, así que un día pensé en capturar esos momentos, y de este modo comencé con la fotografía”, revela.
Comenzó con una cámara analógica de carrete, con la que “iba haciendo fotos a las mariposas y demás bichos que me encontraba, pero cuando salieron las cámaras digitales se abrió un gran mundo de posibilidades para mí. Tengo 56 años, y compré mi primera réflex hace 16 años, cuando tenía 40. La compré a plazos en una revista de ‘La tienda en casa’. Por aquel entonces, como no sabía nada de parámetros, disparaba en automático, pero fui descubriendo que no siempre la cámara captaba lo que yo veía. Empecé a darme cuenta de que, a veces, si tenía delante un atardecer precioso, no se apreciaba luego esa belleza en la foto como yo quería. Y es que, la propia cámara corregía la luz que captaba, mostrando un resultado diferente. Así que poco a poco empecé a tocarle a los parámetros, y fui aprendiendo a manejarla y a disparar en modo manual. Aprendí de manera autodidacta, aunque mi amigo y compañero Mario López me ayudo mucho en aquellos comienzos en el mundo de la fotografía, algo por lo que le estoy muy agradecido”, refleja.
Estilo propio
Poco a poco, su gran afición por la fotografía de naturaleza pasó a convertirse en su gran pasión, por lo que había que dar un paso más. “Cuando empecé a hacer fotos lo hacía para mí, como algo personal, como el que reúne cromos de algo que le gusta. Fotografiaba una ‘Tarabilla’, un ’Águila imperial’, o un ‘Gavilán’ que se había posado, pero luego llegaba un momento en el que esos cromos ya los tenía. Me di cuenta de que había dos opciones: seguir reuniendo cromos, o evolucionar. Me considero muy inquieto, así que enseguida empecé a tocar la luz artificial, a utilizar los flashes, a componer, y a mezclar muchas técnicas, hasta encontrar mi propio estilo”, detalla.
La fotografía de Julián Fernández se basa sobre todo en “observar, preparar el entorno, y hacer composición en las fotografías. Me gusta mucho mezclar todas las técnicas. Por ejemplo, bajar la velocidad para sacar el agua sedosa, usar flashes, probar con el gran angular para tener profundidad de campo, o aprovechar un contraluz para conseguir efectos en las plumas de las aves. A mí me vale todo lo que me ofrece la naturaleza, y el entorno donde se mueven las distintas especies”, describe.
Una pasión a la que dedica los 7 días de la semana
Raro es el día que Julián Fernández no sale al campo a dedicarle unas horas a su gran afición. “Salgo todos los días a hacer fotos, y tengo la suerte de que mi mujer me entiende, porque sabe que es mi gran pasión, aunque muchas veces me dice que estoy loco por la locura de horarios que llevo. Trabajo en ‘Candy Spain’, una fábrica de golosinas en Hellín, y al ser un trabajo por turnos, me voy organizando para poder salir al campo a hacer fotos, una actividad a la que dedico todo mi tiempo libre. Si estoy trabajando de noches, y tengo en mente una fotografía de un ‘Martín Pescador’, o una ‘Tarabilla’, cuando salgo de trabajar tengo que ir a hacerla. Por poner un ejemplo, la fotografía con la que he ganado el concurso en Bélgica es un amanecer, y tuve que salir 8 o 9 días para lograr la fotografía que yo quería. Hay que echarle mucho tiempo y tener mucha paciencia, pero para mí es un auténtico disfrute”, reconoce.
El fotógrafo y su entrono
Ante la dificultad de moverse geográficamente para hacer fotos, Julián Fernández ha encontrado en su entorno, el lugar idóneo para desarrollar su fotografía. El fotógrafo indica que “hay gente que sale de viaje para hacer fotografías, y van a sitios espectaculares donde hay especies espectaculares. Es normal que, aunque no tengan mucha técnica, vuelvan con fotografías espectaculares gracias a ese entorno. Sin embargo, los que no nos movemos, tenemos que hacer de lo cotidiano, por ejemplo, de un ‘Petirrojo’, algo especial. A mí me cuesta moverme geográficamente por mi trabajo, por lo que tengo que hacer fotografías en el entorno donde vivo, que es la zona de Hellín. Una zona en la que, aunque no lo parezca, hay muchas variedades. De hecho, cuando publico fotos en las redes sociales, la gente me pregunta que a donde he viajado para conseguir hacer esas fotos. He cogido una ‘Carraca’, o un ‘Elanio’, que son aves muy llamativas, pero difíciles de ver por aquí. Son especies que vienen, y se van, pero hay que estar muy atento para verlas y captar el momento”.
Aunque no tiene carnet de coche, Julián se mueve a todos los sitios con su moto, con la que recorre muchos kilómetros en busca de aves en recónditos lugares. “En estos días hay una reconversión de especies. Unas que migraron y criaron aquí, y se han ido ahora en septiembre, y las invernantes, que están viniendo ahora, como las ‘Tarabillas’, o los ‘Rockeros Solitarios’, un pájaro que se mete por las chimeneas para moverse por los interiores de las casas abandonadas. Conozco muchas especies, y hasta sus sonidos, y me encanta captar esos momentos. Si quiero fotografiar a una ‘Gineta’, que es un animal nocturno, me voy antes de que anochezca para prepararlo todo, y a lo mejor no entra hasta la 1 de la madrugada. O si tengo controlado que un ‘Búho Real’ se posa normalmente en una piedra concreta. Me tengo que esconder, no hacer ruido, y esperar a que llegue. Es difícil que entre, pero con que lo haga una vez y pueda tirarle una foto, ya me puedo dar por satisfecho. Me gusta encontrar localizaciones, como es el caso de una a donde acude el ‘Lirón Careto’, en la que además voy con tiempo para preparar el escenario, poner alguna luz, y hasta les llevo uvas y cacahuetes para que entren a comer. Al ser muy constante, ellos se acostumbran a mi presencia, están alrededor mío, y así logro que entren. Gracias a eso he conseguido fotos muy buenas”, celebra.
En 2017, Julián Fernández comenzó a presentarse a concursos de fotografía de naturaleza con gran éxito. “Me di cuenta de que algunas fotos tenían mucha calidad, y que podría presentarlas a algún concurso, y así hasta ahora. Me hace mucha ilusión lograr estos premios con mis fotos, y poder verlas publicadas en revistas internacionales especializadas, porque es un reconocimiento a toda mi trayectoria”, concluye. Sin duda, el trabajo de Julián Fernández está dejando una huella imborrable en el mundo de la fotografía de naturaleza a nivel mundial.