Un obrador centenario en este pueblo de Albacete

‘Copal’ abrió sus puertas en 1921

En Villalgordo del Júcar hay un pequeño obrador llamado ‘Copal’, que está en marcha desde hace 102 años. En concreto, el primer horno lo inauguró el abuelo Tirso en 1921, en las inmediaciones de la calle ‘Quintanar’ de la localidad. Gracias a su esfuerzo, el de sus hijos, y más adelante, el de su nieto Pedro Pablo y su mujer Edelia, a día de hoy este obrador está gestionado por la 3ª generación de la familia.

El horno de Tirso

Pedro Pablo Correas, 3ª generación de este negocio familiar, nos cuenta que “la historia del obrador comenzó cuando mi abuelo Tirso se fue a La Roda a estudiar para ser oficial de panadería, y allí estuvo aprendiendo el oficio durante varios años. Cuando tenía 28 años, conoció a mi abuela Manuela, que había llegado desde Mahora, hasta Villalgordo del Júcar, para servir en una casa de gente acomodada. Se enamoraron y se casaron el 1 de octubre de 1921, y decidieron montar un horno llamado ‘El horno de Tirso’, y acondicionar arriba su nueva casa”.

Tirso (sobrino)-Julio Correas- Pedro Pablo Foto Cedida

Años después, Tirso comenzó a tener problemas de salud, y desde muy temprana edad sus hijos mayores tuvieron que ayudar en el negocio. “Tanto mi padre, Julio Correas, como mi tío Emilio, ayudaban en la panadería a mi abuelo, que estaba enfermo. Por aquel entonces, en tiempos de guerra, el Palacio de los Gosálvez funcionaba como hospital de maternidad, y mi padre, con solo 11 años, cruzaba el río con un carro y una mula para llevar el pan al palacio. Mi abuelo Tirso murió muy joven, con tan solo 58 años, y al fallecer fueron mi padre y mi tío los que se pusieron al frente del negocio, en plenos años 50”, narra. 

Tio Lucio-Julio Correas- Luis Miguel- Emilio Correas

2ª Generación

De este modo, el horno paso a llamarse ‘El Horno de los Tirsos’, en honor al abuelo. Después de trabajar 20 años juntos, los hermanos Correas decidieron separase a principios de los años 70. “Cada uno quería tener su propia panadería, así que mi tío Emilio montó otra panadería en el pueblo, y mi padre se quedó en la panadería familiar de mi abuelo. Mi padre y mi madre eran los que se encargaban del negocio, y como por aquel entonces no había tanta maquinaria, ni tanta tecnología, mi hermano pequeño y yo, echábamos una mano en la panadería antes de ir a la escuela. Colocábamos el pan en las estanterías, organizábamos las canastas de pan, y hasta incluso despachábamos en la tienda”, recuerda. 

Luis Miguel- Julio Correas Foto: Cedida

La nueva etapa: ‘Copal’

Cuando Pedro Pablo cumplió la edad de trabajar, decidió a encaminar su vida profesional por la rama de la mecánica. “Me puse a trabajar de mecánico, porque siempre me había encantado, pero tuve que dejarlo por un problema de alergia a las grasas y los productos químicos. Fue entonces, con 25 años, cuando empecé de panadero. Tengo una hermana, y tres hermanos, y ninguno de ellos quería dedicarse a la panadería, así que decidí  coger las riendas. A mi padre le quedaban pocos años para jubilarse, así que aproveché ese tiempo para formarme más en el oficio, y cuando mi padre se jubiló, en 1988, continué con el negocio familiar”, refleja. 

Pedro Pablo Correas

Cuando Pedro Pablo se quedó con el negocio, el obrador pasó a llamarse ‘Copal’, que son las silabas de Correas, apellido de su padre, y Palencia, apellido de su madre. Pronto se dio cuenta de que el horno se había quedado muy obsoleto. El maestro panadero indica que “apenas había una amasadora y una formadora de barra antigua. Así que lo primero que hice fue cambiar el horno moruno, en el que había que meter la leña donde se cuece el pan, por un horno giratorio, que era una gran innovación, después de haber trabajado varios años con un horno fijo. Además, compré un tren de laboreo, algo necesario, y que facilita mucho el trabajo”.

Su producto estrella

Las recetas más tradicionales han ido pasando de generación en generación, y, con el paso de los años, este horno artesano ha conseguido mucho éxito gracias a algunos de sus productos estrella. “Hemos tratado de respetar la línea de productos con la que empezó mi abuelo y siguió mi padre.

Edelia preparando envoltorios de magdalenas

El producto que más vendemos durante todo el año son las magdalenas, una receta artesana que elaboramos todos los días del año. Son muy apreciadas y reconocidas aquí y en los pueblos de alrededor, y tenemos siempre muchos encargos. En época de vendimia tienen mucho éxito nuestros típicos bollos de mosto, que hacemos alargados siguiendo nuestra tradición”, reivindica. 

Edelia con bollos de mosto

Sitio de reunión

Antiguamente, el ‘Horno de Tirso’ era un sitio de reunión en el pueblo. Tanto a mi abuelo, como a mi padre, venían a visitarlo los amigos todos los días. Sobre todo en invierno, que “en el horno se estaba muy bien”, bromea. Recibían visitas todo el tiempo, y el timbre de la puerta no dejaba de sonar. “Ahora eso se ha perdido un poco, pero como el despacho de pan está al lado del obrador, mucha gente pasa a saludarnos, y eso nos gusta mucho. No olvidamos nunca que este es un negocio familiar, y nos gusta tener esa cercanía con los clientes de toda la vida”, concluye.

Un horno que, después de más de 100 años de andadura, sigue ofreciendo productos de la mejor calidad, frescos, naturales y hechos con toda la tradición y dedicación por estas tres generaciones de panaderos, año tras año, década tras década.

Modesto Colorado

Comunicador y cantante de Albacete. Más de 20 años de experiencia en medios de comunicación, especializado en información y reportajes de ámbito cultural.
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