Desde hace algún tiempo, dos equipos de astrónomos protagonizan una curiosa carrera consistente en descubrir moléculas cada vez más complejas en la envoltura gaseosa de una estrella moribunda situada a 400 años-luz del Sol, cuyo nombre es CW Leo.
Estos descubrimientos ayudan a entender cada vez mejor la astroquímica, es decir, como se enriquece químicamente el Universo llevando finalmente a la aparición de la vida en planetas como el nuestro y, se supone, muchos otros.
Por un lado, un equipo americano que utiliza el radiotelescopio totalmente orientable más grande del mundo, con 110 metros de diámetro, en el observatorio de Green Bank del estado de West Virginia. Se trata de un verdadero coloso, una estructura metálica del tamaño de un campo de fútbol montada sobre dos ejes que puede apuntar a cualquier punto del cielo.
En el otro lado del atlántico tenemos un equipo español con un radiotelescopio de tan solo 40 metros de diámetro situado en el Observatorio de Yebes, en la provincia de Guadalajara.
Pues bien, en esta singular carrera científica, el equipo español no para de cosechar éxitos y le disputa de tú a tú la partida al equipo americano y su gigantesco instrumento.
El, por ahora, último capítulo de esta carrera, lo firman en un artículo aparecido hoy en la revista «Astronomy and Astrophysics» los astrónomos albaceteños Juan Ramón Pardo y José Cernicharo que, junto a otros colegas del CSIC y del Observatorio de Yebes, informan de la identificación «mediante líneas espectroscópicas individuales» del anión (molécula con carga negativa) C10H-, el más grande detectado hasta ahora en el espacio.
En astrofísica, el tamaño de los telescopios importa, pero no es el factor determinante a la hora de conseguir grandes resultados.
/Fotos: Cedidas por JR Pardo/