Antiguamente, en los pueblos y zonas rurales, los lavaderos tenían una valiosa labor hasta la instalación del agua corriente en las casas. En la actualidad, algunos han desaparecido, y otros no están en condiciones o ya no se usan para el fin con el que fueron creados. No es el caso de Higueruela, que acoge, en el paraje conocido como ‘Juncal Gordo’, un antiguo lavadero del siglo XIX, rehabilitado y en activo, llamado ‘El Charco’.

En Higueruela se han llevado a cabo muchas reformas de este famoso lavadero, las últimas recientemente. Isabel Martínez, alcaldesa de Higueruela, nos cuenta que “es un edificio del año 1800, muy emblemático en la localidad. Nos pareció importante recuperar el patrimonio y la cultura de cómo se lavaba antiguamente, así que poco a poco se han ido rehabilitando paredes, artesonado, y hasta se ha pintado un mural haciendo honor al trabajo que hacían las mujeres del pueblo, cuando venían a lavar la ropa a mano”.

‘El Charco’ y la Asociación de Amas de Casa de Higueruela
Las mujeres de la Asociación de Amas de Casa de Higueruela están encantadas con la rehabilitación de este antiguo lavadero, y recuerdan con mucho cariño las antiguas historias vividas en él. Eladia Cano explica que “hay un espacio para lavar y dos para aclarar. También hay un tercer espacio donde antiguamente se lavaba la ropa de los difuntos. Personalmente, eso me daba mucho reparo, así que cuando alguien decía que estaba lavando la ropa de alguno, me iba y volvía otro día”.

Además de lavar ropa, ‘El Charco’ tuvo una gran importancia como lugar de reunión. Los sitios más codiciados eran los de delante, más cercanos al grifo, lo cual propiciaba alguna que otra discusión entre vecinas. “Antes el lavadero estaba siempre lleno de punta a punta. Se discutía mucho por el primer sitio, hasta el punto de que algunas se tiraban de los pelos”, revela María Sánchez, a lo que Pascuala Pérez añade: “ahora ya no discutimos, nos llevamos todas muy bien”.

Lo mejor para coger un buen sitio era madrugar. “Me iba a lavar con mi madre cuando todavía era de noche, y esperábamos en la puerta a que se viera. Así que se veía una miaja, nos poníamos a lavar. De este modo siempre cogíamos el primer sitio, porque luego llegaba mucha gente”, narra Lidia Sáez. Y es que, las primeras que llegaban, se encontraban con el agua más limpia. Manuela Arnedo recuerda que “unas vecinas se iban todos los lunes a lavar, y a las 8 de la mañana ya estaban en casa con la ropa limpia”.

Secar la ropa era otro cantar, y era frecuente ver la ropa tendida al sol, sobre la hierba o los juncos. Pilar Sánchez señala que “se tendían en los juncos que había al salir del lavadero, y así luego nos llevábamos la ropa doblada y seca a casa. En la espera, mientras se secaba, almorzábamos los sabrosos bocadillos que nos preparaban nuestras madres”.

El jabón de sosa
En aquella época se lavaba con jabón fabricado artesanalmente en casa, algo que Mª Luisa García no ha dejado de hacer, porque “esos jabones de antaño limpian mejor que los mejores detergentes de ahora”. Por otro lado, Asensia Villena detalla su fabricación: “Se hace con pringue y sosa cáustica. En un lebrillo, se echa la sosa en agua y se va removiendo con un palo. Una vez que la sosa está deshecha, se incorpora la pringue. Luego se le añade más agua, mientras se le da vueltas hasta convertirse en una masa homogénea. A partir de ahí solo queda dejar esa masa en una caja tapada con un plástico durante la noche, y al día siguiente se obtiene el jabón, que se corta con un cuchillo para repartirlo en pastillas”. Un producto artesano que, además, en la actualidad da muy buenos resultados. Manuela Arnedo afirma que “las manchas resistentes que no se quitan en la lavadora, desaparecen al instante cuando les doy con este jabón”.

No solo se lavaba con jabón, también con greda, un quitamanchas natural que resultaba más económico. Lidia Sáez apunta que “la que no tenía dinero para jabón, lavaba con greda, una arcilla arenosa de color blanquecino, que se cría por la ‘Fuente del Rincón’, aquí en Higueruela”.

Por un camino de rosales, moreras y lavanda se accede a este antiguo lavadero que alberga entre sus paredes miles de historias. Un lugar importante en la vida social de Higueruela que, gracias a su mantenimiento y adecuación, va a seguir siéndolo por muchos años.





































/TEXTO: Modesto Colorado/FOTOS: Modesto Colorado y Miguel Ángel Fernández Cantos/