El mejor sumiller de Castilla-La Mancha 2023 es Juan Enrique Gil, director, sumiller, y jefe de sala del restaurante ‘Don Gil’ de Albacete, un negocio familiar abierto en 1982. El albaceteño se alzó el pasado mes de marzo con el título de Mejor Sumiller de Castilla-La Mancha tras enfrentarse, junto a otros 7 participantes de alto nivel, a la octava edición del certamen, organizado por la Asociación de Sumilleres de Castilla-La Mancha y amigos del vino.
El concurso tuvo lugar en la bodega ‘Vinícola de Castilla’ en Manzanares (Ciudad Real), donde se dieron cita sumilleres procedentes de distintas zonas de la región, entre los que se encontraba Juan Enrique Gil, que llegó al concurso gracias a su trayectoria y experiencia en este campo. “Soy feliz siendo camarero. Llevo toda la vida realizando estudios de hostelería, y me he especializado en el mundo del vino. Sin embargo, con toda la vorágine que llevo en el restaurante, no se me había pasado por la cabeza presentarme al concurso. Finalmente, di el paso impulsado por compañeros y amigos sumilleres, como Álvaro de Miguel o Miguel Teról que, sabiendo de mi formación y preparación para un reto así, me animaron y me dieron el último empujón, algo que les agradezco enormemente”, refleja el hostelero.
Fases del concurso
El concurso tuvo varias fases. En primer lugar, un examen escrito y una cata a ciegas para identificar dos bebidas. Tras esta primera prueba se seleccionaron a los tres mejores concursantes para pasar a la gran final. Esta última fase consistía en demostrar sus conocimientos y destreza, ejecutando una prueba de decantación de un vino tinto, proponer una armonía a partir de un menú proporcionado e identificar los errores de una carta. “La prueba de excelencia en Alicante en 2015 fue mi primera toma de contacto con los concursos. La siguiente fue el año pasado, cuando conseguí un tercer puesto en el certamen de Castilla-La Mancha. Ahora sabía que a la tercera iba la vencida. Y es que, aunque las pruebas de conocimiento siempre las he llevado muy bien, sabía que mi mayor hándicap era subir al escenario para hablar en público, así que mejorar en ese aspecto se convirtió en mi reto personal. Al final, gracias a los años de experiencia, pude templar los nervios y sacarlo adelante para alzarme con el premio”, subraya.
En un encuentro que tiene como principal objetivo poner en valor la importancia de la figura de los sumilleres en el mundo gastronómico, no podían faltar unos jueces de altura. Por eso, el jurado estaba compuesto por profesionales del sector como Manuela Romeralo, la primera mujer campeona del mundo sumiller de habanos y Premio Nacional de Gastronomía. “Fue profesora mía en la escuela de cata y me ha dado muchos consejos durante mi trayectoria, porque creyó en mí desde el principio. Al formar parte del jurado en los concursos en los que he participado, ha podido ser testigo de mi evolución. En esta ocasión, al terminar el certamen, me dijo que, gracias a mi constancia, sabía que al final lo iba a conseguir. Lo que he sacado en claro de todo esto, es que para ganar un campeonato de esta envergadura hay que marcarse unos objetivos claros e ir venciendo todos los miedos”, destaca.
Una formación constante
Juan Enrique Gil lleva años compaginando el trabajo con los estudios, con el fin de ser cada día mejor en lo suyo. Es diplomado en Dirección de Empresas Turísticas, y tiene en su poder diversos másteres, como el de Dirección de Hoteles o el de Dirección de Restaurantes. También ha realizado cursos de sumiller, como el de la Cámara de Comercio Alicante, donde logró la categoría de Sumiller Excelente. Además, cuenta con el nivel 3 en vinos internacionales y espirituosos de la ‘Wine & Spirit Education Trust’ (WSET) de Londres. “El sumiller es la figura más importante en el momento de servicio en sala. Es la persona que explica los tipos de platos, y ofrece a los comensales el vino más adecuado para armonizarlos. Para mí es un estilo de vida, una formación continua en la que seguir avanzando.”, confiesa.
Precisamente ha invertido el premio en la matrícula del curso ‘The Court of Master Sommeliers’. “Lo bonito de la sumillería es que no te la terminas nunca, es una formación continua y muy valiosa, porque siempre hay muchos productos por conocer. El siguiente escalón para mi formación era este curso de sumiller avanzado que otorga una de las instituciones más prestigiosas del mundo. Un curso que, por primera vez, se hace este año en España, así que he aprovechado la oportunidad para comprar la matrícula con el premio en metálico que he ganado en el concurso. Soy muy inquieto, y me gusta estudiar para seguir reciclándome”, explica el sumiller, añadiendo que “en el mundo de la hostelería hay que ser autoexigente, para ir mejorando como profesional cada temporada, y así poder ofrecer la máxima calidad a los clientes”.
El mundo del vino
Se sumergió en el mundo de los vinos atraído por la curiosidad que le producían diversos aspectos de su elaboración. “Me llaman mucho la atención las diferentes clases de vinos que pueden salir de cada variedad de uva, y por eso me gusta investigar sobre ello. En mi casa intento estudiar a diario, porque siempre aparecen nuevas zonas emergentes, nuevas denominaciones de origen, o nuevos métodos de humidificación, y no quiero quedarme atrás. Para ello, es importante el apoyo de la familia, y he tenido mucha suerte con eso. Elsa, mi mujer, me ha apoyado en todo desde que nos conocimos en la Universidad, en el Centro de Desarrollo Turístico de Alicante, a finales de los años 90. Además, cuando nos vamos de vacaciones, intentamos ir a sitios donde hay viñedos y bodegas, y así aprovechamos para hacer turismo vinícola, algo que para nosotros es un estilo de vida muy bonito. Lo que comenzó como un hobby, se ha convertido, con el tiempo, en mi pasión y mi profesión”, describe.
Como buen manchego hace especial hincapié en los vinos de la región, resaltando que “a la hora de ofrecer vino a los clientes siempre me gusta ofrecer vinos y elaboraciones de La Mancha, ya que considero que hay que darle valor a las variedades autóctonas. Ahora mismo podemos presumir de que estamos ante una generación impresionante de viticultores en nuestra tierra. En la actualidad hay bodegueros que, desde sus pequeñas bodegas manchegas, están haciendo vinos que están rompiendo, y esos son los que me gusta recomendar en el restaurante. Con el reconocimiento de este concurso, mi pretensión es ensalzar los vinos de la zona y la gastronomía manchega, y de este modo, enfocarnos a la excelencia en las elaboraciones, y en el servicio. Para llegar a esto la formación es clave, porque si no acabas vendiendo lo que te dicta el mercado. Con la formación he aprendido a tener argumentos para vender lo que quiero, que son los productos de la tierra”, reivindica.
Don Gil, un restaurante en pleno corazón de Albacete
El ya mítico ‘Don Gil’, en pleno corazón de Albacete, conserva las recetas de la gastronomía castellano-manchega, pero con un toque actualizado y muy buena presentación. Nació hace 41 años como restaurante familiar, y ha ido evolucionando hasta convertirse en el salón que es hoy. Juan Enrique Gil nos cuenta que “ha sido duro, pero la constancia y el sacrificio al final tienen su recompensa. Detrás de este restaurante hay una familia que ha luchado mucho, y que sigue en la brecha año tras año. Llevo gestionando el restaurante desde el año 1999, y de lo que me siento más orgulloso es del gran equipo humano que hay detrás de esta empresa familiar. Desde mi padre, que siempre ha sido un ejemplo de constancia, pasando por mi madre, que siempre me ha apoyado y me ha animado a estudiar y seguir formándome, mi hermano Javier, que trabaja también con nosotros, y todos los compañeros que forman el equipo. Un restaurante que está apostando por el trabajo de pequeños ganaderos, agricultores, y bodegueros que están haciendo las cosas bien, desde la identidad y la pasión”.
Juan Enrique Gil llegó al certamen avalado por compañeros y amigos de profesión. “Cuando iba en el coche dirección Manzanares para participar en el concurso, iba pensando en todos los amigos que me han apoyado. También recordé a los amigos que ya no están. Me acordé de Javier Escobar Ballesteros, compañero del Restaurante, y de mi gran amigo Gabriel Sánchez Pardo, ingeniero agrónomo con el que llegué a fantasear en montar una pequeña bodega. Sé que les hubiera hecho mucha ilusión este premio, por eso se lo dedico a ellos”, concluye. El sumiller albaceteño Juan Enrique Gil no se detiene, y sube cada día un escalón más en este estilo de vida de excelencia.