Roca reina en Albacete

Roca Rey salió a hombros en la corrida más esperada de la Feria de Albacete

Con el cartel de ‘No hay Billetes’ adornando las taquillas y un llenazo a reventar en los tendidos de la Plaza de Toros, la Feria Taurina de Albacete 2022 alcanzaba este jueves su octavo festejo y El Juli, Roca Rey y el albaceteño José Fernando Molina, que tomaba la alternativa, hicieron el paseíllo entre la algarabía congregada en el coso de la calle Feria. 

Después de todo el ciclo septembrino viendo cemento, cemento y más cemento, por fin pudimos disfrutar de un lleno hasta la bandera en la Plaza de Toros de Albacete esta Feria, lo que demuestra que cuando las cosas se hacen bien y se presenta un cartel rematado la gente responde y cuando no, pues se guarda su dinero en vez de regalárselo a Simón Casas y Manuel Amador por acartelar a cualquieras en una Feria que el francés y el albaceteño están haciendo cada vez más pequeña.

Tras una tremenda ovación al romper el paseíllo para el toricantano Molina, abrió plaza Emperador, el toro de la alternativa, un astado de 512 kilos de peso, de la ganadería titular de Daniel Ruiz, nacido en diciembre de 2016, de capa negra y herrado con el número 52 en los costados.

Dejó Molina buenos detalles con el capote y arrancó los primeros olés de un público que estaba entregado con la causa y que tenía ganas de vibrar con una gran tarde de toros.

Vestido de blanco y oro como mandan los cánones de la tauromaquia, Molina bregó al de Daniel para llevarlo al caballo con maestría y desde arriba, Ángel Rivas se encargó de mimarlo con una justita dosis de vara. Después, en el quite, llegó una nueva ovación para el joven torero albaceteño.

Acompañado de su cuadrilla de siempre, los subalternos trataron de no quitarle un pase al de Daniel Ruiz en banderillas y procuraron hacer todo con la mayor efectividad posible.

Luego llegó el momento de la alternativa y del intercambio de trastos, doctorando El Juli a José Fernando Molina bajo la atenta mirada de Roca Rey como testigo de lujo.

Tras unas emotivas palabras, El Juli y Molina intercambiaron los trastos y el de Albacete se fue ante la presidencia a pedir por primera vez permiso siendo ya matador de toros.

El brindis fue para su madre y lo hizo mirando al cielo, para después pasar a compartirlo con toda la afición de Albacete.

Comenzó Molina la faena con dos pases cambiados por la espalda sin inmutarse sobre la boca de riego y tragando saliva, ya que el toro no trazó la vertical mientras se dirigía a tomar la franela.

Cuajó Molina una faena muy templada y basada en el pitón derecho, ya que por el izquierdo el toro no tomaba muletazos y simplemente se los tragaba a regañadientes.

Se tuvo que arrimar Molina en el tramo final de la muleta, pero el de Albacete no se amilanó, derrochó valor y cuajó una meritoria faena que culminó con una buena estocada aunque algo tendida. El público le concedió una merecida oreja y la tarde tuvo un buen comienzo.

Relímpio fue el segundo de la tarde, también de Daniel Ruiz al igual que el resto de la corrida, herrado con el número 96 en los costados, nacido en junio de 2017, de capa negra y con 564 kilos de peso, aunque su paso fue efímero, ya que fue devuelto a los corrales por inválido rápidamente por Don Joaquín Coy.

Salió como sobrero Malagueño, de 575 kilos, también de Daniel Ruiz, nacido en noviembre de 2016, tostado chorreado de capa y herrado con el número 50.

Vestido de ceniza y azabache, El Juli intentó agradar con el capote y arrancó leves aplausos, pero lo cierto es que el toreo de capote de salida se está perdiendo cada vez más en la tauromaquia moderna.

Tras los tercios de varas y banderillas, nuevo parlamento e intercambio de trastos entre los espadas, devolviendo Molina la muleta a El Juli y dando este al de Albacete el capote. 

No hubo brindis por parte del de Velilla de San Antonio, pero El Juli se fue decidido a los medios con Malagueño para empezar el ‘baile’.

De brusca y recortada embestida, el de Daniel Ruiz no colaboró lo más mínimo con un Juli que estuvo más o menos voluntarioso y que lo probó más por la izquierda que por la derecha, pero que nada vistoso pudo sacar del morlaco de Alcaraz.

Anduvo efectivo como siempre El Juli con la espada y tras una estocada algo desprendida mandó al sobrero al desolladero y puso fin al insulso espectáculo que brindó el sobrero. 

La afición despidió al toro con pitos durante el arrastre y reconoció con aplausos la voluntad de El Juli.

Vestido de púrpura y azabache, Roca Rey recibió a Duque, tercero de la tarde, nacido en julio de 2017, de 481 kilos de peso y herrado con el 41 en los costillares.

Fue silbado de salida el de Daniel por su escasa caja y su falta de kilos, ya que el astado era un novillo más que un toro y por todos es sabido el trapío que esta plaza demanda. O demandaba.

Ante tal oponente, el tercio de varas fue más bien el tercio de vacuna y con un pinchacito tuvo suficiente Duque para salir del caballo perdiendo las manos.

Tras un tercio de banderillas sin nada que mencionar, Roca Rey no realizó brindis pero consiguió que se parara el tiempo cuando pisó los terrenos que había que pisar, le puso al de Daniel la franela donde se la tenía que poner, cargó la suerte y extendió los brazos para dar muletazos eternos de profundidad y cargados de técnica sin que el toro le tocara prácticamente los engaños.

Puso también de su parte el anovillado de Daniel, todo sea dicho, pero cuando Roca Rey torea con mando y firmeza la tauromaquia adquiere otra dimensión y eso hay que saber reconocerlo. 

Pausa, serenidad, temple, torería y buen hacer fueron los ingredientes que en el tercero de la tarde puso Roca Rey sobre el albero de la Plaza de Toros de Albacete, donde conectó en clara sintonía con los tendidos y donde volvió a demostrar porqué es ahora mismo el principal valor del escalafón mundial.

Tiró de alardes para finalizar la faena antes de entrar a matar y para terminar de llevar el éxtasis a los graderíos.

Puso la guinda con una estocada que más que una estocada fue un cañonazo, aunque cayó algo desprendida, y las gradas se tiñeron de blanco y los gritos de ¡torero! ¡torero! resonaban con fuerza en los tendidos.

Hubo dos orejas de casi justicia para el diestro peruano y aplausos para el anovillado Duque en el arrastre.

Rebujino fue el cuarto de la tarde y segundo del lote de El Juli, un toro negro de 503 kilos de peso, nacido en octubre de 2016 y herrado con el número 48.

No hubo nada digno de mención en los tercios iniciales y no fue hasta la muleta cuando llegaron los primeros olés para un Juli que brindó al respetable la muerte del astado.

Flojito de fuerzas y levantador de cabeza al final de las embestidas, el toro no ayudaba mucho para el lucimiento y todo lo tuvo que hacer el diestro, haciendo en varias ocasiones de enfermero para tapar los defectos del astado y que además no perdiera las manos.

Fue avanzando la faena y mientras El Juli iba a más, el toro iba a menos y quería rajarse,  pero el torero madrileño le siguió robando pases y tandas como buenamente podía en un alarde de profesionalidad. No como Morante de la Puebla ayer. Y así se lo estaba reconociendo el respetable por la trabajada faena al de Velilla de San Antonio. 

Falló por desgracia El Juli con los aceros e hizo presa al segundo intento y mandando sin paliativos al de Daniel Ruiz al desolladero. 

El público reconoció la entrega de El Juli y premio su faena con una merecida y meritoria oreja.

El quinto de la tarde fue Artesano, tostado chorreado de capa, herrado con el 74 en los costillares, nacido en noviembre de 2016 y de 479 kilos de peso, el más pequeño del encierro.

Con trazas de anovillado como el otro toro del lote de Roca Rey,  Artesano también recibió lo mínimo en varas y apenas hubo pelea, pidiendo Roca Rey el cambio de turno apenas la puya rasgó la piel del de Daniel.

Hubo mimos en banderillas y brindis de Roca Rey al respetable desde los medios, iniciando el peruano la faena de muleta con su habitual y de sello personal cambiada por la espalda recibiendo desde lejos.

Estuvo voluntarioso Roca, pero la faena no terminaba de romper al faltarle cierta dosis de emoción.

Abrió el compás el peruano, bajó la mano y tiró de mando, dando además un paso al frente en lo que a arrimarse se refiere y ahí llegaron los mejores momentos y lances de la faena. Aún así, lo visto en este toro estuvo por debajo de lo desarrollado en el primero de su lote.

No tuvo acierto con la espada y tuvo que recurrir al verduguillo, necesitando tan solo un golpe de descabello para despachar a su oponente.

Hubo petición de oreja, pero fue minoritaria y por tanto no hubo concesión de trofeos para el peruano en el quinto de la tarde.

Cerró plaza Cartero, segundo del lote del toricantano José Fernando Molina, un ejemplar negro mulato de 515 kilos de peso, herrado con el número 6 y nacido en octubre de 2017.

Comenzó bien José Fernando Molina con el capote y dejó buenos lances, bregando luego con calidad para llevar al toro al caballo y estando muy centrado en todos los aspectos de la lidia.

Picó bien al de Daniel el varilarguero Daniel López, que dio horma al astado con un puyazo destacable.

Tras las banderillas y después de un brindis muy personal a un familiar, hincó José Fernando Molina las rodillas en el suelo y puso a parte de los tendidos en pie por la emoción de sus muletazos, demostrando toreo y público que tenían un objetivo comun: salir por la puerta grande a hombros.

Muy preparado para la cita de hoy, el ‘Moli’ atraviesa un gran momento en su toreo y así lo estaba dejando patente sobre el ruedo de la Plaza de Toros de Albacete, donde templando emulando al maestro y donde, muy concentrado, veía toro por todos los sitios y no notaba para nada el paso del novillo al toro y al escalafón superior.

Con la muleta ya puesta tras cada lance, José Fernando Molina fue hilando tandas pase tras pase y todas fueron buenas, cargadas de toreo clásico y de poder a poder.

Voluntarioso y valeroso, José Fernando Molina no se estaba guardando nada para sí y todo lo expuso en la cara de su oponente, que fue peor de lo que pareció en las manos y los engaños de José Fernando Molina.

Con el público entregado con razón, el de Albacete se perfiló para entrar a matar y se tiró con todo y a por todas, dejando una estocada casi entera que sin embargo, y a pesar de las apariencias, no sirvió para mandar al toro al arrastre.

Falló hasta en cinco ocasiones Molina con el descabello y a pesar de la ovación que recibió de sus paisanos no pudo tocar pelo y acompañar por la puerta grande a Roca Rey.

Hubo palmas para el toro en el arrastre y una sonora ovación para el diestro.

/Fotos: Ángel Chacón/

Nacho Lopez

Nacido en Albacete. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación en radio, televisión y digital, como Intereconomía radio, Cadena SER, Punto Radio, ABTeVe y VOZ Castilla-La Mancha.
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