MAR ABIERTO | Iguales

Artículo de opinión de Amelia F Fernández-Pacheco

Tras la oscuridad y el dolor de la guerra Rusia-Ucrania se celebran, estos días, innumerables actos con motivo de la reivindicación de la igualdad de la mujer.

Y si no lo escribo, me rompo : Ya está bien. Basta. 

La igualdad ante la Ley tiene por objeto hacer efectivo el derecho de igualdad de trato y de oportunidades entre hombres y mujeres. Según la RAE en su tercera acepción es el Principio que reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y obligaciones. Y el feminismo, el que una inmensa mayoría de mujeres defendemos en todo el primer mundo y, si me apuran, también en gran parte del segundo, es además del Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre, un movimiento que defiende el citado Principio. Punto. 

Si es que no hay que darle más vueltas, pero se le dan y entonces nos inundan con las imágenes de París, con la Torre Eiffel como paisaje enmarcando a un montón de señoras enseñando el pecho que se lo han pintado con la bandera de Ucrania por ser 8M. Pero, ¿quién les engaña? ¿En qué mundo estamos? No sé qué reivindican, es más, ni me interesa, de pequeñita me enseñaron que cualquier razón puede perderse por las formas. No me representan.

Eso sí, bonito es el marco, Eiffel fue un ingeniero que murió en el año 1923, a la edad de 91 años, quizá se inspiró en sus puentes para dar forma a la Torre que daba paso a la Exposición Universal de 1889, podría ser. Tuvo 5 hijos y su hija mayor, Claire, fue su brazo derecho, hasta tal punto que, aún casada con otro ingeniero al que su padre designó como sucesor en la dirección de la empresa, es ella, y no su marido, quien aparece representada junto a su padre recibiendo a Edison en la reproducción de su despacho en la parte más alta de la Torre Eiffel. Ahí se lo dejo. 

Somos muchas mujeres las que estamos trabajando para prevenir las desigualdades en la sociedad y en la empresa, las que nos apoyamos en los hombres y a los que también ponemos nuestro brazo para avanzar juntos en una sociedad más justa, donde el respeto sea bandera y donde la inclusión de todas las circunstancias, sea valor de primer rango.

Junto con los hombres, somos muchísimas las que hemos arropado y condenado en nuestros ideales, de estricto y literal feminismo, el rechazo a los malos tratos, de toda índole y de toda persona. Me indigna que este trabajo, que mano a mano hacemos mujeres y hombres, hombres y mujeres se desvirtúe de estas formas y con esos fondos. Tanto ruido hacen que las mujeres de la plataforma TVE libre han denunciado el sectarismo feminista de la RTVE manifestando que no puede abrirse un telediario con el 8M en plena masacre de Ucrania, por mucho que 8M sea, cuando el récord del precio de la luz terminará por dejar sin comida muchas bocas o la bronca del Gobierno en el Congreso por la guerra. Obviamente todo circunstancias y noticias de infinito mayor calado.

Soy mujer y me siento feliz de serlo. Tengo el control de mi propia vida. Porque yo lo he hecho posible y porque otras muchas mujeres y siempre, siempre junto a otros hombres, a los que intencionadamente ni nombran o denostan, antes que yo y en la misma línea han luchado por aspectos tan importantes como el sufragio universal, las condiciones laborales en las fábricas y en la empresa o la apertura de cuentas bancarias propias. Sí, soy mujer y me encanta si me llaman guapa de mil maneras, que me cedan el paso en las puertas y que me regalen flores. No me gustan las personas que de todo construyen un problema. El 8M es el día internacional de la mujer. Punto. Por mucho que se empeñen en las manifestaciones alternativas, en exhibir consignas contra el hombre, pro aborto, frases como “prefiero violencia que violada y muerta“. “El feminismo es abolicionista”, ¿a qué se refieren? A mi tenían que dejarme con un micrófono entrevistando esas cabeceras. 

Lo que tengo claro es que este año en las calles se han partido por la mitad, han estirado tanto la cuerda que han llegado al punto de rotura.

No entre los partidos políticos, que también hay quien se empeña, sino del tinglado, que unas pocas dando muchos gritos, han formado. Madre mía del amor hermoso, con lo que cuesta consensuar y crear un día internacional en el calendario. Ahora hablando en serio: por favor señoras, por favor, sin rencor, déjennos trabajar para que no exista ningún tipo de brecha. Porque las mujeres como yo, feministas, trabajamos muy duro junto a los hombres codo con codo, todos los días, en todos los ámbitos. 

Me quiero mirar en mujeres como mi madre, que si Dios quiere, cumplirá este julio, 80 veranos. Con mujeres que hacen fácil lo difícil, que siempre están avanzando, que nunca se lo han pensado dos veces y han hecho lo que tenían que hacer, sin que se les caiga ningún anillo. Estudió y trabajó muy duro y sigue trabajando. Junto a mi padre supo construir una gran familia unida y nos inculcó a todos, hijos e hijas, la cultura del esfuerzo y del amor por el trabajo bien hecho. Los valores de la lealtad y la justicia. El respeto por la verdad y por lo diferente. Ella sí vivió otros tiempos y como yo, que lo sé, ve todo esto como un enorme absurdo. Seguiremos luchando. Muchos son los consejos que me ha dado y casi nunca ha necesitado componer estructuras de palabras para darlos, lo ha hecho con su ejemplo. Es mi madre, si, y también por eso, es la mejor del mundo.

Hay un fondo en el que todas coincidimos, no dejemos que las formas lo conviertan en lejano, difuso y turbio. Elijamos lo que nos une, lo que es real y es cierto y batallemos del brazo con los hombres por obtenerlo. 

Quizá así, podremos robarle las alas al silencio. Mi padre fue el mejor padre del mundo.

Amelia F Fernández-Pacheco

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