El sorprendente resultado de un estudio sobre casos de COVID-19 en Albacete

El estudio desvela un dato bastante llamativo

¿Sería posible estudiar los casos de COVID-19 de manera que pudiéramos delimitar mejor las zonas de mayor incidencia y mejorar la toma de decisiones? Esta es una de las cuestiones que trata de resolver el estudio ‘Spatial analysis of COVID-19 hospitalised cases in an entire city: The risk of studying only lattice data’ publicado en la revista Science Of The Total Enviroment.

Este estudio parte del Trabajado de Fin de Grado (TFG) de la alumna de la Facultad de Medicina de Albacete, Marta García Morata, y en el mismo también han colaborado los profesores Tomás Segura, Jesús González y Alberto Nájera. Gracias a la base de datos ALBACOVID y tras pasar por el comité de ética, cuidando también el anonimato y la protección de datos, “ubicamos en un mapa los 579 casos hospitalizados por COVID-19 confirmados por PCR en Albacete entre el 3 de marzo y el 6 de abril de 2020”, detallaba Alberto Nájera.

El estudio desvela un dato bastante llamativo, y es que la renta condiciona los focos de COVID-19. Además el trabajo refleja que las decisiones por distritos o barrios no eran las adecuadas adecuadas, y por tanto son mejorables, en relación a la movilidad de la ciudadanía durante esta pandemia.

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Además, gracias al Ayuntamiento de Albacete “pudimos contar con una muestra aleatoria de 400 domicilios del padrón de habitantes” que transformaron en “controles”. A partir de estos datos comenzaron a aplicar técnicas estadísticas de patrones de puntos para determinar áreas con incidencias estadísticamente mayores, señaladas en rojo, o menores, indicadas por una tonalidad azul.

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“Lo primero que llamó nuestra atención es que esos focos o zonas de mayor incidencia, se extendían por diferentes barrios, en algunos casos, sólo afectando a una zona pequeña y, en otros casi todo el barrio”, apuntaban. Puntualizan que el estudio también observa la evolución de estos durante las cinco semanas objeto de estudio para comprobar si esas zonas habían cambiado o se habían extendido con el tiempo.

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Con estos datos el trabajo plantea conocer si existe relación entre los contagios y la renta per cápita por barrio. De este modo superpusieron en un mapa de Albacete ambos datos y comprobaron que “más o menos, los barrios de menor renta tenían zonas con mayor incidencia, aunque no siempre era así”, explicaba Alberto Nájera.

El estudio recoge las cuatro áreas con una incidencia significativamente mayor cubren parte de La Estrella, Polígono de San Antón, La Pajarita, Carretas, El Pilar, Industria, Feria, Fátima, Villacerrada, Franciscanos, Santa Teresa, Pedro Lamata, Sepulcro, Universidad, Parque Sur, Distritos hospitalarios y de Medicina. Las seis áreas con una incidencia significativamente menor corresponden a una parte de los distritos Universidad, la Milagrosa, Hospital, Industria, San Antonio Abad, Villacerrada, Los Llanos, Cañicas, El Pilar, Feria, San Pablo, Vereda y San Pedro.

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De este modo puntualizaban que “ciertos barrios, generalmente grandes, tenían rentas altas y sí, tienen zonas residenciales de chalets, pero también zonas más humildes de casas pequeñas y viejas”. Por todo ello sospechaban los investigadores que “la renta media podría estar enmascarando información”. 

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Recurrieron entonces al “índice de desigualdad de Gini que muestra estas desigualdades”, señalaba Nájera. Por tanto, señalaron en un mapa de la ciudad en rojo las zonas de mayor desigualdad y en verde las de menos, sumándolas a las zonas de mayor y menor incidencia, señaladas en rojo y azul.

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Los datos obtenidos mostraban que “en general, o bien los focos se ubican en barrios de renta baja o en aquellos de mayores desigualdades”. Y especificaban que “la renta media estaba ocultando que, dentro de un barrio, existen dos zonas: de renta muy alta y baja”. En este punto aclara el estudio que “en las zonas de renta más baja de Albacete, generalmente, encontramos edificios más viejos, más pequeños, donde la gente no puede aislarse en una habitación en casa pese a ser positivo por COVID-19, con zonas comunes compartidas o donde los trabajos no pueden virtualizarse”. Por contraposición en zonas de renta más alta, “generalmente encontramos chalets, adosados, y casas más espaciosas”, este tipo de viviendas permiten la posibilidad de un mejor distanciamiento en el caso de resultar positivo por COVID-19 algún miembro de la unidad familiar.

“Al estudiar las incidencias medias de COVID-19 por barrios observamos que algunos presentaban valores no muy altos, a pesar de que alguno de esos focos se extendía por gran parte de su superficie”, matizaban los investigadores. Por este motivo calcularon las incidencias por barrios y las cruzaron con los focos, y resultó se los datos se estaban enmascarando. De este modo “pensamos que si se pudiera tener esta información en tiempo real se podrían detectar y delimitar mejor las zonas en las que se estarían produciendo más casos, y las decisiones de limitar los movimientos de la población podrían ser más precisas”, exponían.

Señalaban que “algunas zonas con incidencia media más baja podrían estar enmascarando zonas de incidencia más alta, y por tanto, no restringir los movimientos en los que se estaba produciendo un foco, pero no se dejaba ver por efecto de la media”. Pese a todo reconocían que el trabajo “tiene muchas limitaciones” ya que únicamente cuentan con los datos de hospitalizados, “además del hospital público, no en clínicas privadas”. De igual modo señalaban que en la primera ola de COVID-19 el Hospital de Albacete “se vio desbordado, probablemente no acogiendo a todos los casos”.

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Además, puntualizaban que “también podríamos tener un efecto de no ver pacientes de barrios con rentas más altas que pudieran tener un seguro privado y haber sido hospitalizados en una clínica privada”. El estudio tampoco refleja los datos de personas que no fueron ingresadas durante esta primera ola y tampoco los casos no confirmados con PCR, ya que en este periodo no se realizaban tantas pruebas diagnósticas como en la actualidad.

El factor económico es decisivo en numerosos aspectos de nuestras vidas, pero ahora gracias a un estudio realizado en Albacete ha quedado patente que la economía también influye en la salud y especialmente en los pacientes de COVID-19. En conclusión, el estudio muestra que además de la posible influencia de la renta per cápita y de las desigualdades por barrio, la toma de decisiones basadas en “zona sanitaria” o barrio” o “zona administrativa”, podría enmascarar la presencia de un foco o zona de mayor incidencia.

En el contexto pandémico la investigación sugiere como herramienta de seguimiento epidemiológico la georreferenciación de casos de enfermedad en tiempo real y la realización de un análisis espacial mediante la comparación de controles aleatorios actualizados”. Todo ello permitiría, “de forma más precisa, la detección de aquellas áreas con una incidencia significativa y ayudaría a la toma de decisiones”, matizaban.

Este estudio nacido en Albacete es el primero en el que se georreferencian los casos de COVID-19 y controles, pero proponen comprarlo con otros estudios similares. “Este es otro granito de arena más en una pandemia que ha asolado muchas familias, y para que en el caso de volver a ocurrir, estemos mejor y más programados”, concluían.

Marta Lopez

Periodista natural de Albacete. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Murcia con más de 6 años de experiencia en medios de comunicación.
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