Este 11 de septiembre la Plaza de Toros de Albacete albergaba la cuarta de abono y de nuevo las figuras medio asomaban en la descafeinada feria taurina preparada por la UTE que conforman Simón Casas y Manuel Amador y que le han metido hasta los gavilanes a un Vicente Casañ que a pesar de ser el concejal que debe velar por los albaceteños y sus intereses, ha tragado con lo que le han puesto sobre la mesa y al grito de ¡Sí, bwana! ha permitido que nombres como Finito de Córdoba estén en los carteles, y que otros como El Juli, Roca Rey, Ventura o Talavante no lo estén y que se haya hecho en los tendidos la, llamémosle argucia, de la imperiosa reducción del aforo en la barata solanera que ha obligado a los aficionados a rascarse el bolsillo para estar en la sombra como piojos en costura o a quedarse en su casa, cuando en el sol había casi tanto cemento como gente al haber sido imposible el poder acceder a comprar las entradas más baratas. Para Casas, Amador y Casañ parece que ir a los toros es cuestión de clases….y eso que es la fiesta del pueblo.
Sea como fuere y volviendo a la cara del toro, este sábado era el turno de Morante de la Puebla, Paco Ureña y Juan Ortega, que debutaba en esta plaza y por tanto tuvo que hacer el paseíllo desmonterado. Antes, en los prolegómenos, ‘El Pimpi’ dejaba en el centro del ruedo dos rosas blancas en memoria de Dámaso González en el día que debería haber cumplido 73 años.
En los corrales esperaba un encierro de Juan Pedro Domecq – Parladé, que comenzó con la salida de Trompeta y que a las primeras de cambio era mandado a los corrales por Joaquín Coy por unos presuntos problemas físicos.
Habría que haber visto si hubiera pasado lo mismo si ese toro en vez de pertenecer al lote del mimado Morante de la Puebla hubiera pertenecido al de otro torero con menos teclas. El toro, con mucho trapío, perdió las manos en contadas ocasiones mientras Morante lo obligaba con el capote y calentaba a la gente para que presionara al presidente. Tras sacar el pañuelo verde y ser devuelto a los corrales, Trompeta no se cayó ni una vez.
Hubo que recurrir entonces al primero bis, un sobrero del Conde de Mayalde de nombre Afrancesado, castaño de capa, nacido en agosto de 2016, herrado con el 16 en los costillares y de 548 kilos de peso.
Efímera fue la faena con el capote de Morante a Afrancesado y tras un tercio de varas en el que dudó si meterlo o no dos veces al caballo y uno de banderillas que ni fu ni fa, Morante cogió la franela y el estoque simulado, pidió permiso a Coy y sin brindis se dispuso a comenzar la faena de muleta.
Templó el de La Puebla y aunque hubo poca ligazón sí dejó buenos muletazos sueltos, faltándole hilván a las tandas y contando, eso sí, con buena parte del graderío entregado a la causa y que aplaudía lo que fuese y como fuese, aunque la faena terminara sin que un solo acorde sonara por parte de la banda de música. O el director de la banda tenía el listón muy alto o el público muy bajo. Juzguen ustedes, yo, personalmente, me quedo con la segunda opción.
A la hora de matar, Morante se fue al rincón de Ordóñez y de eso de cargar la suerte y echarse encima de los pitones se olvidó, dejando una estocada que aunque fue efectiva hizo que no asomara ningún pañuelo en el graderío. Menos mal, porque de esta ‘No Feria’ nos podemos esperar ya cualquier cosa.
Hubo palmas en el arrastre para el toro y ovación para Morante, que saludó desde el tercio. Ni una ni otra cosa fueron realmente justas y acordes a la realidad que se vio sobre el albero.
Hallador fue el segundo de la tarde, perteneciente a la ganadería titular, negro zaíno de capa, herrado con el 194 en los costados, nacido en enero de 2017 y de 493 kilos de peso.
Lo recibió muy bien Paco Ureña con el capote y no tardó el murciano en arrancar los primeros olés de los tendidos tras unos buenos capotazos cargados de profundidad, metiendo el miedo en el cuerpo a más de uno en el quite tras el tercio de varas después de pasarse al morlaco muy ceñido al cuerpo y llevarse un revolcón tras un enganchón en el capote.
Brindó Paco Ureña a su cuñado Dámaso González antes de comenzar la faena de muleta y se fue a los terrenos del tendido 1, donde a base de ayudados por alto de bella factura y otros lances cargados de arte arrancó los primeros aplausos el murciano de nacimiento y albaceteño de adopción por aquello de su familia política.
Le dio Ureña distancias siempre a Hallador y el toro lo agradecía, pues necesitaba tomar aire entre tanda y tanda casi tanto como el comer antes de repetir y repetir en la franela del hoy vestido de maquillaje y oro.
Después de 3 buenas tandas con la diestra llegó el turno de la izquierda y el toreo al natural, tomando el astado muy bien los engaños de un Paco Ureña que estaba dejando una gran impronta y que le estaba haciendo casi todo bien al de Juan Pedro Domecq.
Se echó con todo encima del toro el diestro de Lorca a la hora de entrar a matar y dejó una gran estocada, que le hizo rodar al toro casi sin puntilla y que automáticamente llenó de pañuelos los tendidos, donde hubo exagerada petición de 2 orejas. Joaquín Coy sólo concedió una y acertó en su decisión, ya que más de eso hubiese sido excesivo y habría tirado al suelo un listón que ya de por sí está tiritando desde el mismo momento en que se concibió en los despachos esta ‘No Feria’ de 2021.
Hubo palmas para el toro en el arrastre y ovación para Paco Ureña en la vuelta al ruedo que sirvió para pasear el trofeo.
El albahío de capa Jergoso fue el tercero de la tarde, primero del lote de Juan Ortega, nacido en enero de 2017, herrado con el 160 en los costillares y de 487 kilos de peso.
Mimó Ortega al de Juan Pedro Domecq desde que asomó por los toriles sabedor de que la fuerza no era su mejor característica y tras brindar al público para comenzar con buen pie su debut en Albacete, el de Sevilla se fue entre las dos rayas de picar frente al tendido 1 para iniciar la faena de muleta.
Cabeceaba y protestaba en exceso el astado cuando Ortega lo toreaba por el pitón derecho y pronto cambió el matador al izquierdo para ver si por ahí iba mejor, pero ni con esas.
Abanto, reticente y falto de muchas condiciones positivas, Jergoso no estaba por la labor de facilitar nada al matador y lo poquito que se vio fue porque se lo sacó Juan Ortega a base de probar por un lado, por otro e insistir.
Ante tal panorama, lo mejor era cambiar el estoque simulado por el de verdad y tras un pinchazo y una estocada casi entera mandó Ortega al de Juan Pedro al desolladero.
El anovillado Pantonino fue el cuarto de la tarde, segundo del lote de Morante de La Puebla, colorado chorreado de capa, de 500 kilos de peso, nacido en diciembre de 2016 y herrado con el 99 en los costillares.
Con prácticamente un 70% del aforo de la plaza completo en la hasta ahora mejor entrada de la ‘No Feria’ y con una alarmante falta de trapío en su oponente, Morante intentó gustar con el capote y aunque otra cosa es que lo consiguiese en general, sí que dejó algunos lances de bella factura.
Miraba Morante al toro durante el tercio de banderillas tras un breve paso por el caballo y el gesto del de La Puebla no hacia presagiar nada bueno, mostrando un semblante que dejaba entrever que lo que había en la plaza no le terminaba de convencer y que si tenía que sacar su arte no iba a ser precisamente este sábado en Albacete.
Y así pasó, que tras omitir cualquier tipo de brindis desplegó su muleta, hizo algún breve intento, miró dos veces al tendido como diciendo el toro no vale yo no tengo la culpa y en menos que canta un gallo, Morante ya tenía el acero preparado para tirar un bajonazo con mete y saca y dejar media estocada insuficiente en el segundo intento, ya que fue necesario un golpe de verduguillo.
Cierto es que el toro no era una perita en dulce de las que le gustan a Morante y las figuras, pero el de La Puebla debía saber que quien hoy se rascó el bolsillo para ir a los toros fue en gran parte por su presencia y por ello hay que deberle un mínimo de respeto, intentando ante el toro todo cuanto sea posible y no quitándose de en medio en cuanto el aire viene un pelín en contra.
Así pues, Morante se fue sin pena ni gloria tras su paso por Albacete y ni le dio trabajo a la banda de música. Aunque tuvieran que tocarle 3 veces clarines y timbales por aquello del primer toro mandado a los corrales.
El quinto de la tarde fue Neurasténico, nacido en diciembre de 2016, negro bragado de capa, herrado con el 72 en los costados y de 493 kilos de peso, al que Paco Ureña recibió con buen hacer con el capote y cuidó en varas y banderillas ante lo anovillado de su envergadura.
Se fue a los medios Ureña para brindar al público y comenzar ahí de rodillas la faena de muleta, demostrando querer abrir la puerta grande y salir a hombros.
Tragó saliva Ureña con las rodillas clavadas en la arena e hizo vibrar al público, al igual que cuando con la muleta ya a la altura requerida y él en pie tiró de temple y torería por la derecha y por la izquierda para elaborar una faena que, aunque tuvo algunos defectos, estuvo plagada de sentido y buen hacer en la cara del toro.
Los mejores lances llegaron al natural, con el estoque lanzado a la arena por el propio Ureña y el torero entregado a la causa.
Pinchó en todo lo alto el de Lorca en su primera acometida con el estoque y dejó una gran estocada en el segundo intento, poblando de pañuelos los aficionados los tendidos y obligando al presidente ante la petición mayoritaria a conceder una oreja ganada a pulso por el torero, que con una en cada toro se erigía como triunfador virtual de la tarde; Juan Ortega mediante.
Cerró plaza Polvorilla, un ejemplar de 569 kilos de peso, nacido en noviembre de 2016, herrado con el 111 en los costados y negro mulato de capa.
En la línea de sus hermanos de camada y seguramente por exigencias del guión ‘morantista’, Polvorilla fue de perfil también anovillado y no desentonó en la ausencia de trapío y en la bajada del listón que se está viviendo en esta ‘No Feria’ en Albacete.
No hubo brindis antes de iniciar Ortega la faena de muleta y tras unos lances iniciales en los que ya cantó la gallina de la falta de casta y bravura, Juan Ortega entregó la cuchara y empezó a darle horma por abajo al astado para que humillara a la hora de entrar a matar.
Tras una estocada entera aunque algo trasera, el toro dobló las manos y Juan Ortega pasó con más pena que gloria en su debut en Albacete tras dos toros que nada pósito tuvieron dentro desde que asomaron por la bocana de toriles.
Así, hoy sí un torero salía a hombros, para desconcierto de los que ayer no vieron hacer lo propio a Manzanares a pesar de haber obtenido el mismo premio. Ya uno no sabe si es por decisión del matador, por protocolo COVID o por vaya usted a saber.
/Nacho López/Fotos: Ángel Chacón/