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Fallece un importante ganadero albaceteño de reses bravas

Daniel Martínez, de Las Ramblas

La tauromaquia está de luto tras la muerte de Daniel Martínez, propietario de la ganadería Las Ramblas.

Según ha podido confirmar El Digital de Albacete, Daniel Martínez ha fallecido este martes, 13 de julio, a primera hora de la mañana tras una dura enfermedad.

Daniel Martínez tenía 77 años.

El ganadero será enterrado mañana miércoles en Elche de la Sierra, su localidad natal y donde pastaban sus reses.

LAS RAMBLAS

Daniel Martínez adquirió la ganadería en 1990, variando el hierro que entonces tenía y dándole forma con vacas de Salvador Domecq, ‘Toros de El Torero’. Todo se hizo bajo las indicaciones y las recomendaciones de su gran amigo Dámaso González.

Antecedentes

En 1965 la ganadería de Auxilio Tabernero Rodríguez se vende a don Manuel Benítez Pérez, el cual adquirió en 1966 un lote de hembras de don Carlos Urquijo, eliminando la anterior procedencia y variando el hierro. A finales de 1986 fue adquirida por don José María Soberino e hijos, quienes variaron el hierro y divisa. En 1990 fue adquirida por Daniel Martínez, que varió nuevamente el hierro y formó la ganadería con vacas de Salvador Domecq, “Toros de El Torero”.

Encaste

El  fundador   de   esta   estirpe  de  ganaderos,  Juan  Pedro  Domecq  y  Núñez  de Villavicencio,  compró  a  principios  de  1930  la  ganadería  del  Duque  de  Veragua  a Manuel Martín Alonso, quien se había hecho con el hierro ducal dos años antes.  Juan Pedro hizo caso de las recomendaciones que le dio el también ganadero Ramón Mora   Figueroa   y   entre   1930   y   1931   adquirió   al   Conde   de   la   Corte   cuatro sementales, Llorón, Carabello, Chucero y Bodeguero, así como dos puntas de vacas.  

Tras el fallecimiento del fundador, en 1937, se encargó de la ganadería su hijo, Juan Pedro Domecq y Díez, quien añadió reses de Mora Figueroa, con sangre Conde de la Corte y García Pedrajas, ambas de origen Parladé. Todos los especialistas consideran que el señor Domecq Díez consiguió crear un encaste propio, depurando y mejorando el concepto de bravura. 

Los toros de este encaste suelen ser bajos de agujas, finos de piel y de proporciones armoniosas. Las encornaduras tienen un desarrollo medio, pudiendo crecer en forma de gancho o gatillo (engatillados). El cuello es largo y descolgado, el morrillo bien desarrollado y no tanto la papada. Los pelos predominantes son negros, colorados, castaños y tostados. Pueden aparecer los jaboneros y ensabanados por la influencia de la casta vazqueña. 

En  cuanto  al  comportamiento,  este  encaste  conserva  la  cualidad  de  ir  a  más.  Se arranca pronto y lo hace galopando, con alegría y fijeza en los trastos de torear.  

/El Digital de Albacete/

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