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Un nuevo sacerdote en la Diócesis de Albacete: “Me gustaría aportar testimonio y santidad”

José Juan Vizcaíno Gandía

La Iglesia de Albacete vivía un día de fiesta. El obispo diocesano, Ángel Fernández, ordenaba presbítero al joven, natural de Montealegre del Castillo, José Juan Vizcaíno Gandía. José Juan celebraba su primera Eucaristía, en la parroquia de Santiago Apóstol de su localidad natal.  

El nuevo sacerdote reconocía haber sentido “muchísimas emociones” en los días previos a su ordenación. “Han sido unos días previos muy intensos de preparativos, pero también de emociones. Por fin llegaba el día tan largamente ansiado. Lo que estaba en el horizonte ya casi lo tocaba con los dedos. Y ayer, por fin, se hizo realidad. El momento de la unción de las manos con el santo crisma fue muy emotivo para mí”, explicaba. 

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Del mismo modo sostenía que “han sido días también de muchos nervios, por la grandeza del ministerio y también porque es un paso muy importante y decisivo en mi vida. Por eso al ir dando los pasos previos, como la colocación de la bandera blanca en la torre de la iglesia de Montealegre, pues me emocioné mucho”.

Desvelaba que en los días previos a dar este importante paso el Obispo de Albacete le pedía que “disfrute mucho del momento, que me prepare bien para recibir ese gran regalo de la ordenación y, sobre todo, que sea un sacerdote santo. Siempre he sentido su cercanía y cariño, pero estos días más. Es un auténtico padre y pastor. Y ahora nos une el vínculo sacramental de la ordenación y ¡hasta la fecha! Él también fue ordenado sacerdote un 10 de julio. Para mí es un detalle muy bonito y emotivo que haya elegido el obispo ordenarme el día de su aniversario”. 

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Así, confesaba que el significado de ser cura a día de hoy no ha cambiado. “Pueden cambiar las formas, pero no el contenido. Sigue significando presencia de Dios en medio del pueblo, de un Dios personal que nos quiere a todos y cada uno de nosotros y que por medio de los ministros ordenados nos predica el evangelio y nos auxilia con los sacramentos”, detallaba José Juan Vizcaíno. 

Confesaba que “me gustaría aportar testimonio y santidad, dos cosas muy relacionadas en el seguimiento del Señor y que van muy unidas. Esta sociedad que cada vez se aleja más de Dios y se abandona en manos de ídolos vacíos y destructivos creo que necesita el testimonio valiente de cristianos convencidos y que apuestan por la santidad, por seguir al Señor hasta las últimas consecuencias vitales. Sinceramente me gustaría aportar eso. ¡Cuento con vuestra oración para que así sea!”

La vocación al sacerdocio “surgió al modo de Dios”, indicaba José Juan, y es que todo ocurrió “un día normal y corriente en medio de las actividades cotidianas. Relataba que “con 6 ó 7 años, salía de catequesis y mi abuela me llevó a misa después de merendar. Al ver salir al sacerdote de la sacristía para celebrar la misa el Señor suscitó el deseo de seguirle en el sacerdocio. Esa voz tímida se fue haciendo cada vez más fuerte. Y hasta el día de hoy y por toda la eternidad”. 

Confesaba que ha tenido y sigue teniendo muchos referentes. Así ponía el punto de mira en “los sacerdotes de mi pueblo, especialmente Paco Amorós y Paco Prados, quienes me ayudaron con su ejemplo a que esta llamada creciera, el primero fue el sacerdote que vi salir de la sacristía, y el segundo es el sacerdote que me acompañó al seminario”. Pero  añadía que “también tengo otros muchos más, como Vicente Contreras, Fernando Zapata, ambos en La Roda y que me han ayudado y enseñado mucho”. 

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Manifestaba Vizcaíno que “podría seguir nombrando muchos más, pero sería eterna la lista y las razones. Estoy muy orgulloso de todos mis amigos sacerdotes. Todos son un ejemplo para mí de fidelidad y constancia en el servicio a Dios y a las almas”. 

El pasado mes de diciembre comenzó su etapa de diaconado en La Roda. Un momento que “he vivido con mucha ilusión”, detallaba. Así exponía que “cada día era distinto, pero tenían en común la ilusión y las ganas por acercar a la gente a Dios, por ser instrumentos de encuentro y no de escándalo”. 

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Esta etapa le ha aportado a este joven sacerdote albaceteño “muchas cosas”. Así detallaba que “he aprendido mucho de Fernando, de Vicente, de Benito, Pilar… y tantas y tantas personas que con su ejemplo de vida cristiana y buen hacer me han dado lecciones que atesoraré en el corazón por muchos años”. 

Remarcaba un mensaje para los jóvenes de la Diócesis de Albacete: “Jesucristo”. Explicaba José Juan Vizcaíno que “todo lo que no sea de Dios es mera palabrería vacía y que nada tiene que decirle al corazón del hombre”. 

De este modo añadía que “a Dios le importamos todos y cada uno de nosotros y todo lo humano le importa. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, por eso la única palabra que podemos ofrecer es la suya. Fuimos creados por Él y para Él, por eso tenemos siempre sed de Dios. Cuando no lo encontramos, o no queremos encontrarlo, el corazón busca sucedáneos que solo calman y llenan momentáneamente. En Jesús está la plenitud. En el misterio del Verbo encarnado, Jesús, se entiende el misterio del hombre. Tenemos que mirarnos en el espejo de Jesús si queremos ser felices de verdad”.

Se considera “una persona normal y corriente, nada extraordinario extraordinario. Me gusta escuchar música litúrgica, en especial gregoriano, me gusta el pop español (tengo que confesar que en los viajes Cadena Dial me acompaña siempre) … Me gusta leer cosas de historia, disfrutar de los amigos, pasear… Vamos, nada fuera de lo normal. Aunque parezca mentira, los cristianos somos personas normales y corrientes. Hay gente que piensa que solo estamos rezando las 24 horas del día, y es verdad, pero porque lo que hacemos en cada momento lo hacemos desde el Señor y poniéndolo en el centro, con lo que se convierte en oración y ofrenda a Él”.

/El Digital de Albacete/

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