/El Digital de Albacete/
Una de sus mayores aficiones es el deporte. Y se le nota, porque se está preparando para las oposiciones de Policía Nacional. Además, le encanta practicar boxeo. Es una mujer joven, pero a pesar de esa juventud, tiene muy claro que es lo que quiere y lucha por ello día tras día.
Ana Fernández Fernández, nació en Albacete hace 18 años; y a pesar de su corta edad, ha roto con todos los estereotipos que se les imponen a las mujeres gitanas por el mero hecho de serlo.
Es la mayor de tres hermanas e hija de Francisco y de Antonia. Los padres de Ana, aunque no han estudiado, siempre han apoyado a sus hijas para que lo hicieran y quieren un mejor futuro para ellas.
Desde pequeña, Ana, ya tenía claro que quería ser policía, se pasaba el día diciéndoselo tanto a sus padres como al resto de sus familiares. Pero no se lo tomaban serio, e incluso le gastaban bromas al respecto.
Pasó el tiempo y se dieron cuenta que la vocación de Ana, por ser policía no era algo pasajero, sino que era sueño; y aunque reconoce que a su madre le asusta, porque es una profesión muy peligrosa, “como a cualquier madre le pasaría” es el apoyo de sus padres lo que le da fuerzas para luchar por su sueño.
Ana, Estudió en el CEIP Diego De Velázquez, hasta 6º de primaria. De esta época, recuerda que algunos/as de sus compañeros/as hacían chistes y comentarios discriminatorios hacia los gitanos y gitanas, que le hacían sentir incómoda y a los que no sabía cómo enfrentarse.
No fue hasta después, cuando estaba finalizado el instituto, que adquirió las herramientas y la confianza necesarias para defenderse y luchar en contra de las discriminaciones que sufría. Continúo sus estudios IES Andrés Vandelvira y allí finalizó la ESO y el bachillerato. De esta época tiene buenos recuerdos, fue una época muy feliz, que recuerda con cariño.
En su entorno, sus primas y primas también han estudiado, lo cual le ha servido como referencia y como motivación. En su familia, que las nuevas generaciones estudien y se formen s algo normal y, en general, reciben apoyo del resto de sus familiares.
Tras finalizar el bachillerato de ciencias sociales, quería estudiar criminología y de ahí entrar a la Policía Nacional, pero finalmente decidió prepararse las oposiciones.
Siempre le ha llamado la atención ser policía “la labor que realizan arriesgando su vida por las personas y velando por la seguridad, es algo que me gusta y tengo vocación desde que me alcanza la memoria” dice Ana.
Ana una chica valiente y luchadora, que tiene claro cuáles son sus metas, pero es consciente de las dificultades a las que se enfrenta, tanto por formar parte de un sector con baja representación de mujeres, como por los estereotipos que se ciernen sobre ella.
En la academia, ha encontrado apoyo por parte de sus compañeros/as, pero se extrañan muchísimo de que una mujer gitana, quiera ser policía.
Aún así, está orgullosa de poder romper con los prejuicios, con los moldes, que la sociedad le impone por ser gitana.
Su meta final, laboralmente hablando, es aprobar las oposiciones y entrar en la Unidad Central Especializada de Delitos y Violencia.
Así sostiene esta joven albaceteña que “la palabra referentes una palabra muy grande; pero si creo, las mujeres gitanas de hoy en día necesitamos apoyarnos entre nosotras y decir que hay mujeres que tiran para adelante, sin importar las opiniones demás y si les gusta algo lo hacerlo, formarse, estudiar y no hacer lo típico que se nos impone por ser gitanas”
Al mismo tiempo lanzaba un mensaje para todas las chicas gitanas: «Yo animo a las chicas que persigan su sueño y si hay algo que les gusta hacer que lo hagan, no por hecho de ser mujer tienes que reprimirte; aunque por ser mujer y gitana lo tienes más difícil como por ejemplo yo que, aunque, es complicado estoy persiguiendo mi sueño».
Del mismo modo también aprovechaba para enviar otro mensaje al resto de la sociedad y es que «en pleno siglo XXI se habla de la tolerancia y la igualdad, pero con la comunidad gitana esa igualdad y tolerancia no está. Considero que, se tiene que juzgar a las personas por las experiencias que se tengan con ellas y no meter a todo el colectivo en el mismo saco, la generalización es algo que en pleno silo XXI no se puede permitir, es algo erróneo. Hay ser personas empáticas y más tolerantes».
«Me llamaron gitana y se olvidaron de llamarme mujer»
Un año más, el Grupo de Mujeres Gitanas (GMG) de la Fundación Secretariado Gitano, junto al resto de personas que forman parte de esta entidad, «nos sumamos a la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres».
En un comunicado de prensa señalaban que este 8 de marzo de 2021, «queremos poner de manifiesto cómo la crisis sanitaria, social y económica provocada por la Covid-19 está profundizando en las desigualdades de género y desigualdades de trato existentes y está provocando un gran retroceso en el ejercicio de derechos de millones de mujeres y niñas de todo el mundo, especialmente en las niñas, jóvenes y mujeres gitanas».
«Si las mujeres y niñas gitanas ya sufrían situaciones de desigualdad e inequidad social, en salud y económicas, esta crisis ha acentuado esas situaciones, poniéndolas en el foco de la mayor vulnerabilidad que se pueda dar», apuntaban.
Desde el Grupo de Mujeres Gitanas (GMG) de la Fundación Secretariado Gitano, «siendo conscientes de la gran fragilidad de los logros alcanzados tanto en igualdad de género como en el acceso a derechos de las mujeres, no podemos dejar de señalar que ser gitana, en estos contextos, puede implicar enfrentarse a un camino con mayores barreras y dificultades».
Las mujeres gitanas, al igual que la mayoría de mujeres, sufren discriminación. Sin embargo, «a las mujeres gitanas se les añaden una serie de desventajas por el simple hecho de ser gitanas y que pueden derivar, sin duda, en un tipo de discriminación específica como es la discriminación interseccional», manifestaban.
Reconocían que esta pandemia «ha traído consigo nuevos obstáculos pero también está cronificando otros, como el mantenimiento de los roles de género, así como el aumento de la violencia machista o el desempleo».
«Mayores cargas emocionales, mujeres recluidas en sus viviendas con mayores cargas de cuidados y no corresponsabilidad; mayores cargas económicas, al ver sus oficios desaparecer (mercadillos, venta ambulante, puestos de flores…); mayor posibilidad de vivir situaciones de violencia al estar confinadas con sus agresores; aumento de la brecha digital de género, incluida la infantil…»
«Queremos poner de manifiesto las situaciones que están viviendo las mujeres y niñas gitanas con objeto de identificarlas para intervenir y paliarlas. No podemos permitir que la transformación social y los logros alcanzados en igualdad, en participación, en el 8 de marzo 2021. Día Internacional de las Mujeres ‘Me llamaron gitana y se olvidaron de llamarme mujer’.
Por ello, este 8 de marzo, desde el Grupo de Mujeres Gitanas de la Fundación Secretariado Gitano «queremos insitir en la importancia que reviste analizar la situación y contexto actual de crisis desde un enfoque interseccional para que ninguna mujer gitana se quede atrás». «Tenemos que poder superar los efectos negativos de la crisis provocada por la COVID-19 entre las mujeres gitanas que se han visto perjudicadas en ámbitos tan importantes para la inclusión social, el desarrollo personal y profesional, como en el ámbito de la participación, la educación o el empleo».
Este 8 de Marzo quieren, «al igual que el resto de mujeres, ocupar un espacio de conmemoración, y queremos impulsar una mirada crítica dirigida a los medios de comunicación para que la imagen que en muchos casos se proyecta de las mujeres gitanas sea más real y diversa, una imagen donde nos veamos representadas como mujeres y como gitanas, y no relegadas a un simple estereotipo proyectado por el imaginario común de solo ser gitanas».
En definitiva, «nos queda mucho por hacer y muchos retos por alcanzar; por ello y en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, nuestro objetivo va a seguir siendo el de: Lograr la Igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y todas las niñas, también el de todas las mujeres y todas las niñas gitanas”. Pero esta tarea «no es propia y exclusivamente de las mujeres, ni de las mujeres gitanas. Es responsabilidad de los poderes públicos en todos los ámbitos. Para ello nos deben de dotar de todas las herramientas necesarias para alcanzarlos. No es un tarea de las propias mujeres, es una cuestión de igualdad de oportunidades de todos y todas», consideraban.