El rastro de la muerte hallado en Libisosa

/El Digital de Albacete/

Despedirse de nuestros seres queridos es algo que el ser humano lleva implícito en su ADN. Muestra de ello son las más de 50 monedas halladas en el yacimiento de Libisosa ubicado en el municipio albaceteño de Lezuza.

El descubrimiento de estas 53 monedas son el reflejo lejano de la muerte y la guerra. Así, tal y como recoge El País el hallazgo se ha realizado en “tres puntos de este oppidum íbero que se levantaba sobre un cerro que no pudo resistir a las acometidas de las legiones romanas”. Del mismo modo apuntan que junto a estas monedas aparecía “el cadáver de una niña, cuentas de una calle, cuchillos, ungüentos y cerámicas” entre otros objetos.

Los restos humanos encontrados en Libisosa pertenecen “a una pequeña de entre seis y nueve años” y su cuerpo estaba muy cerca de 16 monedas quedando sepultado “en posición forzada en decúbito supino, con los brazos irregularmente flexionales y las piernas abiertas y estiradas longitudinalmente”. Además desvelaba la publicación que “un golpe en la cabeza” fue lo que causó la muerte a esta niña.

El estudio publicado en la revista Zephyrus, ‘Tres conjuntos monteares de la destrucción del Oppidum iberorromano de Libisosa’, de Héctor Uroz y Alicia Arévalo revela que en esta ciudad se han localizado en los últimos años tres excepcionales conjuntos monetarios. En concreto más de 50 piezas de bronce que fueron descubiertas sobre el pavimento de dos calles del yacimiento y un pequeño habitáculo del asentamiento.

Este estudio indica que la ciudad fue totalmente arrasada durante una inesperada guerra, motivo por el que las pertenencias del interior de las viviendas y edificios oficiales quedaron congelados en el tiempo. De este modo el arqueólogo Héctor Uroz, codirector de las excavaciones (con el apoyo de la Consejería de Cultura de Castilla-La Mancha, la Diputación de Albacete-Instituto de Estudios Albacetenses, el Ayuntamiento de Lezuza y las universidades de Alicante y Murcia), lo explica de la siguiente manera: “No se trata de tres tesorillos, sino del resultado de la destrucción instantánea del oppidum. Cada lote está formado por un homogéneo número de piezas iberas (y una romana) de este período tardorrepublicano, en su inmensa mayoría acuñaciones de la ceca de Castulo, a unos 200 kilómetros de Libisosa”.

De este modo cabría preguntarse por las monedas desenterradas junto a la niña. Y es que según apunta el estudio “sufrió una muerte violenta” y “la descomposición del cuerpo se produjo en el mismo lugar en el que murió”. El estudio matiza que los restos fueron cubiertos por “una colmatación rápida, lo que permitió la conservación de la mayor parte del esqueleto” . 

En un principio, los investigadores relacionaron directamente el esqueleto con las piezas monetarias, la excavación de un pequeño departamento años después matizaría esta hipótesis. Y es que muy cerca del esqueleto aparecieron otros elementos que confirmaban el carácter violento del suceso, como “un clavo de grandes dimensiones sobre la niña, quizás testimonio de algún tipo de estructura perecedera que ocultó a la vista el cadáver y un cuchillo de hierro que conservaba una cuenta de collar pegada al filo”.

Cerca de una veintena de estas históricas monedas se localizaron esparcidas en otra calle, motivo por el que “hace pensar que cayeron de un contenedor común, del que podrían haber formado parte alguno de esos clavos hallados en su entorno directo”. Especificaban que “muy probablemente serían portadas por su propietario mientras transitaba por la calle durante su huida”.

El tercer grupo de monedas descubierto apareció sobre el pavimento de un pequeño edificio oficial excavado posteriormente y que el estudio interpreta como “la instalación de un puesto de pago o cambio monetario relacionado con el comercio”. De este modo, las monedas encontradas junto al cuerpo de la niña podrían proceder de este punto.

Todos estos hallazgos ponen de manifiesto que Libisosa es una fuente inagotable de conocimiento sobre nuestra historia. Y eso que la superficie excavada por los arqueólogos no es ni el 10% de las 30 hectáreas que componen asentamiento fortificado.

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