El campo albaceteño y Filomena

En términos generales, la nieve es un fenómeno meteorológico bien recibido en el ámbito agrícola por la contribución que hace en las recargas de las reservas hídricas.

Las heladas moderadas (y, en general, las temperaturas frías) son necesarias para que cultivos como el almendro puedan seguir manteniendo el periodo de latencia. Por contra, los inviernos templados provocan floraciones tempranas lo que aumenta la exposición a las heladas primaverales: de ahí que, de cara a esta época del año, sea deseable el frío moderado.

Ahora bien, desde el ITAP se resalta que, cuando las nevadas alcanzan gran intensidad (y van acompañadas de un descenso drástico de temperatura), el efecto sobre los cultivos puede ser muy perjudicial, tal y como se ha experimentado muchas zonas de la provincia de Albacete que han sobrepasado el medio metro de nieve (y que, tras ello, veían caer las temperaturas incluso hasta los 19/20ºC negativos en varios puntos).

La presencia de nieve, clave en las heladas

Estudiando la evolución térmica en tres localidades distintas de la provincia (Ontur, Albacete y La Gineta), los datos extraídos de la red de estaciones agroclimáticas del Servicio Integral de Asesoramiento al Regante de Castilla-La Mancha arrojan situaciones muy interesantes.

Por ejemplo, la temperatura mínima absoluta (-19ºC) fue la registrada en La Gineta el 12 de enero, una jornada que, de media, se situó en los -11ºC (alcanzándose también en Albacete niveles similares).

En cambio, en Ontur, ese mismo día se observó una mínima absoluta de -3,4ºC, lo que muestra el contraste de temperaturas entre una zona como ésa (donde no había apenas nieve en esa fecha concreta) con respecto a otras en las que había nieve en abundancia (como ocurría en Albacete y La Gineta y donde, además, las temperaturas máximas absolutas también fueron muy bajas).

Además, las cifras evidencian que esa helada extrema del día 12 de enero no fue un hecho aislado, sino que formó parte de un periodo de temperaturas mínimas absolutas muy bajas en ambas zonas; una situación que tampoco se dio en la zona de Ontur (en cuyos cultivos leñosos es de esperar que, por tanto, no haya que lamentar daños).

Sobre la posible incidencia que el temporal sufrido tendrá en los cultivos leñosos, los y las profesionales del ITAP indican que todavía es pronto para poder evaluar rigurosamente los daños provocados por las heladas extremas que sucedieron a las nevadas.

Por su experiencia de etapas similares en años previos (por ejemplo, las sufridas a finales de enero de 2006, con registros similares a los alcanzados este año), sí avanzan que “los daños están ahí, si bien habrá que esperar a que se normalice el tiempo para atisbar su envergadura real”.

Muchos factores a tener en cuenta

Partiendo de que para abarcar el alcance de la incidencia, ésta debe enfocarse en dos aspectos: por un lado, refiriéndose a los daños a la producción en ciernes (en cultivos como el almendro) o en curso (caso, por ejemplo, del olivo); y, por otro lado, advirtiendo el daño que puede producir al propio árbol (y que afectaría no a la cosecha de esta campaña, sino a la viabilidad futura de la plantación), sí advierten que “es de esperar una gran disparidad en la evolución de los cultivos, ya que hay muchos factores determinantes (como el microclima de una plantación, el estado nutricional de la planta, el estado fenológico, el tipo de poda y la edad de la plantación, entre otros)”.

Así, recuerdan que tras aquella intensísima helada del 29 de enero de 2006, los olivos resultaron muy afectados. En cuanto al almendro, en estos momentos las yemas de flor se encuentran en reposo invernal (aunque en las variedades de floración temprana, como la Marcona, ya hay yemas en el inicio del hinchado). En este tipo de yemas, desde el ITAP recuerdan que se apreciaron intensos daños en aquel momento de 2006 y, en lo que respecta a la actualidad tras las recientes heladas, indican que se observa una caída de yemas anormal (según la zona y estado fenológico de la yema), aunque afirman que “aún es pronto para saber si ha habido yemas dañadas” y que hay que estar vigilantes de esa posibilidad.

En cuanto al pistachero, desde el Instituto avanzan que “no se esperan daños en árboles adultos aunque las plantaciones jóvenes (donde los ramos no estén muy lignificados), es posible que se vean afectadas por el congelamiento”. Además, inciden en que también se están observando daños de caza en las plantaciones jóvenes, agudizadas por la escasez de alimento que provoca la nieve: el protector que se usa contra los conejos pierde efectividad (ya que el espesor de la nieve, hace que los conejos puedan alcanzar los brotes del pistacho que emergen sobre él).

Finalmente, desde el ITAP se avanza que la vid es otro cultivo que se puede ver afectado por las heladas extremas (sobre todo, las viñas jóvenes con sarmientos poco endurecidos) y que, en el caso del nogal, no se han observado daños cuando las heladas invernales se producen en plena parada vegetativa y en árboles adultos.

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