Mal dato en Albacete para las personas con discapacidad y su plena inclusión

/El Digital de Albacete/

Acaba de finalizar el año más difícil de nuestra historia reciente, que será recordado como el de la pandemia mundial, esa que nos hizo sentir más vulnerables y sacudió – tal vez para siempre- nuestra escala de valores. Una emergencia sanitaria sin precedentes que ha tenido efectos devastadores en la economía, poniendo además en jaque retos sociales en curso, como el de la plena inclusión de las personas con discapacidad.

En este contexto, la Fundación Adecco, con la colaboración de CHM Obras e Infraestructuras presenta el informe “Discapacidad y expectativas para la nueva década” que basa sus conclusiones en una encuesta a 600 personas con discapacidad entre 18 y 60 años.

Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco: “Detrás de toda crisis hay una llamada a la responsabilidad colectiva e individual. Hemos de aprender del pasado y no permitir que las personas con discapacidad se queden atrás en la era COVID-19 siendo, como siempre, los últimos en reponerse del impacto económico.  Escuchar sus demandas y reivindicaciones constituye el primer paso para que todos los agentes sociales nos coordinemos para darles respuesta, permitiendo así que formen parte de una recuperación económica inclusiva en la que el empleo va a ser el motor para salir adelante”.

Por su parte, Francisco Martínez, director general de CHM Obras e Infraestructuras comenta que: “en estos tiempos convulsos, desde CHM Obras e Infraestructuras nos sentimos en la responsabilidad de potenciar nuestro compromiso con aquellos que más lo necesitan. Creemos que es nuestra obligación reivindicar la inclusión social y laboral de las personas con discapacidad y eso se logra, únicamente, escuchándolas e integrándolas en el camino hacia la recuperación.  Partiendo de esta filosofía, apoyamos a la Fundación Adecco en la elaboración del informe Discapacidad y expectativas para la nueva década, convencidos de su potencial para visibilizar las desigualdades que las personas con discapacidad afrontan en el mundo laboral en la era COVID-19”.

La “década perdida” de la inclusión

El año pasado estrenamos cambio de dígito con elevadas expectativas económicas y sociales.  Parece que la crisis que asoló al mundo en 2008 y que se extendió hasta bien entrado 2014 había quedado atrás y que avanzábamos vigorosamente hacia unos años 30 más prósperos e inclusivos.  Además, la experiencia del siglo pasado nos invitaba a hacer una asociación casi inevitable: empezaban unos nuevos “felices años 20” que simbolizaban el inicio de un periodo expansivo, una etapa en la que nuestra sociedad, más madura que nunca, estaba preparada para hacer frente a los desequilibrios sociales y decidida a cumplir la promesa central y transformadora de la Agenda 2030: “no dejar a nadie atrás”,  Es cierto que una nueva recesión amenazaba con frenar estos progresos y no eran pocas las batallas que debían librarse para alcanzarlos. Pero, en cualquier caso, el sentimiento de optimismo ganaba el pulso tras haber superado -no sin secuelas- la crisis económica más dura de nuestra era.

Sin embargo, el coronavirus transformó esta euforia en desesperanza en cuestión de días. En el segundo trimestre del año, el PIB se había desplomado un 18,5% y el número de desempleados había registrado un crecimiento interanual de más de medio millón al cierre del tercer trimestre del año, rozando de nuevo los 4 millones de personas en situación de desempleo.

Empleo y discapacidad: dobles víctimas de la crisis

En el caso de las personas con discapacidad, el impacto de la emergencia sanitaria fue, ha sido y está siendo, muy fuerte. En primer lugar, durante los meses más duros del confinamiento, el cierre de centros de día y la suspensión de servicios de apoyo educativo y terapéutico obligaron a muchas personas con discapacidad a interrumpir bruscamente sus terapias y tratamientos, con el consiguiente freno en su desarrollo. 

Asimismo, las medidas de distanciamiento llevan meses obstaculizando relaciones y estímulos sociales que, en el caso de las personas con discapacidad, pueden tener un impacto crítico en su desarrollo afectivo y emocional.

Por otra parte, las personas con discapacidad parten de una situación de desigualdad laboral que evidencia su mayor vulnerabilidad en tiempos de crisis, viéndose doblemente expuestos a situaciones de pobreza y/o exclusión. Así, antes de la pandemia, solo el 34,5% de las personas con discapacidad era población en activo, una cifra 43 puntos inferior a la de la población sin discapacidad. Su tasa de paro alcanzaba, al cierre de 2019, el 25%, 10 puntos por encima de la media general. Y su tasa de empleo no llegaba al 26%, frente al 66% de las personas sin discapacidad.

pastedGraphic.png

Fuente: Instituto Nacional de Estadística

Descenso de la contratación de personas con discapacidad en Albacete (-5,5%)

En cuanto a la generación de empleo para las personas con discapacidad en tiempos de pandemia, las cifras hablan solas: el año 2020 se ha saldado con un descenso del 5,5% en la contratación de personas con discapacidad en Albacete. El descenso en Castilla la Mancha ha sido superior, del -23%. Estas caídas se producen debido al parón en muchos sectores estratégicos como la hostelería o el turismo, que habitualmente emplean a profesionales con discapacidad y cuyas dificultades son dobles, ya que no solo se enfrentan a la crisis económica, sino a prejuicios y estereotipos que lastran su acceso al empleo, dificultando que encuentren una oportunidad laboral en el corto plazo.

pastedGraphic_1.png

pastedGraphic_2.png

Fuente: Elaboración propia a partir datos SEPE

En lo que respecta a los que sí tienen empleo, un reciente informe de Odismet desvela que se han visto afectados en mayor medida por las fórmulas excepcionales adoptadas en tiempos COVID.19. En concreto, un 37% ha sufrido un ERTE -frente al 3,1% de la población general-, un 7% ha tenido que reducirse la jornada y otro 7% se ha visto obligado a agotar vacaciones. Mientras, un 14% ha podido adoptar la modalidad de teletrabajo y un 28% no se ha visto afectado de ningún modo. Por el contrario, un 2% ha sufrido un despido.

pastedGraphic_3.png

Según Francisco Mesonero: “la concentración de los profesionales con discapacidad en sectores muy castigados por la crisis como la hostelería o el turismo ocasiona que se vean especialmente expuestos al desempleo y a la exclusión social en la era coronavirus. Asimismo, y aunque no figura en las estadísticas, nos consta que un porcentaje importante de los ocupados con discapacidad se emplea en la economía irregular, en condiciones de absoluta precariedad y desprotección, lo que ahonda aún más la brecha de desigualdad”.

En este difícil contexto, ¿cuál es la percepción de las personas con discapacidad? ¿creen que el impacto de la COVID-19 es coyuntural o que se va a extender en el tiempo, dejando secuelas durante la década que tenemos por delante? La presente encuesta ha querido profundizar en este aspecto y una conclusión se impone con claridad: la mayoría de los encuestados (70,1%) cree que, en efecto, la inclusión social y laboral va a estancarse, ya que el distanciamiento social y la crisis económica no ayudarán a normalizar la presencia de las personas con discapacidad en la sociedad.  En otras palabras, opinan que el coronavirus ha truncado la buena marcha de la inclusión y que estamos ante una “década perdida” para la normalización de la discapacidad en la sociedad y en las empresas. Un 22,4% va más allá y cree que va a experimentarse un retroceso en el que las personas con discapacidad van a ser las grandes olvidadas. Frente a esta opinión, un 7,5% se muestra más optimista, defendiendo que la inclusión social y laboral mejorará en los próximos 10 años, en los que van a darse pasos muy importantes para la plena inclusión.

El Digital de Albacete

Diario digital líder en Albacete con toda la información de la capital y provincia
Botón volver arriba