Este bailarín de Albacete demuestra que la danza y la inclusión pueden ir de la mano

/Marta López/

El bailarín albaceteño, José Ramón Marcos, está demostrando que danza e inclusión pueden ir de la mano. Así, ha obtenido un sobresaliente cum laude en su Tesis Doctoral titulada ‘La formación docente para la profesionalización de la danza en contextos de diversidad’.

“Llevo trabajando 6 años en el mundo de las Artes Escénicas Inclusivas”, indicaba a El Digital de Albacete. Además explicaba que este campo “trata de trabajar profesionalmente con personas con discapacidad a través de las artes escénicas”. De este modo, matizaba el albaceteño que ha tenido la oportunidad de formar parte “de la institución referente de este arte que es la Fundación Psico Ballet Maite León”, donde ha trabajado como profesor, coreógrafo y en diversos proyectos de investigación.

Desde hace tres años dio comienzo su trabajo para desarrollar esta personal Tesis Doctoral que habla “de las reformas que tienen que producirse en España para conseguir incorporar a las personas con diversidad funcional al mundo de la danza y cómo crear salidas profesionales para personas con discapacidad a través de las artes escénicas”, subrayaba José Ramón Marcos. Un trabajo en el que ha obtenido un sobresaliente cum laude”, desvelaba.

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Este albaceteño cursó en Madrid la carrera de Pedagogía de Artes Visuales y Danza, y gracias a un proyecto en un Centro de Educación Especial “fue cuando se me abrieron los ojos sobre lo que yo realmente quería hacer”, manifestaba. Así confesaba que “en la Fundación mi vida cambió totalmente porque me di cuenta de que para mí la inclusión era el campo que quería desarrollar”.

Sin embargo, destacaba que “ha sido muy devastador ver durante la investigación de mi tesis los datos en España relacionados con la diversidad, la danza y la legislación”, un trabajo que “me ha servido para responderme a muchas preguntas a mí mismo”. Así, consideraba que “los estudios de danza están totalmente anticuados y la danza en España está vista desde una óptica totalmente elitista”. Y añadía que “la danza no es solo una cosa para niñas con tutú y este pensamiento hay que luchar por cambiarlo porque desde el siglo XIX vienen haciéndose investigaciones y reformas para cambiar este concepto”.

“Las personas que nos dedicamos a esto y nos estrujamos la cabeza sabemos que hay muchas  y muy buenas iniciativas sobre danza inclusiva en España pero hay que hacer responsable también a las instituciones”, destacaba. Además matizaba que “en Francia la danza está mucho más extendida en la cultura, es casi como aquí el fútbol”, sin embargo “es chocante ver que en España este movimiento de danza inclusiva está mucho más desarrollado”.

Ponía de manifiesto que “conseguir realmente la inclusión sería maravilloso y es algo que te rompe la cabeza”, y añadía que “realmente tienes que tener el cerebro dividido en tres, porque tienes que ver por un lado el campo social, qué pasa con la danza y tener también en cuenta el universo artístico”. De este modo también lanzaba un mensaje a los propios artistas “para implicarse y ser responsables de esta inclusión”.

Algo que “enfada” a este albaceteño de este mundo artístico es la consideración de que alguien imponga “qué es o no danza”. De este modo consideraba que teniendo en cuenta su experiencia personal “me parece injusto que yo tuviera la oportunidad de descubrir si la danza clásica era lo que me interesaba o no, pero que una persona con discapacidad no tenga ninguna oportunidad de saberlo porque no pueden acceder a estos estudios”. Consideraba el albaceteño que “los departamentos de escuelas y conservatorios no están preparados para que las personas con discapacidad puedan acceder”. Por tanto recordaba que “el derecho a la educación está reflejado en la Constitución Española y si todos somos iguales todos tenemos que tener este derecho”.

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Así reconocía que “el problema que tenemos en España es que tanto la danza como la discapacidad cuentan con medidas legislativas que han ido siempre por detrás”. Y es que la danza inclusiva “existe desde los años 80 en nuestro país pero creo que son las propias instituciones las que no quieren provocar este cambio”, destacaba. Apostaba de este modo por “educar para incluir la danza en el curriculum de la enseñanza general y es que hay contenidos de música, de plástica, pero la danza siempre se olvida”, al tiempo que consideraba que “es también importante tener durante el periodo educativo contacto con la discapacidad para formarnos como personas”.

“En el siglo XXI con la que está cayendo y después de haber pasado una pandemia ¿es necesario seguir contando las mismas historias de amor idílico?”, se preguntaba. Así consideraba que “creo que estamos en otro momento y la cultura está para hacerte reflexionar, pensar y sentir”. El mundo está viviendo “atentados terroristas, hay personas que mueren diariamente, y hay quienes tratan de llegar por todos los medios humanos posibles a otro continente”, ponía de manifiesto.

Además, reconocía que “cuando pasas esa barrera y comprendes que la diferencia y la diversidad es bonita y es algo que tiene que existir lo pones como un valor”. Sostenía que “cuando voy a ver un espectáculo no juzgo lo que veo por las personas que hay en el escenario, sino por lo que siento, y eso no hay valores que lo midan”.

Actualmente José Ramón Mateo vive en Francia y ha formado parte de varios espectáculos en Disneyland Paris y matizaba que “es muy curios porque todos mis valores son como todo lo contrario porque parece que Disney es la exaltación de todo lo perfecto”. Sin embargo, reconocía que “cuando entras bien dentro  y conoces de primera mano lo que es trabajar ahí entiendes que ellos también valoran muy positivamente la diversidad”. Así desvelaba que “los bailarines solemos ser un poco de nuestro padre y de nuestra madre y no importa la nacionalidad”. 

Del mismo modo aplaudía la labor de Juan Fuentes que “es uno de los directores artísticos y trata de hacer los espectáculos inclusivos para el público a través de la lengua de signos apostando por la inclusión real”. Además, el albaceteño también ha formado parte de proyectos inclusivos del Instituto Cervantes, así como en varias compañías inclusivas.

“Tenemos que construir el hoy, qué queremos ver hoy, potenciar y desarrollar para que de aquí a un tiempo sea una realidad”, matizaba, al tiempo que añadía que “lo que más me gustaría es releer mi tesis de aquí a unos años y decir: Cuanto me equivoqué porque todo ha cambiado”. Así concluía que “es momento de plantearnos hacia donde vamos y de humanizarnos todos un poco más”.

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