/El Digital de Albacete/
Continúan llegando a las costas canarias pateras cargadas de inmigrantes en busca de un futuro mejor en nuestro país. Embarcaciones repletas de personas que esconden duras historias y relatos llenos de miedo e incertidumbre.
En una de las pateras que arribó en los últimos días a Arguineguín (Canarias) viajaba Samir. Esta podría ser una historia más, pero Albacete estuvo muy presente en la travesía de este joven marroquí de 20 años. Un relato que saca a la luz ‘El Día’ y en el que gracias a que alguien prestó un teléfono móvil a Samir “pudo contactar con su primo Mohamed, que vive en Albacete desde hace dos décadas y es teleoperador”.
Según recoge la publicación, debido a su larga estancia en nuestro país, Mohamed “habla perfectamente español”, al contrario que Samir recién llegado a las costas canarias. Tras localizar a su primo y poniendo el altavoz del teléfono móvil que por suerte alguien había dejado a Samir el teleoperador residente en Albacete “se convirtió en su intérprete”.
Así, ante la compleja situación Mohamed preguntó a la persona que había cedido desinteresadamente su teléfono móvil a Samir dónde se encontraba su primo ya que desconocía el lugar al que lo habían trasladado desde su llegada a Arguineguín. Samir se encontraba en la plaza de La Feria, en Las Palmas de Gran Canaria, desorientado y sin dinero.
Desde Albacete, Mohamed preguntó a la persona que había dejado a Samir su móvil para llamar: “No tiene dinero, ¿le puedo hacer un bizum y usted se lo da?”. Así, continuaba esta historia llena de generosidad, ya que la persona intermediaria accedió a recibir esta transferencia a través del móvil para ayudar a Samir, según recoge la publicación.
Al dinero que le traspasó su primo desde Albacete cabría sumar otra cantidad que “esa persona puso por cosecha propia y que Samir cogió agradecido”, apuntaba la publicación. Y es que el joven marroquí había pasado 15 días en el campamento de Arguineguín sobreviviendo tras estar varios años trabajando en Marruecos para comprar el billete de la patera en la que llegó a Canarias. “Es albañil, es un buen chico, tiene un oficio y puede trabajar en España”, relataba Mohamed desde Albacete, quien “solo quería saber que si le pagaba a su primo un billete de avión iban a permitir que partiera hacia la Península”.
Esta es una de las cientos de historias que retumbaban en la plaza de La Feria en Las Palmas, donde llegaron desde el campamento de Anguineguín más de 200 inmigrantes con números de familiares apuntados en desgastados papeles a los que se aferraban con el fin de poder escuchar una voz conocida que les diese aliento ante la compleja situación que atravesaban. Una historia de dolor, pero también llena de muestras de generosidad ya que los vecinos de Las Palmas no dudaron en acercarse hasta este punto para ceder sus teléfonos para que contactaran con sus familiares y les acercaban garrafas y bocadillos para ayudar a paliar la situación de Samir y sus compañeros.
