El ancestral juego tradicional de Villapalacios que es prácticamente único en España

/Redacción/Fotos: Historia de Villapalacios/

La localidad albaceteña de Villapalacios atesora una curiosa tradición única en la provincia. Se trata del juego de la Taza al que solo se juega en septiembre durante las fiestas del Santísimo Cristo de la Vera Cruz.

Se tarta de un divertido juego lucrativo en el que ocho bolas de cristal deciden la suerte de la persona que las lanza o de quienes hacen apuestas en función de que se quede en el agujero de la taza un número par o impar de bolas. El juego de la Taza es, sin duda, de una de las manifestaciones más genuinas de Villapalacios.

Este curioso juego es único en la provincia de Albacete y en casi toda España. Según Historia de Villapalacios tan solo existe un juego parecido en la cercana localidad ciudadrealeña de Cózar que recibe el nombre de Las Tacillas y que guarda muchos paralelismos. Además, ambas actividades recreativas “se celebran en las mismas fechas en honor al mismo patrón”, indican.

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El juego

La mecánica y las reglas de este singular juego de azar son muy sencillas. En una estructura ovalada de unas dimensiones aproximadas de 3 por 1,5 metros inclinado desde el exterior hacia el interior se coloca enterrada a ras de la superficie una taza de unos 10 centímetros de diámetro. Además, a cada uno de los lados de la estructura se realizan unas incisiones lineales en el yeso en las que pueden quedar atrapadas las bolas antes de caer en la taza.

Se trata de un juego para uno, es decir el jugador se enfrenta contra el resto de jugadores que quieren apostar y se sitúan alrededor de la estructura. De este modo, la jugada se inicia en el momento en el que el jugador se sienta para tirar las bolas en un banco situado en uno de los extremos y el resto del personal comienza a realizar sus apuestas.

El jugador que se sienta dispone de un total de ocho bolas o canicas de cristal o pasta que debe tirar, dejando todo al azar. Se pude jugar a pares, por lo que ganaría si las bolas que caen en la taza son 2, 4, 6 caen las 8 o si no entra ninguna y se quedan en las dos incisiones lineales en el yeso. Por el contrario, los jugadores que hacen sus apuestas a nones ganarían si las bolas que caen en el interior de taza son 1, 3, 5 o 7.

Una vez realizadas o “casadas” todas las apuestas el responsable de la taza entrega las ocho bolas al jugador quien las coloca en la palma de la mano para lanzarlas sobre el yeso en busca de fortuna. De este modo tras unos segundos las bolas se detienen, y dependiendo del resultado el dinero apostado se lo lleva la banca, es decir el jugador que ha lanzado las bolas o por el contrario se devuelve a sus propietarios. La última opción es que todas las bolas caigan en la taza y tenga lugar lo que se denomina como “pares reales” siendo una jugada perfecta.

Así, si gana el jugador debe pagar la jugada al encargado del juego a modo de propina y nunca debe ser menos de 5 euros o ir en consonancia de lo ganado. Si por el contrario se alzan con la victoria los de fuera cada uno coge el dinero apostado mas el dinero casado por el que se sentó.

El jugador que lanza las bolas está obligado a levantarse de su sitio en el caso de perder la partida, pero si tras una jugada se alza ganador se puede guardar el dinero que estime oportuno y seguir jugando la cantidad que desee. Este es uno de los matices del juego de la Taza que lo diferencia del de la vecina Cózar.

Los contrafuertes de la iglesia de San Sebastián de Villarrobledo donde se venera al Cristo de la Veracruz es el lugar en el que se monta de forma artesanal con yeso y ladrillo este juego y solo se instala durante los días de las fiestas patronales. Y es que, la estructura es destruida tras finalizar las fiestas.

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