Los graves paralelismos históricos entre el coronavirus y la gripe española de 1918 que podrían volver a repetirse si la gente no tiene cuidado

/Redacción/

Parece que la situación comienza a remitir pero aún tenemos en nuestras retinas las imágenes de todo lo que ha supuesto la primera embestida de la COVID-19. De este modo, los expertos alertan de que el peor escenario puede que aún no haya llegado y es probable que la pandemia vuelva con más virulencia después del verano. Una situación que los científicos temen que suceda como resultado de la flexibilización de las medidas de distanciamiento de la población, y ponen de manifiesto que hasta que no se descubra una vacuna la enfermedad no podrá ser controlada en su totalidad.

Así, según recoge El Español, el director de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), Robert Redfield, exponía que “existe la posibilidad de que el ataque del virus en Estados Unidos el próximo invierno sea incluso más difícil que el que acabamos de atravesar”. Este es uno de los científicos que encabezan la carrera por encontrar la cura del COVID-19, y asegura que “tradicionalmente, la gente ha pensado que las segundas oleadas de gripe, en términos estacionales, se producían en invierno”, un comportamiento que se desconoce por ahora del coronavirus”. Y es que, “no sabemos si está ligado a una estación en concreto, pero nos podemos imaginar que cuando comencemos a volver a la vida normal, posiblemente durante el verano, los casos volverán a aumentar”, subraya.

Esa es la sentencia de los expertos, quienes igualmente ponen de manifiesto los paralelismos históricos con la gripe española de 1918, que se cobró la vida de unos 50 millones de personas. Han sido recurrentes “los hospitales de campaña, las mascarillas, la policía en las calles…”, apuntan. De este modo, especifican que “más que buscar respuestas al caos presente, se encamina a vislumbrar un futuro incierto”.

En relación al rebrote, exponen que “la gripe española germinó en marzo de 1918 en Camp Fuston (EEUU), donde más de un centenar de soldados contrajeron la enfermedad”. La I Guerra Mundial no había finalizado y los movimientos masivos de tropas contribuyeron a la propagación de la enfermedad diagnosticándose casos en Francia, Inglaterra, España, Italia Rusia o México durante el verano. Además, recuerdan que “el número de contagios fue bastante limitado, mucho más leve de lo que iba a llegar en los próximos meses”.

Esta es la que se conoce como “primera ola” de la enfermedad que llegó oficialmente a España en mayo de 1918. “Solo en la primera semana se contabilizaron unos 30.000 casos, que se elevarían a 250.000 para principios de junio, debido sobre todo a la celebración de verbenas y fiestas populares como las de San Isidro en Madrid”, recoge la publicación. Pese a todo, la población “se tomó la enfermedad con indiferencia”, llegando incluso a dedicarle canciones de zarzuela, y “tal como había llegado, para finales de verano parecía haber desaparecido”.

“Fue entre septiembre y noviembre cuando más muertes causó”, especifican sobre el rebrote. Y de nuevo, “el ferrocarril pudo haber sido la pieza clave en su entrada desde Francia, al traer de regreso a nuestro país a medio millón de españoles que habían ido a la vendimia y los miles de portugueses repatriados al acabar la guerra”. El inicio de la segunda ola también hizo mella en la política, ya que “el ministro de Estado, Eduardo Dato, incluso recurrió a la censura para atenuar el estado de alarma”, exponen.

Durante el mes de octubre España registró el 45% de los fallecimientos, cuyo cómputo global oscila entre las 180.000 y los 260.000 defunciones, dependiendo de los estudios consultados. En este periodo hubo algunas ciudades en las que el rebrote golpeó con especial fuerza, por ejemplo, en Valencia solo en octubre “se registraron casi 700 fallecimientos por la gripe española; y en Barcelona se suspendieron todas las ceremonias religiosas y se cerraron los colegios”. Además, señalan que “las autoridades municipales montaron lavaderos portátiles y se repartió un litro de lejía a 4.000 familias pobres”, e incluso se vio desbordada la empresa de ataúdes que tenía el monopolio de su producción. Igualmente, especifican que “fueron los militares los encargados de ayudar en la sepultura de los muertos”, y que “las deficiencias tanto en material como en personal sanitario provocaron el colapso del sistema y la multiplicación de los cadáveres”.

Pero el rebrote no fue exclusivamente en España, y la segunda ola de este virus arrancó también en Estados Unidos en septiembre de 1918 “en otro campo de entrenamiento del Ejército a las afueras de Boston”. Una segunda ola que alcanzó su punto máximo en octubre causando más de 100.000 muertos.

A partir de noviembre la intensidad de la pandemia empezó a remitir, pero pese a todo, “se registraría una tercera oleada de casos a principios de 1919, sobre todo en febrero y marzo”.

De este modo, teniendo muy presente la historia cabe preguntarse: ¿Pasará lo mismo con el coronavirus?.

El Digital de Albacete

Diario digital líder en Albacete con toda la información de la capital y provincia
Botón volver arriba