La Residencia de San Antón de Albacete se ha llevado este viernes una gran alegría

/Marta López/

“La Residencia de San Antón ya no tiene ningún caso de coronavirus”, señala a El Digital de Albacete una de sus enfermeras, Rocío Díaz. Confiesa que “han sido días verdaderamente duros”, todos estos meses de lucha contra el virus en el interior de la residencia.

De este modo confiesa que los últimos compases del marzo y el mes de abril “fueron horribles” debido a la “falta de material y medios que hubo al comienzo de la pandemia”. Especifica que “a día de hoy no tenemos ningún caso, pero en cualquier momento puede surgir alguno nuevo”, por lo que hay que avanzar poco a poco, andar con pies de plomo y “sospechar de cualquier posible síntoma”.

Los profesionales de enfermería y médicos “estábamos muy pendientes de los residentes que estaban enfermos”, por lo que Rocío Díaz ensalza y aplaude la labor callada de los auxiliares, que “han sido el sol de todos” porque han sido los encargados de “hablar con los residentes, estar pendientes de ellos en todo momento e incluso de compartir diversos momentos con ellos para que no se desorientasen”, confiesa esta enfermera. Una pandemia que “está siendo dura para todos”, confiesa.

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El último caso positivo

“Hoy parece que ya vamos viendo un poquito de luz”, indica y es que, les comunicaban que el último caso que quedaba en la residencia había arrojado un resultado negativo en la PCR. Y es que, “hemos contabilizado desde el inicio de la pandemia 34 casos y 17 fallecimientos, 4 de ellos en el hospital”, destaca.

A sus 88 años, José María Bohigues, “para nosotros Pepe”, ha sido el encargado de despedir de la Residencia de San Antón al croronavirus. “Comenzó con fiebre y se le trasladó a la zona de aislamiento que habilitamos en la residencia donde estuvo cerca de 15 días”, explica Rocío Díaz. Posteriormente tuvieron que derivar a este valiente valenciano una semana al Hospital porque “tuvo un golpe en la pierna y se le inflamó, pero no sabíamos si esa inflamación se debía al propio golpe o a un trombo provocado por la enfermedad”, apunta.

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Tras una semana hospitalizado, a su regreso a la residencia, Pepe volvió a quedarse en aislamiento, donde ha permanecido hasta el día de hoy. En concreto “han sido 72 días siendo positivo y tras cuatro PCR por fin ha dado negativo”, respira aliviada esta enfermera, porque Pepe “solo nos decía que quería salir y ver la luz y a sus compañeros”. Hoy cuando le han comunicado la noticia lo primero que han hecho ha sido “sacarlo a pasear al jardín y estaba pletórico”, subraya.

Explica que para mantener el contacto con los familiares de los residentes “al principio hacíamos videollamadas con nuestros teléfonos personales”, y posteriormente gracias a la fonación de una tablet “hemos hecho videollamadas todos los días a los familiares porque estaban preocupados”. Unas videollamadas que desde su aislamiento agradecían enormemente los residentes, y es que el ver a sus familias a través de una pantalla “los ponía muy contentos”.

Confiesa que esta pandemia nos ha hecho valorar más a nuestros mayores porque “no sabíamos el tesoro que teníamos”. De este modo, se muestra crítica y no está de acuerdo en la gestión de esta crisis sanitaria porque “si falta un respirador o una máquina de oxígeno, ¿por qué les tiene que faltar a ellos si también son personas?”, y añade que “a mí como enfermera no me han enseñado a elegir a quién se la tengo que poner y a quién no”. Denuncia así la “falta de material y medios” para hacer frente al coronovirus.

“Hemos valorado mucho más cómo son nuestros mayores”, y nos han demostrado que pese a su aparente fragilidad “son mucho más fuertes de lo que creíamos”. Explica que durante estos difíciles momentos “han sido un verdadero ejemplo”. 

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