La anécdota de los albaceteños Raúl Cimas y Ernesto Sevilla no apta para escrupulosos

/Redacción/

El humorista albaceteño, Ernesto Sevilla, no ha dudado en abrir las puertas de su casa durante el Estado de Alarma y participar en numerosos programas en su formato confinado. 

Así, no dudaba en compartir con Pepe Colubi, Javier Coronas y Javier Cansados en el programa ‘Ilustres Ignorante’ una anécdota no apta para escrupulosos. “Tengo una historia impresionante que si me permitís la voy a contar”, comenzaba el humorista, un relato bastante asqueroso que tenía como protagonista al tándem que conforman Raúl Cimas y el propio Ernesto Sevilla y que transcurría en un piso que compartieron durante dos años.

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Además, añadía que “es una historia que nos deja a los dos igual de mal”, y es que en los dos años que vivimos en esa casa “la cocina no se limpió jamás”. De este modo continuaba explicando Ernesto Sevilla que “los fuegos tenían un papel albal que había puesto la dueña y nosotros no lo quitamos porque dijimos: ‘Esto protege’”. Incluso, el protagonista relata que “en el papel albal había un charco y alguna patata de no sé cuando”.

“Todos los platos y los vasos estaban sucios en el fregadero”, continuaba explicando Ernesto Sevilla, quien añadía que “en los armarios no había no había ninguno y si querías algo tenías que limpiarlo”. Todo esto era para poner a la audiencia en contexto, porque “fijaos lo cerdos que éramos y lo acostumbrados que estábamos a vivir entre mierda”, y es que el telefonillo de la casa estaba en la cocina. Un día llamaron a la puerta y al abrir “y despegármelo de la oreja me arranqué pelos de la patilla de toda la grasilla que tenía el interfono”, relata el albaceteño, e incluso reconoce que “tenía pelos pegados de otras personas”. 

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Una historia bastante desagradable tras la que Ernesto Sevilla contó lo sucedido a Raúl Cimas quien le dio una fácil solución: “No te pegues el telefonillo a la oreja”. Así, tras desatar las carcajadas de los participantes en ‘Ilustres Ignorantes’, bromeaba Sevilla con la actitud de su compañero a quien “en ningún caso se le pasó por la cabeza limpiar el interfono”, finalizaba. 

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