Aseguran que el coronavirus ha mermado la atención especializada a las personas con Alzheimer

/Redacción/

La Confederación Española de Alzheimer (CEAFA) ha denunciado que desde la entrada en vigor del estado de alarma provocado por la crisis del Covid-19 alrededor de 200.000 personas afectadas por Alzheimer u otro tipo de demencia han dejado de recibir los servicios y atenciones especializados que ofrecen las asociaciones de familiares de personas afectadas por estas enfermedades.

A través de un comunicado, señalan que las más de 315 asociaciones confederadas han cesado su actividad, lo que ha conllevado el cierre de los centros y recursos, el confinamiento domiciliario de los usuarios y la adopción de expedientes de regulación temporales de empleo para “más del 80 por ciento de los 4.664 profesionales que integran las plantillas de estas entidades sin fines lucrativos”.

Por ello, consideran que “la reapertura de los centros de día terapéuticos, las unidades de respiro o los talleres de memoria deberá ser considerada como prioritaria desde el primer momento en que este tipo de instalaciones pueda reanudar sus actividades”. No obstante, indican que la reapertura de los centros terapéuticos de abordaje integral de la demencia deberá realizarse “de manera progresiva y escalonada”.

“El confinamiento ha supuesto la ruptura instantánea de una rutina perfectamente asumida y asimilada por el paciente con demencia, quien ha visto trastocada su manera de vida: desaparición de horarios, no poder asistir al centro terapéutico de su asociación, no poder pasear sin ser increpado desde las ventanas y balcones, interrumpir sus terapias no farmacológicas específicamente concebidas y diseñadas para afrontar sus necesidades, no comprender la razón por la cual su manera de vida se ha visto quebrada”, argumentan.

En este contexto, CEAFA asegura que el confinamiento “ha acelerado la evolución de la demencia, con lo que se han perdido años de calidad de vida en tan solo dos meses”. “Está provocando un profundo deterioro en la salud física y psicológica de la persona que, conviviendo con el paciente con demencia, asume la responsabilidad de su cuidado y atención. Si de por sí es dura y compleja la convivencia con un familiar con Alzheimer, más lo es cuando no existe ningún momento de respiro en el día, cuando no puedes hacer entender a la persona enferma la nueva situación”, añaden.

Por ello, esperan “en el corto plazo un empeoramiento importante en la salud de miles de personas cuidadoras que prácticamente han sobrepasado sus límites durante estos dos meses de confinamiento”. “No se descarta que entre los problemas de salud a los que tengan que hacer frente, la demencia (o, por lo menos, el deterioro cognitivo) haga su aparición, incrementando la ya de por sí amplia incidencia de personas afectadas, y haciendo realidad lo que ya se venía advirtiendo desde muchos ámbitos y sectores: la demencia es la pandemia del siglo XXI”, concluyen.

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