Hace unos días falleció mi abuelo. Solo, cómo tantos otros, en una cama del hospital Perpetuo Socorro. No pudo vencer al virus, está batalla si la perdió. Pero siempre recordaremos las que ganó porque fue un hombre luchador, fiel a sus ideales ante cualquier otra cosa. Sobrevivió a las penurias de la guerra, los trabajos precarios, su vida en Francia y miles y miles de anécdotas que nos contaba una y otra vez. Fue muchas cosas pero sobretodo fue un hombre que quiso a su mujer por encima de todas las cosas, ahora la deja sola. Nunca olvidaré la sonrisa que te salió cuando te la puse al teléfono aquel día que me dejaron pasar a verte , probablemente ya sabías que no la volverías a ver. No te preocupes, la vamos a cuidar abuelo, igual que tú hiciste durante 70 años. Gracias por enseñarnos tantas cosas, de la vida principalmente, porque hay cosas que no se aprenden en la escuela ¿Verdad?. Tu bisnieto te estaba escribiendo una carta que no le dio tiempo a terminar, ojalá te llegue estés donde estés.
Papá, es un día terrible para todos, pero sacaré fuerzas para poder despedirte.
¡Qué horas tan largas se nos han hecho esperando tu vuelta a casa! Nunca pense que tú, el hombre mas fuerte, luchador y valiente que nunca he conocido, no pudiera con este bicho. Seguía teniendo la esperanza de que lo vencieras, pero esta vez no te quedaban más vidas. ¿Te acuerdas? Siempre me decias que de las siete vidas que tiene un gato, tu ya habías gastado muchas porque naciste en un mal momento, “la guerra” y el bando de los vencidos. Por ello y tu espíritu familiar y de entrega no tuviste infancia, la vida te lo puso difícil siempre y trabajaste duro desde los siete años para ayudar a tu madre, padre y hermanos. Luchaste siempre por sacarles adelante con gran fuerza pero lo conseguiste. La vida siguió dura para ti y mamá, a la que conociste muy joven y que la vida os ha dado la oportunidad de tener juntos mucho tiempo, 70 años. Decías que se habían hecho cortos, 70 años de lucha y sueños compartidos, con alguna peleilla sin importancia.
Sin poder ir al colegio fuiste capaz con tu militancia de aprender sobre el mundo, la justicia, la libertad y la igualdad entre hombres. Queremos darte las gracias por muchas cosas, tus consejos y tu esfuerzo:
Gracias por hacernos fuertes, siempre nos decías que no había que arrodillarte ante nada.
Gracias por esforzarte tanto para darnos todo lo que podías y más.
Gracias por habernos enseñado que nunca hay que olvidar de donde venimos y quienes somos.
Gracias por enseñarnos a ser honestos, honrados y trabajadores.
Gracias por haber cuidado a Mamá tanto tiempo y que sepas que la seguiremos cuidando, nunca las dejaremos.
Gracias Papá has sido mi amigo, mi faro, mi pilar.
Mientras uno de tus genes Gómez quede, nunca morirás.