/Redacción/
«¿Tus padres mayores o abuelos viven solos en el pueblo? Para que no salgan de casa, el Ayuntamiento les lleva la compra». Con ese mensaje se han despertado hoy los vecinos de Almodóvar del Pinar, un pueblo conquense de 400 habitantes, que, como tantos otros, se afana estos días en atender a sus mayores.
Porque la España vaciada es una España mayor, dispersa y solitaria, especialmente sensible a las consecuencias de un confinamiento forzoso.
Pero también es solidaria. Y ahora, en tiempos de pandemia, un buen número de alcaldes y concejales dedican su tiempo a acercar comida y bienes de primera necesidad -algunos en persona- a sus vecinos.
Lo hacen en Garganta de los Montes, un pequeño pueblo de la Sierra Norte de Madrid, de 350 habitantes, donde el alcalde y los otros seis concejales han dejado aparcadas temporalmente sus funciones para hacer la compra a los vecinos de mayor edad y así evitar contagios por coronavirus.
Allí, 110 vecinos tienen más de 65 años, sin contar con otros ciudadanos con otros factores de riesgo, por lo que el alcalde, Juan Carlos Carretero, y los ediles les proporcionarán “todos los suministros que necesite, como productos de alimentación, farmacia o butano… pero sin correr ningún riesgo”.
“Todos tenemos que arrimar el hombro”, asevera el regidor de este pueblo, con un mensaje que entronca con el de Paco Ibáñez, alcalde de Almodóvar del Pinar, a cuyo teléfono personal pueden llamar o escribir los vecinos del pueblo para comunicar sus necesidades.
«Sin duda, juntos saldremos adelante, y para ello nos ponemos a su disposición y les solicito que actúen de la misma manera», concluye el mensaje que ha dirigido a los vecinos a través de la lista de difusión de Whatsapp que funciona desde hace años para comunicar a los vecinos de las noticias más importantes del pueblo.
Son dos ejemplos de los muchos que se repiten en diferentes zonas de España, donde se ha movilizado al personal municipal o se han organizado desde los ayuntamientos grupos de voluntarios para atender las situaciones más acuciantes.
Lo mismo han hecho en Castro Candelas (Ourense), cuya alcaldesa, Sara Inés Vega, ha habilitado un teléfono para realizar pedidos que serán entregados por personal municipal o voluntarios de Protección Civil, o en Allariz, en esa misma provincia.
En Nigrán (Pontevedra), se ha designado a un grupo de diez personas «convenientemente identificado y controlado» entre los muchos vecinos que se han ofrecido para ayudar. Ellos llevarán a personas en especial riesgo ante el Covid-19, que viven solas o sin recursos no solo alimentos y medicinas, sino también libros, revistas y DVD de la biblioteca municipal.
«No están solos», ha recalcado el alcalde de la localidad, Juan González.
El alguacil municipal, equipado con mascarilla y guantes desinfectados, es el encargado de visitar a las familias de Nieva de Cameros, en La Rioja, con 84 vecinos censados, para conocer sus necesidades de alimentación, retirar basura y acercar el pan y la leña a quien lo ha requerido.
En Euskadi, la Cuadrilla de Rioja Alavesa, compuesta por una veintena de pueblos, presta servicio a quienes no puedan salir de sus casas, bien por tener diagnósticado el COVID-19, bien por estar en cuarentena. Entre los municipios que integran esta zona está Labastida, una de las primeras localidades que fue considerada zona de transmisión comunitaria.
Pontevedra, A Coruña, Cádiz, Marchena (Sevilla), la Federación Navarra de Municipios y Concejos… la lista aumenta cada día y seguirá aumentando a medida que pase el tiempo y aumenten las necesidades, no solo físicas, sino también psicológicas y emocionales