/Marta López/Fotos: Ángel Chacón/
Nos adentramos en una de las calles que bombean el corazón de Albacete para descubrir junto a Patrimonio Albacetense los tesoros ocultos que hay en cada uno de nuestros pasos. Así, Javier García detiene su caminar junto a El Digital de Albacete frente a un colorido edificio, obra de Julio Carrilero que vio la luz en 1919 y que “suele pasar desapercibido”.
De este modo, explica que este edificio se convirtió en “Farmacia de Socorro Rojo Internacional durante la Guerra Civil”, y destaca “el garfiado bicolor tan bonito que tiene la fachada”, único en este tramo de la conocida como calle Ancha. Además, explica que “el proyecto original tenía un balconcito que no se llegó a construir y nos llama la atención ese doble mirador que tenemos en los dos pisos y que constituye un ejemplo magnifico de una de las primeras etapas de Carrilero en la ciudad”. Indica García en relación al interior de esta construcción que “no sabemos como está ni si ha sido reformado o si está entero, pero parece ser que sería un edificio grande y laberíntico”.
Justo enfrente de este colorido edificio aparece muy escondida una “joyita” del patrimonio con el que cuenta Albacete. Se trata de una obra de Miguel Ortiz, un edificio de 1922 para el que el arquitecto “tuvo muy poco espacio para construir”. Así, “construye un edificio con un gran balcón en el segundo piso, pero que queda muy escondido en lo que es Marqués de Molins”, pero que desde Patrimonio Albacetense señalan que “está ahí esperando para que sea descubierto”.
Apenas unos pasos más adelante encontramos otra esquina para descubrir de esta céntrica calle. Y es que aparece ante nuestros ojos el antiguo Hotel Central, obra de Julio Carrilero que se realiza a finales de los años 20 como muestra del gran panorama constructivo que se estaba llevando a cabo de la mano de la burguesía y la nueva clase pudiente de la ciudad. “Es un edificio que destaca por dos detalles: el frontón y la marquesina”.
Además, explica Javier García que “se organiza en varios estratos”, siendo la planta baja en sus orígenes “una especie de café donde se habrían reunido las grandes personalidades del momento”. Continúa relatando que “más arriba tenemos lo que son las habitaciones del hotel y al final, una última galería en la que se alternan dobles columnas adosadas y una cornisa que da continuidad a toda la fachada”, desvelando que “no es la cornisa que Carrilero planeó para originariamente para el edificio”. Sin embargo, pese a su monumentalidad e importancia, confiesa que este edificio “no tiene ningún tipo de protección oficial, ya que únicamente está protegido por catálogo”.
De este modo, en relación a la reciente propuesta del alcalde de Albacete, Vicente Casañ de introducir modificaciones en este tramo de la calle Ancha, desde Patrimonio Albacetense señalan que “peatonalizar Marqués de Molins y toda esta parte del antiguo eje histórico sería una gran forma de dar visibilidad y de poder tomar distancia de los edificios”. En definitiva “verlos desde otra perspectiva y ver detalles y esos elemento en los que no nos fijamos normalmente”.
Igualmente aplauden la decisión de conservar todos y cada uno de los elementos que hacen únicos estos edificios, aludiendo a las rejas de la calle Ancha, porque “un edificio no es solo su fachada, no es solo una parte. Un edificio es todo, y también son los elementos que lleva consigo, los elementos que se han hecho a propósito, que se han instalado después, son los faroles, las ventanas, los balcones, los interiores, separar estos elementos de su conjunto es una barbaridad”. Así, destacan que “nos alegramos de que las rejas estén donde están y nos gustaría que esto hubiera sido un precedente para que más elementos hubieran vuelto, no ha sido así y en ello estamos trabajando”.
Y es que los detalles son los que imprimen la personalidad del patrimonio arquitectónico de nuestra ciudad, tal y como ocurre en la Casa de Juan López. “Da mucho gusto descubrir edificios como este que es uno de los grandes edificios que hace Julio Carrilero con Manuel Muñoz, que es su gran colaborador”, indica Javier García. Este edificio fue declarado en febrero de 2019 como Bien de Interés Patrimonial, sin embargo, destaca que “podría estar en mejores condiciones”, y añade que “las instituciones públicas deben garantizar la puesta en marcha de una serie de medidas y planes para restaurar estos edificios”.
Llaman la atención una preciosa torre rematada con una especie de pináculo, pero Javier García hace hincapié en detenerse en los detalles de este conjunto arquitectónico y mirar más allá. “las iniciales que hay en uno de los balcones del chaflán son de Juan López, que es quien encarga este edificio”, a lo que añade que “vemos todo un repertorio de balcones, miradores con unas armaduras de fundición fantásticas, columnas gigantes, racimos de uvas, bolas y detalles en los que no siempre nos fijamos”.
Pero sin duda alguna, la joya de la corona de Marqués de Molins son las Casas Cabot, obra que llevó a cabo Miguel Ortiz en 1922, y que junto a la casa de Julián López equilibran y articulan toda la manzana. “Llama mucho la atención si levantamos la mirada esa gran cúpula azul con un águila que despliega las alas y dos cartelas con las iniciales del que fuera el alcalde de la ciudad y quien pagó la obra, José Cabot, y encima otra con el año en el que se acaba el edificio 1924”, explica García. De este modo, relata que “arriba del todo lo que tenemos es una balaustrada cerrada que despliega todo un conjunto de escultura y de relieves, de adornos y detalles que una vez más pasan desapercibidos”.
Merece la pena alzar la cabeza, mirar hacia arriba y contemplar el bello azul escamado de su cúpula porque “es lago que no siempre hacemos y merece la pena”, ya que “a medida que nos vamos acercando a este edificio es importante levantar la mirada y ver lo que todavía nos queda”.
Sin embargo, por contraposición llama la atención el estado en el que se encuentran dos edificios históricos de este eje que vertebra la ciudad, como son el Legorburo y el Belda. Del primero de estos edificios, indica que “es el gran exponente de la arquitectura racionalista en la ciudad”, un edificio que data de 1935 y que “actualmente está cerrado”. Algo que “conlleva un gran problema y es que el abandono normalmente afecta muy negativamente a los edificios”, señala García, añadiendo que “sabemos que el interior está prácticamente entero, se conservan los cajoncitos de madera y lo que es el mostrador”, por lo que “esperamos que en un futuro se garantice el desarrollo de un negocio con la conservación de nuestro patrimonio histórico que son dos cosas que para nada son incompatibles, se pueden aunar y podemos salir todos ganando”.
En relación al edificio que albergaba el estudio fotográfico Belda, explica que “es de Ramón Casas” y vio la luz en “el año 1903”. Sin embargo, muestra “como podemos ver a través de la fachada los agujeros que ya tiene la cubierta”. Señalan así desde Patrimonio Albacetense que “nos da mucho pavor que un día el edificio sea declarado en ruina y se autorice su derribo, por lo que estamos intentando por todos los medios que se lleve a cabo una restauración”.
Historia, detalles y la posibilidad de un resurgir de nuestro pasado son elementos que animan a pasear y continuar descubriendo el patrimonio de Albacete. Por este motivo animan a vecinos y visitantes a compartir sus paseos a través de las redes sociales y contratar con Patrimonio Albacetense ( @PAlbacetense y Patrimonio Albacetense) para compartir conocimientos y curiosidades.