¿Es seguro todo lo que comemos y bebemos durante el verano?

/Redacción/

En el verano se dan varias circunstancias que pueden comprometer la seguridad de lo que comemos y bebemos. Lorenzo Polo, Veterinario Oficial de Salud Pública del Área de Salud Pública JCCM y Vicepresidente del citado Colegio Oficial de Veterinarios de Albacete, nos aporta las claves para que el verano no suponga problemas en nuestra salud alimentaria.

Las altas temperaturas: El calor propio de estos meses de verano facilita la pérdida de la cadena de frío, tanto en la distribución y venta de alimentos como en su elaboración y tanto a nivel doméstico como en hostelería y restauración. Si a esto añadimos que la afluencia a terrazas, chiringuitos merenderos, bares y restaurantes, se dispara en estas fechas… y que no siempre el personal, particularmente el eventual, dispone de la formación adecuada o no la aplica y que las condiciones de elaboración y servicio tampoco lo son por exceso de clientela… todo esto determina un riesgo potencial mucho mayor que en otras fechas.

Además, a nivel familiar, también son más frecuentes la preparación de comida para viajes, al aire libre, etc y no siempre se toman las medidas de precaución necesarias para garantizar la inocuidad de esa comida…

MÁS VALE PREVENIR

EN RESTAURANTES Y BARES

Lo primero, no acudir a establecimientos en los que apreciemos dudosas condiciones higiénicas, o si se hace, evitar consumir los platos preparados de mayor riesgo, puesto que no presenta el mismo riesgo un frito que un salmón ahumado con salsa X…

Si se ha de consumir mahonesa, (que obligatoriamente ha de ser industrial en restauración), mejor que sea de la que va envasada en dosis individuales y abrimos en el momento de consumirla. En ese caso, ni siquiera requiere estar refrigerada. En caso de no ser así, (normalmente procede de grandes tarros que no sabemos cuándo han sido abiertos), debe estar refrigerada. El peligro aparece cuando se utiliza el típico bote grande del que se va sacando mahonesa según se van preparando los platos y que por las prisas o la razón que sea, permanece fuera del frío el tiempo necesario para, (en caso de contaminarse), convertirse en una bomba de relojería, como he tenido ocasión de comprobar como inspector.

En definitiva, ser conscientes de los peligros que existen y evitarlos consumiendo preferentemente platos de preparación reciente, mejor si no requieren gran manipulación y mejor si no incorporan salsas.

EN NUESTRO HOGAR

Aunque no lo creamos, se dan muchísimos casos de toxi-infecciones alimentarias a nivel doméstico. Normalmente,  ocurren por desconocimiento de algunas reglas básicas de higiene alimentaria. Pero en general, son muy fáciles de prevenir;

-Mantener una buena higiene personal, particularmente, lavarse las manos cuantas veces sea necesario y siempre después de usar el baño o ausentarse de la cocina para otros menesteres.

-Mantener los alimentos en refrigeración, y sobre todo, evitar preparar ciertos platos con antelación si no vamos a poder conservarlos en frío. Ojo con las comidas preparadas para el viaje y las temperaturas que alcanzan los vehículos al sol… La tortilla de patatas, mejor si está “cuajada” de más.

-Cuando elaboremos mahonesa, lavar el huevo si presenta suciedad en la cáscara antes de romperlo, con agua y unas gotas de lejía y SOBRE TODO DOS COSAS: añadir “bastante” limón a la salsa y guardarla inmediatamente en el frigorífico conservándola en frío, ( cuanto más frío mejor),  hasta su consumo. 

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