La visita más inesperada: La noche que Cuenca albergó una luna de miel real

Este jueves se cumplieron 15 años de la llegada a Cuenca de los actuales reyes de España, don Felipe y doña Letizia, en la que fue la primera parada tras su boda, que fue preparada tan en secreto que pilló por sorpresa al Parador de Turismo, en el que se alojaron, y al restaurante donde cenaron.

También sorprendió a los pocos periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión que tuvieron que acudir a la carrera hasta el ‘Mesón Casas Colgadas’, el restaurante ubicado en el edificio de las emblemáticas Casas Colgadas de Cuenca, en el que estaba cenando la pareja de recién casados después del enlace matrimonial, que se celebró el 22 de mayo de 2004 en la catedral de la Almudena de Madrid.

¿Cómo? ¿En Cuenca? ¿Seguro? Fueron algunos de los comentarios que hicieron los periodistas al ser avisados a través de llamadas telefónicas de que don Felipe y doña Letizia estaban en Cuenca. No se sabía nada de dónde irían de luna de miel, había muchas especulaciones en la prensa sobre sus destinos, y era un domingo, cerca de la medianoche, por lo que a muchos se les antojó una especie de broma pesada.

Pero sus sospechas se desvanecieron cuando llegaron a las Casas Colgadas y encontraron a la puerta del restaurante a los miembros de servicios de seguridad, que garantizaron a los medios gráficos que podrían tomar imágenes de los príncipes de Asturias cuando fueran paseando desde las Casas Colgadas al Parador de Turismo, ubicado en el antiguo convento de San Pablo, donde se alojaron en su segunda noche de casados.

De hecho, no llegaron a ocupar una de las suites del establecimiento hotelero, ubicado en el antiguo convento de San Pablo, porque “realmente nosotros no lo supimos hasta las 11,20 horas de la noche”, reconoció su entonces director, Fernando Molina, que aclaró que una semana antes se habían reservado siete habitaciones para unas personalidades, sin decir quiénes eran, pero que “nadie podía suponer que iban a ser los príncipes de Asturias”.

Para ir desde el restaurante hasta el Parador de Turismo, tuvieron que atravesar el puente de San Pablo, que conecta las dos márgenes de la Hoz del río Huécar, en uno de los parajes más emblemáticos de Cuenca, cuyo casco histórico está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Al puente llegó precipitadamente algún equipo de televisión rezagado que, junto al resto de cámaras y fotógrafos presentes, pudo captar la imagen del matrimonio real contemplando el paisaje nocturno de Cuenca, con las Casas Colgadas, iluminadas, al fondo.

Las imágenes que conformaron las icónicas Casas Colgadas y la pareja de recién casados dieron literalmente la vuelta al mundo: al día siguiente estaban en noticiarios y medios de comunicación de muchos países, ya que no había trascendido a dónde viajarían tras la boda.

Hasta tal punto su presencia en Cuenca fue una sorpresa, que tampoco conocía que iban a cenar en el Mesón Casas Colgadas la directora del restaurante, Mercedes Torres, que admitió que no sabía que la reserva era para miembros de la Casa Real.

Los recién casados entraron a uno de sus comedores entre la sorpresa, e incluso la incredulidad, de las personas que estaban cenando en la estancia, concretamente un grupo de motoristas de Vigo y dos parejas del municipio alicantino de Alfaz del Pi.

Según confesaron en su momento algunos de estos compañeros ocasionales de cena, llegaron a pensar que eran unos dobles, ya que no podían creerse que se iban a encontrar con los príncipes de Asturias en una ciudad tan apartada de sus lugares de origen, aunque una vez superada la sorpresa aprovecharon para hacerse fotografías con ellos y pedirles autógrafos.

Al día siguiente, el lunes 24 de mayo, la sorpresa dio paso a la expectación. La noticia de la presencia de los príncipes de Asturias hizo que muchos conquenses se agolparan a las puertas del Parador de Turismo, desde donde los actuales monarcas iniciaron un recorrido por el casco histórico de la ciudad, en medio de vítores, piropos y otras exclamaciones dirigidas a la pareja.

Los curiosos compitieron, entre carreras y empujones, con una barahúnda de informadores gráficos y con los guardaespaldas para intentar sacar la mejor fotografía o la mejor imagen de vídeo del paseo de la pareja real, que incluyó una visita a la catedral, a la que no pudieron acceder los medios de comunicación.

Un mar de cámaras sobre trípodes, colocadas en la Plaza Mayor frente a la fachada de la basílica, captó la salida de los recién casados del templo catedralicio, desde donde fueron al Ayuntamiento, antes de abandonar Cuenca con destino a Albarracín (Teruel) y a Zaragoza, siguientes paradas de su luna de miel.

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