/Hugo Piña/
Que la situación del Albacete Balompié -a día de hoy- comienza a ser preocupante, nadie lo pone en duda. Y que el equipo de Luis Miguel Ramis volverá a ofrecer tardes de goles y buen juego, como hasta hace un mes, tampoco. Sin embargo, y con el equipo manchego en sus horas más bajas desde que diera comienzo el curso, se antoja necesario azuzar la ilusión de un albacetismo que ahora ve mermadas sus esperanzas tras la suma de los últimos dos de doce puntos posibles.
Por ello, el ejemplo de la SD Huesca la pasada campaña es el mejor remedio a una situación en Albacete que necesita rearmarse. Y es que, el equipo oscense marchaba como líder de Segunda División la pasada temporada, y como le ocurriera al Alba de Ramis hasta hace un mes, ocupaba la posición más destacada de la tremendamente competida Liga 123.
Haciendo un paralelismo, en la jornada 27 los de Joan Francesc Rubí se situaban como líder destacado de la clasificación pese a perder frente al Real Valladolid por 3 goles a 2. Cuatro victorias después, los altoaragoneses caían derrotados en un duelo en el que nada hacía presagiar la racha (negativa) que vendría después. Y es que hasta ocho jornadas después, los blaugranas no consiguieron una victoria, perdiendo entre tanto el liderato y sumando apenas cuatro empates.
Como le viene ocurriendo al Albacete Balompié, los manchegos se situaban dominando la clasificación de LaLiga 123 hasta un momento en concreto. Ese en el que nada de lo conseguido hasta el momento parecía corresponder a un escenario en el que la confianza y la falta de acierto en las dos áreas hace ser una sombra de lo que hasta hace unas semanas fue. Albacete y Huesca, Huesca y Albacete han ofrecido -curiosamente- en las dos últimas temporada un liderato en Segunda parecido, con proyectos jóvenes similares.
El Huesca de Rubí salió de aquella espiral de juego y resultados más fuerte, capacitado de finalizar el Campeonato con las mejores sensaciones y de ofrecer un histórico ascenso a Primera con futbolistas de referencia. El Albacete lo tiene en su mano. Acomodarse y tirar por el suelo la ilusión generada en el aficionado o rearmarse y mantener el ejemplo de los oscenses el pasado curso, momento en que, como le ocurre al equipo de Ramis, nadie contase con ellos para acometer un ascenso que en cualquiera de los casos sería histórico.
