VIDEO | “Los albaceteños me van conociendo y, sobre todo, yo les voy conociendo a ellos”

/Marta López/Foto y vídeo: María Esperanza Panduro/

Cercanía, cambio y diálogo definen los tres meses que lleva Don Ángel Fernández Collado al frente de la Diócesis de Albacete. Cerca de 100 días en los que, poco a poco, se ha dejado empapar por el carácter manchego que llevan como insignia todos los albaceteños.

Don Ángel Fernández hace balance de estos tres primeros meses al frente de la Diócesis de Albacete subrayando que poco a poco “los albaceteños me van conociendo y, sobre todo, yo les voy conociendo a ellos. Sois un gente muy cercana y muy cariñosa, y yo intento también estar cercano y corresponder también a ese cariño y a esa acogida que me estáis dando”.

El obispo de Albacete cuenta, aún asombrado, el momento en el que el Nuncio del Papa Francisco en nuestro país le comunicaba la decisión del Santo Padre de dejar a su cargo la Diócesis de Albacete, tras aceptar la jubilación de Ciriaco Benavente, algo que no entraba dentro de sus planes. Relata a El Digital de Albacete que pensaba que la llamada del Nuncio se debía “a unos papeles que como vicario general de la Diócesis de Toledo llevaba entre manos”. Desvela que cuando le dio la noticia “veía que no era el momento, que quizás había otras personas e incluso le recomendé a varios sacerdotes y a un obispo para quedar al frente de la Diócesis de Albacete”, confiesa don Ángel Fernández.

Sin embargo, no había marcha atrás, pues el Nuncio le entregó la carta en la que el Papa Francisco le comunicaba, de manera oficial, la decisión de encomendarle el cuidado pastoral de la Diócesis de Albacete. Una Diócesis amplia y rica en diversidad de la que lleva al frente desde el día de su toma de posesión, el pasado 17 de noviembre.

Tres meses llenos de novedades, en los que don Ángel Fernández ha querido conocer de primera mano la realidad de la Diócesis de Albacete. “El momento de la llegada fue un poco de ver las cosas y quizás no pisar firmemente, ahora creo que ya he empezado a estar más seguro” confiesa a El Digital de Albacete. Y es que, asegura que “si Dios me ha traído aquí es para que la Diócesis camine con fuerza, energía, con ilusión, realizando planes y llevando la gente a Dios”.

Caminando sin prisa, pero sin pausa, el nuevo obispo de Albacete apuesta por la renovación y el cambio de algunos aspectos de la Diócesis. “El cambio siempre es bueno”, destaca, haciendo hincapié en la importante y vital renovación que necesita el clero diocesano para llegar a los más jóvenes. “El entramado de la Diócesis, la estructura, tiene que ir engrasándose un poquito más, para que responda a las necesidades del mundo de hoy, de la Iglesia y de nuestra Diócesis de Albacete”, explica.

Y es que en siglo XXI, en la era de la inmediatez y el cambio constante, la Iglesia de Albacete es consciente de la transformación que tiene que realizar para continuar creciendo. Una metamorfosis que el obispo de Albacete quiere hacer desde la prudencia y con el consenso de todos. “Creo que es ir mejor prudentemente conociendo y cuando llegue el momento pues hacer algún cambio, pocos o muchos, no sé, los que veamos que se necesitan”, destaca el obispo de Albacete. Cambios y modificaciones que “quisiera hacer dulcemente, en el sentido de que sea acogido por todos, que es dejar una responsabilidad y que la tomen otros, sin que para eso quiera decir que lo hace mal o bien, simplemente igual que habéis cambiado de obispo habrá que cambiar algunas cosas”. Y es que explica que “soy lento, me gusta ver las cosas bien, hablar con la gente, y cuando decido pues está la decisión ahí, que luego me he equivocado, pues se da marcha a atrás, porque somos humanos”.

El cuidado de la familia es una de las grandes columnas vertebrales sobre las que se sostiene el trabajo de la nueva diócesis de Albacete. “La familia es muy importante, porque de ahí nacen familias cristianas y en la familia normalmente se van desarrollando eso que llamamos vocaciones o llamadas, pues al sacerdocio, a la vida consagrada, a la vida misionera, al matrimonio cristiano”, destaca. Además, hace énfasis en “el papel de la mujer y de una madre en la Iglesia es muy importante, en la sociedad en la que vivimos y en nuestro mundo”.

De igual modo, la falta de fe y la creciente secularización de la sociedad son aspectos que preocupan en la diócesis de Albacete. Fenómenos que el don Ángel Fernández cree que se deben abordar “sin perder el respeto y la libertad individual”.

“Los jóvenes no son el futuro, sino el ahora, el presente de la Iglesia”, decía el Papa Francisco, un mensaje que el obispo de Albacete también hace suyo, pidiendo a los jóvenes albaceteños que “no se aíslen” y compartan su realidad con otros muchos jóvenes. “Tenemos que adecuarnos también a su estilo, a su pensamiento, a su realidad, que no es la mía, yo he vivido otro momento, hay que estar con ellos”, destaca don Ángel.

El obispo de Albacete pide a los albaceteños que le ayuden a construir una sociedad justa y sin “descartes” ni “descartados”, una “Iglesia cercana que quiera a las personas tal y como Dios las ve, sin desigualdades”, subraya.

El crecimiento demográfico de la ciudad de Albacete genera nuevas necesidades sociales y el obispo es consciente de la reestructuración que necesitan las parroquias de la capital. Pero también quiere “crear algunas nuevas, estamos en vías de solución, pero no se termina, de la parroquia de San Juan Pablo II, que todavía no está concretado el lugar, el terreno, ahí es el Ayuntamiento el que tiene que tomar la palabra y si no ya veremos la diócesis buscaría el lugar y la forma de construirla”, concluye.

Una Diócesis de Albacete que comienza a escribir un nuevo capítulo de su historia de manos de un obispo prudente, que prefiere andar con pies de plomo y apuesta por construir un proyecto común en el que tienen cabida todos los albaceteños.

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