Paralizadas las incineraciones en el Cementerio de Albacete

/Sandra Manzanares/

Los cuerpos de los difuntos de Albacete que han elegido la incineración como método de sepultura están siendo trasladados a los crematorios de Hellín o Villarrobledo, una medida temporal después del derrumbe de la chimenea del horno instalado en el Cementerio Municipal de la capital albaceteña. El motivo del accidente podría estar relacionado con la creciente actividad del horno y el contraste de temperaturas.

“Ha sido algo imprevisible”, explica la concejal de Cementerios, Llanos Navarro, quien lamenta el “perjuicio” para las familias que supone esta situación, aunque remarca que “se está actuando de la mejor manera posible”. Así, las incineradoras más cercanas, las de Hellín y Villarrobledo, dan cobertura a la demanda de los albaceteños desde hace casi un mes, pues fue el 18 de diciembre cuando se hundió la chimenea, de considerable tamaño, cayendo sobre le techo de la cafetería y provocando un gran estruendo, ocasionando únicamente daños materiales.

Los servicios municipales trabajan por dar la solución que sea “más eficaz técnicamente para que perdure en el tiempo”. La intención es instalar una chimenea de ladrillo refractario con refuerzo de acero, que dé respuesta a las temperaturas superiores a los 800 grados centígrados que alcanza el horno. “Se ha pensado en la empresa que ha realizado distintas reformas y controles para que lleve a cabo la obra”, detallaba Navarro, indicando que se está adecuando un presupuesto para ello.

“Últimamente el horno crematorio se usa muchas horas al día”, llegando incluso a las cinco incineraciones diarias con las consecuentes horas que ello supone, hay que recordar, que el proceso de la cremación se alarga durante cuatro horas dejando como únicos restos del cadáver, sus huesos. El horno puede funcionar hasta 15 horas al día, si a ello le sumamos las altas temperaturas que alcanza y la baja temperatura exterior, podríamos tener la causa del derrumbe de la chimenea, explica Navarro.

Actividad, como decíamos, creciente: en 2016 se superaron las 6.000 cremaciones y la media actual es que uno de cada tres albaceteños opta por la incineración como método de sepultura. Desde que en 1993 nuestra ciudad comenzara a prestar este servicio, ha pasado de las 20 cremaciones en su primer año a las 480 de 2016, cifras que se mantienen, ya que desde el mes de enero hasta octubre de 2018 se produjeron 401 cremaciones.

“Dándose todo muy bien”, espera la edil, el horno podría volver a funcionar con normalidad en dos meses, y por el momento, no se plantea ampliar el servicio al que ya existe, aunque Navarro de cara al futuro tampoco lo descarta si la demanda continua creciendo.

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