/Hugo Piña/
La actual política de renovaciones del Albacete Balompié tiene próximo objetivo: la continuidad de un Álvaro Arroyo Martínez que termina contrato en junio de 2019. La relación entre las partes implicadas y el nivel de compromiso del jugador madrileño con el Alba ha hecho que la renovación, que hace unos días estaba al 95% -tal y como indicó el director deportivo Mauro Pérez- esté próxima a oficializarse. Jugador y entidad, como ocurriera con Tomeu Nadal y Acuña, se darán el ‘sí quiero’ en pos de seguir completando una serie de renovaciones que reflejan el buen estado de salud del Albacete.
El grado de sentimiento de Arroyo con el Alba y del Alba con Arroyo es total, siendo uno de los jugadores con los que la afición más se identifica por su derroche y despliegue físico diario. El tesón del veterano jugador del Albacete ha sido -sin lugar a dudas- una de las cuestiones más relevantes a la hora de dar el paso para llevar a cabo una ampliación de contrato que está previsto en los próximos días sea rubricado. Arroyo seguirá de albacetista y el polivalente defensor natural de Madrid podrá seguir deleitando a los aficionados con su pasión futbolera sobre el verde.
A destacar, sin ningún género de dudas en lo que está próximo a ocurrir como la ampliación de contrato de Arroyo, ha sido el ‘grado sumo’ de compromiso que este madrileño de 30 años mantiene con el Alba y con Albacete. Y es que, la excelente temporada de Arroyo en Segunda División no ha pasado desapercibida para sus rivales, y han sido numerosos clubes de LaLiga 123 los que han llamado a su puerta.
La finalización del contrato en junio de 2019 y la tremenda rasmia que en Arroyo suelen ser vertidas han sido ingredientes suficientes de Clubes como el Alcorcón, quien ha intentado convencer al jugador y capitán del Alba para firmarlo. Sin embargo, el proyecto albacetista pero sobre todo el nivel de compromiso de Álvaro han sido suficientes como para que en los próximos días la renovación por el Alba vea la luz y haya desechado cualquier otro proyecto que no fuera el del murciélago del Albacete.
