El Pico Teide es con sus 3.718 metros, la montaña más alta de España. Hay varios modos de ascender al techo del país, pero existe una popular ruta, la denominada “0-4-0”, en la que el Club Trail Albacete puso su objetivo cuando a principios de año confeccionó el programa de actividades de este 2018. Partiendo de la altura del mar, concretamente de la playa del Socorro, se asciende hasta la cumbre del Teide superando cerca de 4.000 metros, para terminar de nuevo regresando al punto de partida. De ahí lo de 0-4-0.
Tres socios del Club Trail Albacete fueron los expedicionarios en esta particular aventura: Antonio López (presidente del Club), Fran Corominas y Andrés Albarruiz, en compañía también de un amigo, Toni González. Un reto con la isla de Tenerife como punto de partida, mucha ilusión, pocas horas de sueño y ocho horas de subida para tomar la cumbre. 45 minutos de descanso en la cima y cinco horas de bajada. Son cifras para medir algunos datos de esta aventura, pero la belleza de los paisajes que disfrutaron estos aventureros albaceteños no se puede medir.
Antonio López, narra así la experiencia vivida en primera persona, “Cuando supe de la existencia de esta ruta, aventura, reto, o como se le quiera llamar, no dudé en ponerla entre mis objetivos a corto plazo. Solo me faltaba encontrar una fecha adecuada, contagiar mi ilusión a algunos compañeros y… allí que nos plantamos cuatro. El gran problema de esta ruta es que no hay agua en todo el recorrido, pero si se mira de forma positiva, ello te obliga a ir antes a ver la montaña de cerca, hacerte una mejor idea de a lo que te estás enfrentado y, como es tan bonita, a empezar ya a disfrutar de este maravilloso lugar. Así que la víspera de la excursión subimos en coche al aparcamiento de Montaña Blanca y nos acercamos a esconder botellas de agua en un punto de la ruta a 2500mts», argumenta.
«Y llega el día D y la hora H: el pasado sábado día 13 a las 3:00 suena el despertador en nuestro hotel del Puerto de la Cruz. Desayunos, preparamos bocadillos y pertrechos y a las 4:30 estamos ya en la Playa de Socorro haciéndonos la foto del inicio de la ruta. Iniciamos con ilusión la subida que sabemos va a ser larga, muy muy larga. Pronto se evidencia el estado de forma de cada uno; Fran y Andrés se van por delante, después Toni y yo lo sigo de cerca, aunque nos reagrupamos cada cierto tiempo. Reparo en lo alto en el cielo que está Orión y la estrella Asirio, que en nuestro Albacete no se aleja mucho del horizonte. Me gustaría detenerme un rato a ver si desde esta latitud se ve la Cruz del Sur, constelación de referencia en el hemisferio sur al igual que en el norte es la Estrella Polar y que nunca vi pero… ¡qué pijo, estos tíos me dejan atrás!», manifiesta.
«A la altura del Mirador del Lance y el de La Corona hay unas vistas magníficas de la costa norte tinerfeña, con las luces de los pueblos y ciudades y, más allá, la oscuridad del océano. Dejamos atrás la zona más urbana y nos adentramos en el bosque, aunque no vemos más allá de donde alumbran nuestros frontales. Continúan las empinadas rampas con tramos polvorientos que subimos a buen ritmo. Coincide el amanecer con las primeras vistas de la pirámide que es el Teide. Sencillamente sublime. Llegamos al Collado de La Degollada del Cedro (2000mts) a las 8:00 y hacemos una parada de 14’ para comer el primer bocadillo. Fran, que va el pobre retenido por nuestro ritmo más lento se va con dos que pasan corriendo no sin antes preguntarnos si nos importa. Vale, pero en la cumbre nos esperas, le digo. En un hondo que sigue la temperatura es bajo cero, evidencia de los “pelaos” que caen aquí por la noche. Llegamos al escondite del agua, sacamos dos botellas, bebemos, rellenamos y continuamos. Pasamos la zona conocida como Montaña Blanca, a 2700mts, la pendiente se incrementa y enseguida me doy cuenta de que mis fuerzas no son las mismas que estas horas atrás, ya me van pesando las piernas. Toni y Andrés se me van rápidamente», recuerda.
«Al llegar al refugio Altavista, 3200mts, me está esperando Toni, me tomo un gel y continuamos pero me vuelvo a quedar atrás. Ahora mi flojera es una pájara en toda regla. Lo que más me choca es que apenas puedo hacer fuerza con los brazos para impulsarme con los bastones. Por fin llego a la estación superior del teleférico y lugar donde empieza el sendero restringido de acceso a cumbre. Allí nos reagrupamos los cuatro. Fran ha estado ya en la cima con sus dos nuevos compañeros a los que los guardas de Medio Ambiente tienen armada una bronca por subir sin autorización y por un sendero prohibido. En medio del tumulto mostramos nuestras autorizaciones y los cuatro remontamos los 250mts que nos restan para la cima, a 3718mts donde llegamos a las 12:30. Las vistas son espectaculares: hacia la isla en la que estamos las Cañadas del Teide, por debajo las zonas boscosas y más abajo aún la costa con zonas de mar de nubes; a lo lejos otras islas asoman sobre las nubes, La Gomera, El Hierro y La Palma al norte, Gran Canaria al este. Lanzarote y Fuerteventura no se ven. Me como el 2o bocadillo y hacemos unas fotos. Tengo mal cuerpo por la pájara. Tras 45’ en cumbre iniciamos la bajada. Poco a poco me voy encontrando mejor y más abajo ya estoy bien. Pasamos el refugio y Montaña Blanca y nos reagrupamos en el escondite del agua. Desenterramos las tres botellas que nos quedan, tocamos a un litro por cabeza, yo me bebo medio de un trago de la sed que traigo y el resto me duraría poco. Continuamos bajando por una zona corredera, Fran y Andrés ponen su ritmo y se nos van enseguida. A unos 1700mts encontramos a Andrés esperándonos, no quiere bajar tan rápido como Fran y se ha parado hasta que lleguemos. Hace mucho que se nos acabó el agua y a Toni esto le afecta mucho en forma de calambres. Andamos y trotamos a ratos, vamos transidos. La costa se ve allí abajo pero se hace muy larga la bajada. Por fin, a las 18:15 llegamos al coche, Fran está allí desde hace más de una hora. Descansamos un poco y nos rehidratamos. Bajamos los metros que nos faltan para llegar a la misma orilla del agua y nos damos un bañaco. Unas fotos de recuerdo y una cerveza en el chiringuito para celebrar la hazaña. Extraordinaria excursión para los amantes de la montaña”, concluye recordando esta magnífica aventura.