/Sandra Manzanares/
La ‘Fundación Hospital Optimista’ ya conoce a sus ganadores, que en la categoría de “La historia más optimista” ha sido el proyecto de Amar, titulado las “Ambulancias de Lorca”, quedando en el Top 5 “Carmen, Carlos y un riñón”, la historia albaceteña de una madre y su hijo que supuso un auténtico hito en la sanidad de la región, siendo el primer trasplante entre vivos realizado.
Con estos galardones se premia a ese equipo invencible que supera todas las adversidades como ocurrió con Carmen y Carlos, y los profesionales que lo hicieron posible. Esta historia ha llegado a ser la cuarta clasificada de los premios nacionales del ‘Hospital Optimista’, algo que agradecían desde el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, CHUA; dando visibilidad a la importancia de los trasplantes y como no, destacando que de esta actuación nació el primer trasplante entre vivos de la región.
“Gracias a todas las personas que habéis votado por ella, una historia feliz fruto de la solidaridad de una familia y del buen hacer de un grupo enorme de profesionales”, señalaban desde el CHUA, a lo que Carmen Panadero añadía que están “muy contentos” de haber podido dar recorrido a nivel nacional de la donación en vida con su propia experiencia.
Conoce su historia
El trasplante tuvo lugar en el Hospital General de Albacete el pasado 18 de septiembre. “Fue a urgencias y ya iba ciego, pues solo veía un 20% de un ojo y en el otro nada”, recuerda Carmen, señalando que al mismo verlo, los médicos identificaron el color de piel de Carlos como un claro síntoma de insuficiencia renal.
Después de examinar el estado del albaceteño, fue sometido directamente a diálisis. Los riñones de Carlos corrían el riesgo de no recuperarse, y aunque tuvo que ser trasplantado, el joven ha recuperado la vida que durante unos meses le costó seguir y ahora se encuentra mejor. El camino de madre e hijo constituye una auténtica historia optimista, ya que de ella se desprende “el optimismo grandísimo que necesitan quienes padecen esta enfermedad”, concluye Carmen.
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