/Eloísa Castro/Fotos: Almansa Emergencias/
Bajo unas condiciones pésimas y en patera, miles de africanos deciden abandonar sus familias, salir de su hábitat natural y emprender un peligroso viaje con un solo objetivo: poder tener una vida mejor.
Tan es la desesperación en la que se encuentran, que deciden embarcarse hacia las costas europeas en busca de un trabajo. Muchos de ellos mueren en el duro trayecto, muchos otros desaparecen a lo largo del recorrido, pero algunos de ellos llegan a una nueva tierra.
Entre estas personas se pueden encontrar padres, hijos o hermanos de familias que se ven condenadas a vivir entre la esperanza y el desaliento de saber si han llegado a algún lugar, si están bien o, por el contrario, se han quedado en el camino.
Después de horas a la intemperie en medio del mar, sin alimento ni ropa con la que soportar las bajas temperaturas y la humedad, los africanos logran cruzar el Estrecho de Gibraltar y llegar a las costas andaluzas. Últimamente, tantas son las personas provenientes de África que llegan en estas terribles condiciones, que los centros habilitados para ayudarles acaban desbordados. Por ello, Cruz Roja Albacete ha decidido abrir un centro de acogida urgente en Casas de Juan Núñez, que estará disponible hasta este domingo, 7 de octubre.
“Debido, sobre todo, a la situación que se ha producido en las costas andaluzas, Cruz Roja vio que era necesario apoyar en esta situación a las Cruces Rojas del sur”, explica Eva Callejas, la coordinadora de Cruz Roja de nuestra provincia, a El Digital de Albacete.
‘La Casita’, situada en la localidad albaceteña Casa de Juan Núñez, es el lugar escogido por Cruz Roja para acoger a todos los inmigrantes que llegan en autobuses procedentes de las comisarías de Andalucía. Se trata de un albergue de una entidad privada y con una capacidad para cien personas, que se utiliza normalmente para celebrar encuentros, convivencias o campamentos, entre otras actividades. “Estudiamos diferentes posibilidades y vimos la oportunidad de poder alquilar este centro durante un mes”, comenta Callejas a nuestros micrófonos.
El dispositivo abierto en Albacete se destina únicamente a hombres adultos; debido a que cada proceso está regido por un protocolo distinto, los menores, tanto niños como niñas y las mujeres, son enviados a otros centros habilitados para ello. Desde el pasado 6 de septiembre que se abrió este espacio de Cruz Roja, ya son un total de 347 hombres los que han pasado por él. “El Ministerio de Interior nos pregunta de cuántas plazas disponemos y en función de ello, van enviando personas”, comenta Callejas.
A partir del momento en el que llegan, “lo primero que se hace es afiliarlos, a través de su documentación, se comprueba que son las personas que nos envían desde otro centro. Luego se organizan y pasan por un triaje sanitario”, explica la coordinadora provincial. Para poder evitar cualquier tipo de enfermedad contagiosa y descartar la existencia de alguna enfermedad en alguna de estas personas, los médicos de Cruz Roja les someten a diferentes pruebas. “Por suerte son jóvenes, fuertes y sanos, y a pesar de las condiciones en las que han llegado hasta España, no nos hemos encontrado ninguna situación grave”, expresa Eva Callejas.
Mientras descansan y vuelven a la normalidad, pasan unos cuatro o cinco días en el albergue, hasta que Cruz Roja logra encontrar y gestionar posibles contactos con redes de personas conocidas o familiares que se encuentren en España. “Una vez que encontramos a alguien de su entorno, les facilitamos el viaje para que se puedan reencontrar”, explica la coordinadora de Cruz Roja Albacete, puntualizando que este es el procedimiento a seguir, a excepción de algunos casos en los que se detecte una vulnerabilidad especial. “A estas personas les facilitamos un centro donde puedan atender esta situación”, añade Callejas.
Por su parte, desde el Ayuntamiento de Casas de Juan Núñez se muestran muy contentos con esta iniciativa. “Son personas muy agradecidas”, así lo ha expresado el alcalde de la localidad albaceteña, Alonso Cutanda, destacando que “bajan al pueblo en grupos de ocho o diez personas y se adaptan bastante bien”, por lo que “no podemos decir nada malo de ellos. Todo lo contrario”, incide.
Gracias a iniciativas como estas, muchas personas que se ven en la necesidad de adentrarse en un viaje peligroso, consiguen sobrevivir y llegar a un lugar mejor o reencontrarse con su familia y viejos amigos a los cuales habían perdido el rastro.
