/Hugo Piña/
Ya se pudo comprobar ante el Deportivo de La Coruña en el debut liguero que el Albacete Balompié de Luis Miguel Ramis acababa físicamente bien el partido. De hecho, el empate de Rei Manaj vino precedido por un incontestable dominio albacetista sobre los coruñeses en el tramo final de partido, que veían como el cuadro manchego se disponía mejor por el rectángulo de juego pasada la hora de partido y con la pretemporada todavía en el recuerdo. Más y mejor estuvo un Alba que superó a su rival en la última fase de encuentro, consiguiendo un valioso punto ante un recién descendido de Primera División.
Y ayer en el estadio de Gran Canaria sería el momento de comprobar si lo visto días atrás fue un espejismo o una realidad. A decir verdad, la realidad superó a la ficción, observando a un Albacete netamente mejor que la UD Las Palmas en la segunda parte. Mejor presencia el terreno de juego y superioridad numérica en casi todas las acciones sirvieron a un equipo, el de Ramis, que volvió a manifestar una inmejorable actitud física. La segunda mitad fue prácticamente un monólogo manchego en el que tan solo las apariciones puntuales de Rubén Castro incordiaron el dominio del equipo blanco.
Por detrás en el marcador y con el tanto con polémica de los locales en las postrimerías del primer tiempo en el recuerdo, los de Luis Miguel Ramis comprendieron cual debía ser su guion en el partido. Largas posesiones y notables acciones sobre el área rival permitían al aficionado sentirse orgulloso de su equipo, una vez más. El gol, y como ocurriera en el Carlos Belmonte ante el Deportivo, tan solo vino a refrendar una cuestión, la física, en la que el Albacete parece estar siendo verdadero amo y señor en los compases finales de sus partidos. De momento y ante dos recién descendidos, merced a los últimos minutos, el físico ya les ha hecho sumar dos laboriosos puntos.
