Así se puede resumir la vida futbolística de Ángel Peinado, un joven aficionado del Atlético de Madrid que se llama como su padre y que precisamente por ‘culpa’ de su progenitor el veneno colchonero corre por sus venas.
Ángel y su padre son los protagonistas de una melancólica historia atlética que recoge el Diario AS, como el famoso paseo en el que está ubicado el Vicente Calderón y por el que tantas y tantas veces los aficionados del Atlético departían las alegrías y sin sabores de un equipo que ha dejado el mítico estadio de la ribera del Manzanares para pasar a jugar sus partidos en el Wanda Metropolitano, un estadio mucho más moderno que el vetusto Calderón pero que no termina de enamorar a una afición atlética a la que le está costando acostumbrarse a su nueva casa.
Hablábamos hace unas letras de melancolía y es que precisamente ella ha sido la que ha llevado a estos dos ‘Angeles’ atléticos a querer tener un trocito del Vicente Calderón en su domicilio y por ello, al igual que miles de colchoneros, así lo demandaron en su momento al club y esta semana ha sido el soñado instante en el cual han podido recogerlo.
“Nadie puede imaginar lo que significan estos asientos”, manifiestan los Peinado al Diario AS, quienes nunca olvidarán un partido contra el Albacete Balompié en el mítico estadio atlético. “Fue la primera vez que mi hijo presenció un partido del Atlético de Madrid. Tenía cuatro años y desde entonces hasta hoy – que supera la veintena – hemos compartido nuestra pasión atlética en nuestros asientos de siempre”.
Ángel Peinado y Ángel Peinado, un trocito del Vicente Calderón adorna sus casas y sus vidas y profesan un amor al Atlético de Madrid que comenzó, paradójicamente, viendo un partido del Albacete Balompié. Y por cierto, gracias al Albacete Balompié y a su victoria en el Vicente Calderón y la consiguiente eliminación del conjunto que entonces dirigía Gregorio Manzano de la Copa del Rey, Diego Pablo Simeone llegó al Manzanares y de sobra es conocido cuanto hizo gozar el equipo del ‘Cholo’ a Ángel Peinado e hijo en esos asientos del Calderón que hoy guardan en un lugar especial de su hogar.