/Sandra Manzanares/Fotos: María Guerrero/Vídeo: María Esperanza Panduro/
Miles de personas, grandes y pequeños, se congregaban en la subida de Nuestro Padre Jesús Nazareno al Monte Calvario en lo que supone una de las citas más importantes de la Semana Santa de Tobarra, que no es otra que la procesión del Calvario de Viernes Santo y que este año se ha visto alterada en su horario habitual por la amenaza de una lluvia que afortunadamente no ha aparecido en el particular Calvario tobarreño.
Sonido de tambores, sentimiento y pasión tobarreña que enmudece en el momento en el que la Virgen de los Dolores se sitúa frente al Nazareno. Es ahí cuando los tres toques de corneta dejan paso a una espectacular imagen de miles de personas sumidas en un absoluto y respetuoso silencio.
Silencio roto por el sermón del párroco al que le sigue la interpretación de la marcha fúnebre, Métub, que acompaña la bendición de Jesús Nazareno hacia los cuatro puntos cardinales.
Bendición que es posible gracias a las características de esta imagen, cuyo brazo derecho es articulado. Un brazo que, al regresar de nuevo a la cruz, devuelve la fuerza a los tobarreños que, juntos, provocan un nuevo estallido de tambores al son del latido de sus corazones.
Latidos y redobles con los que comienza la bajada de Nuestro Padre Jesús Nazareno del calvario, preludio de dolor y soledad, a la espera de la resurrección del domingo.