/Sandra Manzanares/
Campos llenos de purines, despoblación, riesgos para los acuíferos y la atmósfera, malos olores o destrucción de empleo son algunas de las consecuencias que genera la macrogranja instalada en el municipio albaceteño de Balsa de Ves. Después de 12 años, los problemas cada vez son más visibles.
“No sé a quien se le ha ocurrido que el futuro de nuestros pueblos pasa por ser el estercolero de Castilla-La Mancha”, lamenta la alcaldesa de Balsa de Ves, Natividad Pérez, quien relata a El Digital de Albacete la “preocupación” que vive su municipio ante la “invasión de cerdos” que trae consigo el desarrollo de las macrogranjas. Instalaciones de explotación intensivas que “asfixian a la población del medio rural, destruyen el poco empleo que hay y fomentan el despoblamiento”, asevera.
De hecho, en 2006, año de la llegada de la macrogranja a Balsa de Ves, el municipio contaba con 222 habitantes, que en la actualidad se han reducido a 136. Estas industrias “dicen que van a crear muchos puestos de trabajo y es mentira, nada se cumple”, detalla Pérez, recordando que el compromiso de crear 19 empleos, finalmente ha quedado en una realidad de cinco puestos de trabajo. Este pueblo albaceteño convive con 2.600 porcinos madres, con posibilidad de criar 60.000 cerdos al año.
La capacidad de gestión de los residuos industriales es de más de 100 toneladas al día, que se utilizan como abono en los campos vecinos, generando además problemas de olores que “pueden estar afectando a los acuíferos”, dice la alcaldesa, añadiendo su preocupación por las emisiones a la atmósfera que puede producir la incineradora y también por la “rapidez” con la que se emiten las autorizaciones, que “pueden restar rigor”, afirma.
El tránsito constante de camiones deteriora los caminos de este municipio y aumenta el riesgo de accidentes, y es que, por las carreteras de Balsa de Ves circulan 38.000 toneladas de residuos. “Destruyen lo poco que tenemos”, se queja Pérez, señalando, que además, el pueblo “no recibe ningún ingreso” por ello. La Granja de Ves pertenece a la empresa Afrivall-Vall Companys Grup.
Solidaridad entre municipios
Las industrias “buscan pueblos pequeños sin capacidad de reacción, donde no hay técnicos y la población es escasa, donde no hay un movimiento asociativo fuerte que pueda hacer presión y donde no hay un turismo consolidado”, denuncia Pérez, remarcando que en sus pueblos “solo existe un patrimonio natural que los vecinos intentan conservar”.
Ante la amenaza de las macrogranjas, los municipios afectados se unen de manera “solidaria” para frenar la instalación de las mismas. “Hemos vivido en soledad la instalación de la explotación en el pueblo y no queremos que se repita en ningún sitio”, decía la alcaldesa a El Digital de Albacete, apuntando así el caso de la macrogranja que el grupo Cefusa quiere instalar en Pozuelo. “Que sepan las industrias que no les vamos a dejar abandonados a su suerte, eso es el pasado”, apuntaba Pérez, quien aseveraba que los habitantes de estos municipios “quieren vivir en el medio en el que han nacido con unas condiciones mínimas”.
Por último, la alcaldesa destaca que “no están en contra de las granjas ni del desarrollo”, pero sí del “ocultismo y la falta de datos”. Y es que, “estas granjas en nuestros pueblos no pueden suponer un riesgo para las personas, pues “el desarrollo que queremos debe ser sostenible”, concluía.