/Hugo Piña/
Más allá de la derrota del equipo manchego en el Ramón de Carranza por dos goles a cero, el día después nos deja una historia llena de amor y pasión por unos colores. El Albacete Balompié es un club humilde, que posee una masa social muy definida pero que también cuenta con enormes aficionados alrededor del mundo que de manera constante se interesan por lo que ha hecho su equipo. Color y calor desde cualquier punto geográfico con el que ha contado y contará el ‘queso mecánico’ siempre.
Ese fue el caso de esta familia que ayer se acercó al Ramón de Carranza para ver in situ a los chicos de Enrique Martín Monreal, quienes residen en Holanda desde hace tiempo pero que, en el día de ayer, y de manera ex profesa fueron a Cádiz para animar al equipo de su corazón, el Albacete Balompié.
Según nos cuentan, es una familia con orígenes en la albaceteña localidad de Tobarra que emigró a los Paises Bajos por trabajo, si bien el ‘acento’ no lo han perdido y allá por donde van, padre e hijo, demuestran cuáles son sus colores. Y así es como este domingo en el Carranza este padre e hijo cumplieron un bonito sueño de poder ver al equipo albacetista de cerca, animando con pasión y tesón durante el partido e incluso emocionándose por el bonito recuerdo que les dejará grabados una cita que, pese al mal resultado fue conmovedora.