Boncho es un ciudadano japonés abonado más de 35 años a la Plaza de Toros de Madrid, donde ha sido testigo de tardes de gloria de Dámaso González en la primera plaza del mundo.
Este domingo, ataviado con carteles y fotos dedicadas del maestro de Albacete, el bueno de Boncho ha querido desplazarse desde Madrid a Albacete para dar el último adiós a su torero, Dámaso González.
Como anécdota Boncho cuenta que cuando toreaba Dámaso en Las Ventas se llevaba bocadillos para todos los aficionados que se sentaban cerca de él y no paraban de hablar, para así mantenerlos callados mientras comían y poder disfrutar de su torero con ese silencio que le hacía vivir con los cinco sentidos las faenas de Dámaso González.